Revista En Masculino
Se dice que, cuando uno está casado, “puede mirar sin tocar”, haciendo referencia a que se puede apreciar a personas que son atractivas y que pueden llamar nuestra atención, tanto en hombres como en mujeres, pero que por estar casados no puede llevar a las cosas a algo más. He notado que a nosotros los hombres nos gustan mucho estas situaciones, sobre todo si en ella podemos jugar con la coquetería.
Tanto a hombres como a mujeres nos gusta sentirnos deseados, saber que podemos llamar la atención de otros y serles atractivos, pero creo que el hombre es a quien le gusta llevar eso más allá, quizás me equivoque y no sea así y si suceda en ambos casos. Regresando al tema, una vez que estuve casado hubo un momento de mi relación en que me di cuenta que aún podía atraer a otras mujeres. Una parte de mí siempre ha sido muy torpe para saber identificar cuando atrae a una mujer, aunado al hecho de que no andaba por la calle buscando una relación pero, cuando comencé a identificarlo note como eso me resultaba agradable, me llenaba.
En ese momento comenzaba un acercamiento con quien sabía que le atraía y me atraía. No me gusta usar las pose de galán y llegar con las clásicas poses con frases como “¡Hola nena!” y cosas así. Siempre trato de llegar muy casual así, si es que tenía que pasar algo, se darán las cosas de manera natural, como si esa energía de atracción simplemente fluyera y se dejara llevar. En ese punto comencé a identificar más claramente una serie de patrones que, en mis relaciones anteriores lograba identificar.
Un hombre puede comenzar a hablar mal de su relación anterior para intentar realizar una nueva conquista, tiene la opción también de enaltecer el ego de la otra persona: “Contigo siento una conexión que no había sentido antes” frases que describen la manera en que esa atracción nos hace sentir pero que, por haber pasado por la parte intelectual, es decir, pensar lo que esa relación puede significar, nos lleva a interpretarla. Después de eso viene lo que yo llamo el drama humano de las relaciones, enrolándose en dos parejas a las cuales se les quiere o se les ama, aunque no por igual y que el hombre, en algunas ocasiones, no está dispuesto a dejar ninguna de las dos. En ese momento está, por un lado, el hombre disfrutando lo que tiene en casa y también lo que hay fuera de ella y por el otro lado la mujer que puede o no saber que existe una relación más pero que por esperanzas de encontrar al “hombre ideal” mantiene su fe viva de que algún día estarán juntos, dejará a la otra persona, etc. Drama humano al final, haciéndose a la idea de algo que, a veces sin más fundamentos que una promesa al aire, no sabemos si realmente sucederá.
Culturalmente el hombre es capaz de llevar estas relaciones sin importarle, hay muchos casos de quienes se casan en uno y otro estado con el fin de tener “en cada puerto una mujer”. Situación que a mí en lo personal me resulta tediosa, aburrida y totalmente innecesaria. Tan fácil que podría ser decir “si, se que estas casado, se que nos atraemos y no deseo nada más que acostarme contigo”. Pensaba que este tipo de situaciones solo ocurrían cuando uno era soltero, que una mujer y un hombre desearan sexo casual, pero durante mi matrimonio descubrí que también podía suceder.
No me enrole en relaciones donde prometía las perlas de la virgen y bajar la luna y las estrellas. Cuando identificaba que había mujeres que estaban buscando una relación más formal, sería y duradera, simplemente me alejaba. Pero en un par de ocasiones me encontré con esos casos de mujeres que están dispuestas a esos encuentros casuales y fue la manera en que decidí ser infiel. Porque serlo es una elección, no una obligación. Quería ser infiel solo por tener una aventura no por iniciar una nueva relación.Para ustedes ¿Qué será lo que lleva al hombre ser infiel? ¿Será solo la cultura la que influye para relacionar el acto sexual con una relación formal?