La Universidad de Huesca se denomina también Sertoriana, en memoria de la escuela que estableció Quinto Sertorio en Osca en el año 77 a. C. que sobrevivió a la muerte de su fundador y alcanzó su máximo apogeo bajo los mandatos de Julio César y del emperador Augusto, languideciendo posteriormente de forma progresiva.
«Los espacios sertorianos en su entorno 2024», es el título de un evento organizado por los Studiosi pro Universitate Sertoriana en el Colegio Mayor e Imperial de Santiago de Huesca. Tuvo lugar esta semana pasada y consistió en un ciclo de conferencias, mesa redonda y recital poético. A lo largo de esos días, se puso de relieve la conexión entre el Carmen Descalzo y la relevancia cultural que alcanzó la capital oscense. Cuatro estudiosos han recorrido la historia de esa conexión: Antonio Naval, Óscar Aparicio, ocd, Celia Fontana y Pablo Cuevas:
Miércoles 17 enero 2024
- 19:00 horas.- Antonio Naval Mas, universidad de San Jorge, imparte la conferencia El Colegio universitario de San Alberto y la desmortización en Huesca.
- 20:00 horas.- Óscar Aparicio Ahedo, OCD, Facultad de Teología del Norte de España (sede en Burgos), imparte la conferencia El Colegio de San Alberto en el conjunto de los conventos del Carmelo Descalzo de Huesca.
Jueves 18 enero 2024
- 19:00 horas.- María Celia Fontana Calvo, Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México), imparte la conferencia El Colegio de San Alberto y la arquitectura carmelita.
- 20:00 horas.- Pablo Cuevas Subías, Studiosi pro Universitate Sertoriana, imparte la conferencia Catalina Lastanosa, monja poeta del convento de Santa Teresa de Huesca.
Como se puede observar, la última de las conferencias estuvo dedicada a la figura y la obra de la carmelita descalza Catalina de Jesús (Lastanosa, +1708), hija de uno de los caballeros más ilustres de la ciudad. Es reconocida por sus experiencias místicas y su obra poética. Su sobrino el carmelita descalzo Manuel de Jesús escribió un largo relato de su vida.
Esta es la crónica aparecida ayer en el Diario de Huesca (20 enero 2024), de la que nos valemos para hacer llegar a los seguidores de este blog la importancia de esta actividad.
El historiador Antonio Naval Mas, con su conferencia «El Colegio universitario de San Alberto y la desamortización en Huesca», ha expuesto la localización de los conventos de San Alberto y de las Descalzas (Santa Teresa). «Era una calle que comenzaba en la fachada donde está la librería Santos Ochoa de hoy, e iba a parar hasta la Plaza de Navarra». Ha documentado con distintos planos esta ubicación y también el entorno. El convento acabó siendo cárcel y fue desamortizado en 1835, un año antes de 1836 (cuando se fecha la de Mendizábal).
El Obispado luchó por este convento porque se había cerrado el Seminario. «La desamortización en Huesca fue dramática como en todas partes, pero no fue traumática, porque las autoridades estuvieron siempre a bien con la administración eclesiásticas e intentaron salvar todas las iglesias, pero acabaron desapareciendo». El edificio fue rehecho como cárcel -no se corresponde la fachada a la del siglo XVII-. En 1956, se demuele todo y se erige la plaza tal y como ahora está configurada.
Apoyándose en magníficos dibujos de Carderera, ha explicado una simulación de cómo podía quedar todo el entorno. El convento fue derribado en 1864 a pesar de que el obispo Zarandia intentó salvarlo.
Antonio Naval ha descrito la arquitectura y la iconografía de los conventos de San Alberto y Santa Teresa, con planta y cruz latina, más amplio el primero al contar con capillas laterales. De su interior, nos podemos hacer una idea con los estilos de Santo Domingo y de San Vicente, más sobrio este último.
Ha elogiado el «trabajo muy importante de Antonio Iborra», que ha dejado muy buena información con sendos inventarios que dan idea de todos los elementos. Ha ido desvelando detalles sobre la traslación de los motivos artísticos y religiosos de San Alberto a las «Teresas», como el altar central y la sacristía. Algunos otros, como explicaron García Ciprés y Ricardo del Arco, sendos retablos desembocaron en Velillas y Angüés.
Antonio Naval Mas ha enumerado otros elementos como el cuadro de la Virgen del Carmen (otro con escapulario), la Capilla Mayor poligonal y otros motivos como la Buena Muerte y la Mala Muerte.
