Revista Salud y Bienestar
Estoy bastante bien, de buen humor y alegre, dando las gracias al creador por otro día de vida. No detecto ningún síntoma, apenas un ligero hormigueo en la punta de los dedos y la lengua. Cumplo mi rutina, el jugo, la arcilla en el abdomen, baño de asiento, desayuno saludable. Me llama Nereida, una prima cariñosa y buena gente que vive en Margarita, además es una médico internista, muy intuitiva, certera y solidaria, empeñada siempre en ayudar al prójimo. Entre los temas de conversación que tocamos, aparece el de las estadísticas.- No me gusta leer las estadísticas que publican sobre el tema del cáncer- le comento- me parecen muy deprimentes.- Sí, y además no son de confiar.-me responde.- ¿Y cómo es eso? (mi corazón comienza a latir con alegría)- Las estadísticas, para que se vean contundentes, toman como base gran cantidad de personas, que presentan diferentes estadios y/o maneras de enfrentar la enfermedad. Todos en el mismo saco.- Es cierto, le digo esperanzada, no es igual una persona que hace su tratamiento a cabalidad, involucra la parte espiritual y acude a terapias alternativas que apoyan el proceso, que una que a duras penas cumple el tratamiento.- Y más importante todavía -me apunta Nere- las estadísticas son una foto del pasado. La tecnología hoy en día avanza tan velozmente que los tratamientos que reflejan las estadísticas ya han sido sustituidos por unos más eficaces para cuando las estadísticas salen a la luz pública.- Nereida me acabas de dar una alegría que ni te imaginas, prima. Ya no creo ni leeré más de estadísticas sobre el cáncer.- Me parece muy sensato -me responde zanjando para siempre el tema de las estadísticas. A continuación me cuenta del caso de la madre de una de sus amigas: - Ella tuvo cáncer de colon desde hace muchos años, y cuando yo llegué a la isla ya lo había superado y sigue perfectamente bien (mi prima llegó hace como 12 años a Margarita). Eso sí, sigue rigurosamente sus controles. ¡Ah! La característica resaltante de la mamá de mi amiga es su buen humor.Levanto mis propias estadísticas, de quince casos que recuerdo, dos niños y trece adultos, están vivos nueve adultos y los dos niños (eso es más del 73%). En cuanto a los fallecidos:a. Dos de ellos, uno fue médico, se descuidaron y no cumplieron sus controles.b. Otro, un conocido artesano venezolano, fue por un cáncer de piel que reincidió ferozmente antes del año.c. Del cuarto caso sólo sé que estaba alojado en el cerebro. Según estos números, pareciera que el control de la enfermedad, en la mayor parte de los casos, lo tenemos nosotros, los pacientes. Eso me alegra y tranquiliza.