Revista Filosofía

El Capital o el 'Sujeto de la Historia' para Marx

Por Vicente
El Capital supone la consagración del marxismo como gran teoría filosófica, económica, sociológica y política.  Marx  compuso esta obra en Londres, donde asimiló a los economistas británicos (ingleses y escoceses) ligados al Empirismo tales como David Ricardo, Adam Smith y su amigo y precursor David Hume, a la vez que fue librándose de la influencia del socialismo utópico burgués y de Rousseau (cuyo concepto de Voluntad general fue insertado por Hegel en su sistema y es "desvelado en su misterio" por Marx en La ideología alemana).  
Esta obra presenta al Capital como el Sujeto de la Historia, frente a la Idea-Sujeto-que-se-autoconoce de Hegel.  De hecho el Capital, lejos de auto-conocerse consigue enmascarar las relaciones reales de produccion puesto que la interpretación burguesa de los fenómenos económicos ignora la esfera de la producción y en buena medida la del consumo quedándose en la circulación (intercambio). En efecto si solo nos atenemos a la circulación de dinero y mercancías no hay, como afirman los economistas burgueses, explotación y la diferencia entre pobres y ricos, así como el desempleo, es tan solo una circunstancia lamentable y superable que nada tendría que ver con la estructura misma del sistema capitalista.  Sin embargo, desde el punto de vista marxista, no solo hay explotación (luego se aclarará este concepto) sino que ha de haber siempre una tasa de desempleo fija que refleja un ejército de trabajadores de reserva de modo que, si la producción tiende a aumentar, dicho aumento sea realizable a la par que se consigue que los trabajadores no puedan imponer sus condiciones forzando a cooperativizar la producción y a repartir las ganancias empresariales, cosa que sí podría suceder si existiese pleno empleo estable. 
El Capital o el 'Sujeto de la Historia' para Marx  Pero para entender todo esto, según Marx, se debe atender a la esfera de la producción  pues allí están la infraestructura y el motor de la Historia.  La Historia comienza estrictamente cuando las relaciones económicas dejan de ser interpretables desde el esquema "Mercancía - Dinero gastado - Otra Mercancía" (M-D-M') para tener que ser interpretadas desde este otro esquema: "Dinero adelantado - Mercancía (bien o servicio, es indiferente) - Incremento de Dinero " (D-M-D').  Aquí comienza la Historia porque hay evolución y cambio en los medios y modos de producción.
Capital es la suma de dinero que realiza el movimiento D-M-D' 
Aquí, a diferencia del esquema anterior, ya no hay un fin exterior (mantener la vida de una comunidad, por ejemplo) sino que el fin mismo es el incremento del valor.  El incremento de valor es el plusvalor o plusvalía (da igual).  El plusvalor (o plusvalía) no es ni el beneficio bruto (que refiere a la suma de capital adelantado) ni la ganancia empresarial (lo que resta una vez devuelto el capital  adelantado y abonados los intereses).  El plusvalor es la valorización del valor que resulta de la aplicación de la fuerza de trabajo.  Los capitalistas no son los sujetos de la Historia pero tampoco ya los trabajadores exactamente (a diferencia de las tesis defendidas en El manifiesto comunista)  sino el valor que se valoriza.  Lo que sucede es que hace falta capitalistas que pongan a circular el capital y trabajadores que produzcan mercancías (sean bienes o servicios).  Toda consideración moral sobra: ni el capitalista es un malvado codicioso ni el trabajador un virtuoso sufridor necesariamente...  Eso es irrelevante.  La razón es estructural: en el primer esquema la mercancía ha de ser distinta cualitativamente para que el intercambio tenga sentido.  En el segundo esquema, siendo la mercancía cualitativamente idéntica por definición (el dinero) la diferencia entre D y D' solo puede ser cuantitativa.  
La teoría de la explotación dice que el valor añadido por el trabajador no recae en el propio trabajador sino que, por pura lógica, debe recaer en el capitalista en forma de ganancia y beneficio.   Pero ese plus de valor procede de la fuerza de trabajo, no del propio capital en tanto que mero capital.  "Explotación" no refiere ya a condiciones difíciles de trabajo y de vida, como en los Manuscritos y otras obras tempranas.  La teoría de la explotación solo lleva a una solución radical: la revolución comunista y la posterior Dictadura del proletariado (Socialismo real, con un Estado fuerte), cuyo fin es asegurarse de que la superestructura flotante (ya sin base) acabe de derrumbarse y de que la revolución no quede en un mero reemplazo nominal de los elementos de la infraestructura.
En las sociedades capitalistas desarrolladas, a medida que el medio social se va colmando de mercancías y que los trabajadores obtienen ciertas facilidades para conseguir muchas de ellas se pierde la conciencia de clase social, pero no por eso se deja de ser de una clase u otra pues ser de una clase u otra significa tan solo ser propietario o no de los medios de producción.  Perder la conciencia de clase es una manifestación de la alienación más importante que la alienación religiosa que tanto preocupaba a los hegelianos de izquierda, puesto que la expresa más ampliamente (en más facetas de la vida de los individuos).  La ausencia de conciencia de clase nos lleva a pensar que las mercancías producidas tienen valor por sí mismas (como en los fetiches que estudian los antropólogos) lo cual es propiciado porque en el capitalismo las relaciones en la sociedad civil están en su práctica totalidad mediadas por mercancías de todo tipo, de modo que lo que es el resultado de la fuerza de trabajo y de las relaciones entre personas aparece a la conciencia burguesa como un entorno de bienes y servicios con un valor intrínseco (fetichismo de la mercancía), sin referencia a la fuerza de trabajo que lo hace posible.

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