Día 9 y 10
Mi última reunión en el Comité Organizador de la Feria. Esto casi se acaba. No sé por qué, pero estoy extrañamente descansado. Y eso que me acosté a la una de la mañana leyendo esas joyas en miniatura que son los poemas de Eugenio Montale reunidos en Cuaderno de cuatro años (tengo que cazar y entrevistar cuanto antes a los culpables que están detrás del maravilloso trabajo de la colección Ático). El caso es que saqué del fondo del refrigerador dos cápsulas de estimulantes, y ando fresco como turco salido del baño.
A pesar de las largas jornadas, a pesar del stress diario, a pesar del desgaste y de las consecuencias del desgaste, voy a extrañar esto. La selección de un equipo con ganas de trabajar. La planificación de una cobertura capaz de informar y reflexionar en el mínimo espacio que permiten las cuatro páginas de un pequeño periódico. El trabajo de artesanos que cada noche hacemos Tamara, Disamis y yo. Esos minutos en que me siento detrás de la comandancia del Che a mirar La Habana encenderse mientras anochece.
Ya sé que se notan mis ganas de seguir haciendo esto, pero quién carajo logra algo así en Cuba todo el año. Nos vemos del otro lado de la bahía.