Revista Ciencia

El carbón genera casi la mitad de la energía en Alemania

Publicado el 20 mayo 2013 por Santibenitez
Unas nubes de humo salen de una central de carbón de la empresa RWE, el 11 de septiembre de 2012 en Grevenbroich (sur) Unas nubes de humo salen de una central de carbón de la empresa RWE, el 11 de septiembre de 2012 en Grevenbroich (sur)
(©AFP/Archivo)

Mientras las centrales nucleares están llamadas a desaparecer, las de gas son caras y las renovables son volátiles, las centrales de carbón de Alemania, uno de los países europeos que más electricidad produce a partir de esta fuente, trabajan a pleno rendimiento, aunque contribuyen a aumentar las emisiones de CO2 del país.

Entre 2011 y 2012, la producción energética con lignito aumentó un 4,7% y la de hulla un 5,5% y con ello, también las emisiones de dióxido de carbono de unas 130 centrales de carbón alemanas aumentaron un 4% el pasado año. Esto ha hecho que Alemania, pionera en el respeto al medio ambiente, haya superado ligeramente el volumen total de emisiones de CO2 que se le otorga en el marco del mercado europeo de cuotas. Esencialmente, son los disfuncionamientos de este mercado los que hacen que las centrales de carbón sean tan atractivas.

Concebido para encarecer la producción más contaminante, obligando a los responsables a comprar las cuotas de CO2 para compensar sus emisiones, el mercado se muestra impotente porque el valor de estos certificados se ha desvirtuado. El Parlamento Europeo ha bloqueado un intento reciente de la Comisión Europea de reducir temporalmente estas cuotas para que aumenten de precio. “Si no logramos reformar el sistema, no se podrá lograr el objetivo de reducir las emisiones en Alemania”, alertó la semana pasada Jochen Flasbarth, presidente de la Oficina Alemana para el Medio Ambiente. El país quiere reducir en un 40% sus emisiones para 2020 con relación a 1990.

La caída de los precios de las cuotas de CO2, sumado al precio de compra atractivo del carbón en los mercados mundiales, han contribuido a aumentar el uso de este combustible en toda Europa. Pero Alemania se ve particularmente afectada, ya que la parte del carbón en la producción de energía es muy alta: más del 40% frente al 3% de Francia y el 25% en el conjunto de la Unión Europea (UE).

La decisión de Berlín en 2011 de prescindir de la energía de origen nuclear para 2022, y el cierre de ocho reactores a consecuencia de ello, han contribuido a que el carbón vuelva por la puerta grande. Según la Federación Alemana de la Energía, BDEW, de los 76 proyectos de nuevos reactores o de los que se han concluido, 12 son centrales de carbón.

“La producción de hulla se beneficia de los precios bajos del CO2″, reconoció el miércoles Bernhard Günther, director financiero de RWE, número dos alemán de la energía y mayor productor de carbón de Europa. Su homólogo del competidor EON, Marcus Schenck, también lo admitió la semana pasada: “Si sólo se tienen en cuenta los aspectos ‘coste’, está claro que tenemos ventajas. Si producimos más tiempo carbón, produciremos más barato”.

La competencia del carbón va en detrimento en primer lugar de las centrales de gas, más recientes, que todavía no están amortizadas en las cuentas de sus propietarios, y cuya materia prima es más cara. Víctimas también de la competencia de las renovables, las centrales de gas alemanas funcionan a medio fuelle: apenas al 10% de su capacidad en el caso de las más recientes de RWE, por ejemplo. De hecho, el grupo está estudiando la posibilidad de cerrar algunas, mientras que el noruego Statkraft ya anunció que va a cerrar las dos suyas.

Sin embargo, el 80% de los alemanes desearía que el país renunciase al carbón, según un sondeo reciente encargado por Greenpeace. Esta semana, dos influyentes asociaciones medioambientales han reivindicado una “estrategia anticarbón” para Alemania, al estimar que “no hay nada más contaminante”.

 

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