Al escuchar esto, los ojitos saltones del sapito Cirilo se les empequeñecieron de tristeza al sentirse rechazado.
Minutos después la ranita Alicia comenzó a regar las flores del jardín con un cubito de agua. El sapito Cirilo que estaba debajo de una flor, dio un salto y preguntó:_ ¿Puedo ayudarte?_ ¡No gracias! ¡No creo que seas capaz de hacer esto!Con todos estos rechazos, el sapito Cirilo caminó hacia una flor con un sentimiento doloroso en su corazón y pensando:_ ¡A mí nadie me quiere! Desde ese momento el sapito Cirilo comenzó a perder valor propio. El sentimiento de rechazo comenzó a convertirse en un cáncer que lo iba destruyendo por dentro.Cada día, cuando los animales jugaban en el jardín, el sapito Cirilo se quedaba debajo de la flor por temor a que también le rechazaran.Una mariposa que conocía la situación del sapito Cirilo comenzó a revolotear frente a su cara y le explicó:_ Sapito Cirilo, si la ranita Alicia te rechaza es porque ella tiene problema interno, no tú. _ Es que no sé cómo vencer este sentimiento de rechazo _ se lamentó el sapito Cirilo._ La mejor manera de vencer el rechazo es reconocer el valor que tienes y lo competente que eres. Tú puedes hacer cosas, y puedes hacer nuevos amigos.Con este consejo, el sapito Cirilo sacó pecho, se puso de pie y saltó pensando: _ ¡Tengo valor, soy competente!Y entre saltos y saltos se acercó a los demás animalitos, se puso a jugar con ellos e hizo nuevos amiguitos.La ranita Alicia, cuando vio lo aceptado y querido que era el sapito Cirilo, se acercó y le pidió perdón. También le pidió que le dejara ser su amiguita a lo que el sapito Cirilo aceptó. Desde entonces el sapito Cirilo y la ranita Alicia fueron muy buenos amigos y jugaban felices en el jardín.Autora: María Abreu
¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:4)