Revista Libros
"- La vida de la ciudad no fue dispuesta por Dios- había dicho Jeeter, sacudiendo la cabeza- Nunca fue ordenado que un hombre que huele a campo vaya a vivir a una hilandería en Augusta. Puede ser que esté bien para algunos, pero Dios nunca dispuso que yo lo haga: desde el principio me puso en la tierra y no voy a salir de ella. Me sentiría como un pájaro al que le han cortado las alas, si tuviera que vivir todo el tiempo encerrado en una fábrica.
- Hablas como un viejo idiota- dijo Ada furiosa- Es mucho mejor vivir en las hilanderías que quedarse aquí en el camino del tabaco a morirse de hambre."
Alguna vez he hablado de los libros que se descubren por azar y que nos hacen creer que tenemos un tesoro. Libros que no conocíamos y que creemos que vamos a descubrir a todo nuestro entorno. Hoy traigo uno de esos libros, los que luego vemos que la gente conoce y que los valoran tanto como nosotros desde que se escribieron. Hoy traigo a mi estantería virtual El camino del tabaco.
Conocemos a los Lester, una familia de aparceros, Viven junto a una de aquellas rutas del tabaco que se usaron para trasladar barriles. Pero los tiempos cambian y la gente se traslada abandonando los campos en busca de trabajo. Pero no nuestra familia, el padre vive anclado en este mundo y no hace nada por mejorar, una familia en la que malcasan a los hijos para sobrevivir. Sopa de cortezas, nabos podridos y mascar tabaco para engañar al hambre.
Este libro que yo dí en su día por desconocido vendió más de dieciocho millones de ejemplares entre 1932 y 1940. Un autor cuyos dos primeros títulos fueron prohibidos, con el segundo fue detenido y sus copias retiradas de la venta. Cuando lo exculparon sería el propio autor quien denunciara a sus acusadores. Y aún con toda esta polémica, su tercera obra La parcela de Dios superaría en ventas a Lo que el viento se llevó. Y yo que lo tomé por un desconocido...
Caldwell nos relata la vida en Estados Unidos en un momento de cambio, un poco como Steinbeck en Las uvas de la ira. Pero sólo un poco. Porque Caldwell nos habla con un narrador en tercera persona que actúa a modo de locutor de radio que nos va contando lo que su cede. Sus personajes no nos llegan etiquetados, sino que se definen poco a poco por sus actos en los que, eso sí, el autor no muestra ninguna piedad. Jeeter es un campesino ignorante y cabezota que no quiere cambios; le pasa como con lavarse los pies... mejor ponerse calcetines, eso no le hará moverse hasta un lugar donde asearlos. Es ruin y embustero si hace falta, pero no se ampara en el hambre que pasa para ello, sino que lo vemos como tal. Lo juzgamos duramente porque no nos hablan de sensiblerías. De hecho y pese a lo terrible de lo que nos presenta, hay ratos en los que nos hace reír con un humor retorcido (el mismo episodio de los calcetines es, cuanto menos, para echar una carcajada).
Hoy traigo una novela que marca un modelo de familia que se negó a avanzar en una época en que la necesidad era tremenda. Que casaba a hijas de doce años y robaba la comida de sus cuñados. Que no mostraban sentimientos ni siquiera para intentar mejorar su situación. Hoy traigo... una novela brillante. Porque eso es lo que me ha parecido, y es el lugar en el que la coloco. Con un lenguaje sencillo y un dinamismo marcado por los diálogos escuetos, nos relata una historia que no debemos olvidar que pudo suceder. Si no esta misma, una muy similar. Y no hace tanto tiempo.
Y vosotros, ¿a qué autor o título le daríais el título de "descubrimiento literario"?
Gracias