Llegamos a las 7 y 30 am y empezamos a las 9 am. El miedo se me quitó al entrar. Me siento y observo a las cuatro personas y sus acompañantes que llegaron antes que yo, todas concentradas en sus conversaciones, ubicadas como en pequeños mundos individuales, sentadas en sus poltronas, con una silla al lado para su acompañante, una mesita con gavetas y una pantalla de televisor, unas diez estaciones ubicadas en una sala amplia, bastante fría e iluminada donde pasean alegres enfermeras que me recuerdan a hacendosas abejas, regalándonos sus buenos días con cálidas sonrisas.
Lo único molesto fue la toma de la vía, la aguja tiene que ser grande.Sentada en mi poltrona, con la laptop en las piernas, leo y releo nuevamente los correos de apoyo que me envían mis hermanos y mis amigas, que importante es saber que estoy en sus oraciones, recibir sus palabras, los amo. Las enfermera que me toma la vía es muy amable, la consigue a la primera, es un pinchazo fuerte y doloroso, pero rápido. Una tras otra me van colocando las medicinas, un total de 8 horas de quimio y hora y media de espera, total unas 8 horas allí, pero la pase bien. En un momento todas las poltronas estaban ocupadas con pacientes, el 70% mujeres; cuando me fui solo quedaba una paciente.Cada vez que me acordaba bendecía cada gota de medicina que entraba en mi cuerpo. Duermo mucho debido al antialérgico que me administran y en los momentos que estoy despabilada uso mi laptop, una buena idea de mi hijo Jesús.
Para paliar el hambre me permiten llevar comida de olores suaves: traje jugo de lechoza y piña, un puñado de nueces y pasas y dos pancitos integrales rellenos de yogurt que comí a trozos, espaciándolos lo mejor posible. Nada de malestar, me siento bien, un poco cansada. Mi mamá me llama cada rato, a veces preocupada y la tranquilizo. Mi esposo llega en la noche, viene de un viaje de trabajo de una semana, verlo me alivia y me hace sentir más tranquila. Nos acostamos a las 10 y pico, no he notado ningún malestar. Está claro que el miedo no es al tratamiento, es a no obtener buenos resultados aunque haga todo lo que esté a mi alcance.
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