Y ha concluido explicando la fértil actividad en torno a la Universidad Sertoriana reflejado en los conventos, los colegios, la imprenta y el hospital.
ÓSCAR APARICIO Y LOS TRES CONVENTOS
El carmelita Descalzo Óscar Aparicio Ahedo, de la Facultad de Teología del Norte de España, ha pronunciado su conferencia sobre «El Colegio de San Alberto en el conjunto de los conventos del Carmelo Descalzo de Huesca», en la que ha revelado la irrupción de los tres exponentes en la provincia, el de Tamarite en primer lugar (1591), el de Huesca y el de Boltaña (sobre una vieja Ermita del Espíritu Santo que hoy es hotel de lujo).
En Huesca, abrieron un colegio de Teología moral y, a partir de 1638, de Teología Escolástica. Inicialmente, en 1627, se instalaron en la Encomienda de San Juan. Resultó determinante la influencia del padre José de Jesús, hijo del prior de Jurados de Huesca, para el convento. La primera piedra se puso en 1632 y, tras un incendio, lo rehicieron. La de Huesca era considerada una de las mejores iglesias de la orden. El colegio era independiente de la Universidad, para dar formación propia y con el objetivo de captar novicios.
No era preciso que los frailes fueran titulados. Ni iban a la Universidad ni fueron profesores. Podían invitarles, eso sí, a disputas teológicas con auténtico fragor. La media de edad fue de 52 años.
De los 313 frailes documentados en los archivos de la provincia altoaragonesa, entre 1600 y 1835 había 45 de la capital, 20 de Tamarite y un buen número de Ansó, Barbastro, Sariñena, Graus o Peralta de Calasanz. Entre los «prepósitos» generales de la Orden, máximos responsables, dos fueron de Huesca, uno de Graus y otro de Tamarite.
Nuestro territorio tenía su importancia ya que la Iglesia estaba especialmente atenta a la evangelización de las zonas de montaña a través de las cuales, además, existía el riesgo de la irrupción de ideas protestantes.
Habida cuenta la profusión de conventos de mendicantes, se les prohibió ejercer esta práctica, por lo que cultivaron huertos con cuyos frutos se alimentaban ya que no comían carnes. Del colegio de San Alberto egresaron rectores, procuradores, padres generales y otros frailes relevantes.
La vida en el Convento de San Alberto fue muy fecunda, tanto en su primera etapa como parte de la región de Aragón-Cataluña como en la posterior de Aragón-Valencia. La orden, que volvió en 2000, dejó definitivamente la ciudad en 2017.
CELIA FONTANA Y LA ARQUITECTURA CARMELITANA
La profesora Celia Fontana Calvo, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México), ha protagonizado el jueves la conferencia «El colegio de San Alberto y la arquitectura carmelitana». La profesora ha iniciado su alocución ubicando la iglesia y el colegio y contextualizando las motivaciones del centro de Teología habida cuenta los intereses de la Orden (daba mucha importancia a los estudios superiores), la identificación de una ciudad con la atmósfera ideal para el desarrollo moral e intelectual y la voluntad de Huesca por contar con conventos de carmelitas descalzos.
Ha explicado desde el diseño del centro en 1629 hasta la arquitectura de la iglesia, derribada a partir de 1864, con su planta de cruz latina, la anchura de la nave de 7,20 metros, las bóvedas de medio cañón de la nave central y la iluminación concentrada en los brazos de crucero. Ha establecido un paralelismo con la Iglesia de Santo Domingo de la ciudad oscense.
Sobre la trascendencia que otorgaba la Orden, ha recordado que San Teresa deseó para las monjas una intensa vida interior y, para los frailes, ciencia suficiente para luchar por la fe. «Formación para la pluma, el confesionario y el púlpito». El padre provincial Jerónimo Gracián (1545-1614) atribuía a los estudios garantía de prosperidad. Fray Jerónimo de San José estimaba que la vida del religioso mesurada, ordenada, templada en la sobriedad y en la abstinencia era muy adecuada para el estudio y el aprovechamiento intelectual.
Entre las vicisitudes en torno a la Orden, se valoraba la ciudad como lugar adecuado para el desarrollo moral e intelectual. Así lo expresaban el filósofo judío de la época Helenística Filón y el sertoriano Pedro Malón de Echaide en «La conversión de la Madalena» (1588), que la concebían como fruto de espacios cultivados y no agrestes.
