Revista Opinión
Esta entrada se la dedico a Joaquín Castillo que ahora duerme en paz, guerrillero desde que nació hasta su muerte. A él le tocó una mala época , en la que no había tanta información y se metió en los submundos de la droga y la mala vida, tirado en la calle, robando y malviviendo hasta acabar preso que es el único destino. Su vida no tenía sentido, bajó hasta tocar fondo. Fue entonces cuando tuvo que levantar la cabeza y decir, "hasta aquí llegué" e internarse en un centro de Málaga. Seguir un propósito es difícil en la vida, pero hay algunos más difíciles que otros. Y así pasó semanas de penurias, de parecer que su cabeza iba a estallar. Un sufrimiento que tendría como premio la recuperación al cabo de los meses. Tal fue su mejoría, sus ganas de vivir y de ayudar que se quedó en el centro para ayudar a los que como él tenían ese problema. Además se llevó de su pueblo a compañeros de aventuras, para que se recuperaran como había echo él. Algunos lo consiguieron, otros no. Recuerdo como hablaba de algunos que lo intentaron sin éxito y ya no viven. "Le decía que no se viniera, pero volvieron y cayeron de nuevo"El podía haberse reafirmado, pero al igual que un manco (al que jamás le crecerá la mano) el daño lo tenía echo, su cuerpo estaba destrozado por dentro y es cuando salen las enfermedades dañinas cuando ya no hay vuelta de hoja. Él sabía que por mucho que quisiera no iba a "durar" mucho. Y decidió pasarse el resto de sus años viviendo la vida a tope, yéndose de juerga cada vez que podía. Era normal verlo en un bar desde la mañana hasta el anochecer y no le importaba. Otras veces se llevaba semanas sin ser visto y es que cuando su cuerpo se resentía, el dolor no lo dejaba ni levantarse de la cama. Así terminó su historia, aquí cantando alegre un buen viernes y en el siguiente en su cama en un sueño infinito. Cada persona tiene una forma de pensar y ver la vida, así como de disfrutarla. Y los guerreros son así, a cada tropiezo se vuelven a levantar para seguir un camino marcado por las dificultades, que solo termina cuando ya las fuerzas fallan y el cuerpo no puede más.