España seguirá compensando hasta 2014 a las compañías eléctricas que utilicen carbón nacional, más contaminante y menos productivo que el importado, gracias a la autorización de la Comisión Europea. Esto supone unos costos adicionales de unos 800 millones anuales de euros que, como no, deberán soportar los consumidores españoles.
Lo triste de todo esto es que, en estos momentos de recortes del déficit público, el gobierno considere un triunfo seguir subsidiando con dinero de todos los españoles, empresas no rentables, como es la minería del carbón en España. Me duele decirlo, porque sé que es el alimento de muchas familias, pero es negar la realidad y querer seguir anclados a una industria moribunda. De poco o nada sirve la inversión en energías verdes y renovables, si por no querer aceptar el destino de dicha industria, seguimos financiando la contaminación y empresas no rentables. Tal vez el dinero estaría mejor invertido si se buscara proporcionar a las zonas afectadas de un proyecto de futuro. Seguir tirando del cadáver de la minería y otros sectores claramente deficitarios y dependientes de subsidios, lastra la economía nacional y el desarrollo local de dichas zonas.
Tony Long, director de la Oficina de Política Europea de WWF en Bruselas, dijo: "La contaminación aumentará, los consumidores pagarán más, las inversiones en energías limpias se retrasaran y otros proveedores de energía en España van a estar en desventaja". De poco importaron también, las fuertes críticas de grupos ambientalistas que dijeron que con la medida se corría el riesgo de dañar los esfuerzos para la transición a una energía más limpia.
España necesita una reconversión en algunos sectores de su industria para poder seguir avanzando hacia el futuro, sino el pan de hoy se convertirá en el hambre de mañana. Se debería aprovechar, ahora que aún se esta a tiempo, para dotar a las poblaciones afectadas de una industria alternativa que desarrolle y revitalice la economía local y no esperar, como siempre, a que sea Bruselas quien obligue al gobierno de turno a cerrar el grifo, para encontrarnos con el desastre total de muchas familias y el consiguiente abandono y muerte de esas poblaciones. Pero como estamos acostumbrados, los gobiernos tenderán a alargar los problemas lo más que puedan y que sean los que vengan después los que se coman el marrón. Será entonces, cuando llegue el momento y ya no quede más remedio que aceptar su destino, que vendrán los llantos y las huelgas, las acusaciones de la oposición y el desgaste del gobierno de turno.