Revista Cultura y Ocio
La yeclana Pura Azorín volvió, en el año 2005, al camino de la novela breve, que tantos reconocimientos (el Castillo-Puche, el Gabriel Sijé o el Leer es vivir) le había otorgado. El nuevo título era El camino del aire, que le publicó la Editora Regional de Murcia.Nos cuenta aquí la historia de Violeta, una funambulista de 15 años que, frente al mundo mezquino y gris de las gentes que pueblan el circo, “se alegra de estar aquí arriba, donde nada le alcanza” (p.8). Es una niña triste, huérfana y desamparada, rodeada por una asombrosa serie de personajes más bien sórdidos (como el enano Rocco, que la ha manoseado lúbricamente desde la infancia) o amargados (como la giganta Lilí, vieja amiga de la madre de Violeta) o directamente untados por el fracaso (como El Mago, un tipo que podría haber coronado la ruta del éxito y que, en cambio, ha acabado realizando sus trucos en un circo de mala muerte).Esa vida mediocre y sin esperanza que impregna a todos los protagonistas de su mundo (“Vamos y venimos como si tuviéramos que llegar a algún sitio cuando en realidad no vamos a ninguna parte, sólo viajamos en círculos perdidos en la nada”, p.48) termina por contagiar también a Violeta, que encuentra en el camino del aire (el alambre) la forma de caminar ajena a todo, tal vez buscando el olvido o el futuro. Su alma, a pesar de la juventud de su piel, está empapada por “una extraña mezcla de melancolía y esperanza” (p.85).Otra gran producción breve de Pura Azorín, escritora más que estimable.