De hecho, consideraba a Huesca entre las ciudades idóneas para instalar sus colegios por su ilustre Universidad y porque otras órdenes religiosas ya contaban con estudios, pero también eran conscientes de que debía esperar a poseer renta suficiente para desarrollar el proyecto al haber ocho conventos que se mantenían de limosna y, si el centro carecía de fondos, se pondría menos atención a los estudios».
El concejo de Huesca deseaba contar a principios del siglo XVII con conventos de la reforma del Carmelo, de mujeres y de hombres. Las rentas fueron destinadas vía testamento por el caballero zaragozano Diego de Nueros, con más de 30.000 escudos. La fundación fue decretada por el definitorio de Salamanca en 1627 y aprobada por Juan Moriz de Salazar, obispo de Huesca, el 13 de septiembre.
Celia Fontana ha ido describiendo los aspectos constructivos para pasar posteriormente a describir la normativa del Carmen Descalzo, encaminada a la austeridad, lo que se percibe en el exterior y en el interior del inmueble. Ha establecido paralelismos con otras iglesias de distintos puntos de España e Italia.
LA FIGURA DE CATALINA LASTANOSA, UNA MONJA POETA
El presidente de Studiosi pro Universitate Sertoriana, el profesor Pablo Cuevas Subías, ha profundizado en la figura de Catalina Lastanosa, una monja poeta del Convento de Santa Teresa de Huesca, en una conferencia que ha arrancado con la figura fundadora, Santa Teresa de Jesús.
Catalina Lastanosa (1631-1708) vivió la peregrinación de la comunidad por tres espacios sucesivos de Huesca después de que en ella despertara la vocación carmelitana. Nacida y educada en una familia de clase media con raíz infanzona muy vinculada a la Universidad de Huesca junto a otra parte de origen sevillana dedicada al comercio, la hija de Vicencio Juan de Lastanosa sufrió la muerte joven de su madre, Catalina Gastón, y mantuvo una relación compleja con su padre, inserto en los tiempos de intensa cruzada moral y que no sostenía una actitud edificante respecto a su esposa. A su casa, acudían catedráticos e intelectuales como Baltasar Gracián y fray Jerónimo de San José.
Bebió de las inspiraciones de la presencia de grandes intelectuales Catalina, sobre todo de Manuel de Salinas, sacerdote amigo y primo segundo del mecenas, un poeta refinado y amante de la cultura clásica, persona cercana e ilustrada que fuera doctor en Derecho y canónigo y prepósito de la Catedral. Aunque su padre le reservaba una unión con la poderosa familia de los Climent, Catalina rechazó ser «una herramienta del padre» y apostó por su deseo «sincero de perfección personal y religiosa acorde con los tiempos» que le empujaron «a la descaldez», añadía Pablo Cuevas. El apoyo de Fray Jerónimo a la joven y la comprensión de Manuel de Salinas hacían de contrapeso. En enero de 1651, Catalina huyó al convento de Santa Teresa, unas casas alquiladas que daban a la parte trasera del cementerio de San Martín.
«Su oración fue muy elevada, padeció en ella muchos éxtasis y arrobos, fue ilustrada con el don de la profecía, gozó de muchas apariciones de su Esposo (Jesucristo) y de su madre Santísima (la Virgen María) y de muchos Santos». Tiempos de proselitismo que calaba en los corazones. Su hermano Hermenegildo también huyó de casa para hacerse cartujo. Renunció a la herencia familiar.
En las conclusiones, Pablo Cuevas explica que Catalina Lastanosa eligió como su verdadera alma mater a Teresa de Jesús, ya un auténtico referente de crecimiento personal para las mujeres en toda Europa. Precisamente, la poetisa de la santa, «que mana directamente de la raíz popular y del momento cumbre de la literatura española, se ha mantenido sana y edificante a lo largo de los siglos».
En todo caso, más allá de estas argumentaciones globales, la «Catalina poeta es consecuencia de aquella Huesca sertoriana, cuyo muy elevado nivel intelectual daba lugar a productos culturales de una alta calidad impensable para una ciudad de apenas 5.000 habitantes».
Finalmente, Pablo Cuevas define a Catalina de Jesús como «una poetisa culta, ingeniosa, elegante, la cual sabe extraer significaciones sugerentes de las estrofas. Es una poesía de tipo didáctica que expone con naturalidad los pensamientos».