- Ya de vísperas bullían las mujeres, manejando con aire y destreza las agujas, la colada y la plancha. Las féminas aspiraban a lucir sus mejores trapitos, rabiósamente limpios y sugerentes: las enaguas, el refajo, el corpiño y la chambra, sin descuidar la alisadura y la doma de sus guedejas. Los niños y niñas endosaban sus ropitas domingueras, no sin antes enjabonarse a fondo, repasar las sinuosidades de las orejas, eliminar el luto de las uñas, dar lustre al calzado...etc., para salir a la calle sin lámparas en la ropa y "hocicos" en el rostro.
Por Dictinio Rodríguez
[Primer Premio de Leyendas de Báscones de Ojeda] [Evocación histórica de algo que fue y el viento se llevó]
- Etimología de la palabra Carnaval
- Otras denominaciones actuales
- Orígenes del Carnaval
Ya bien establecido y consolidado el Cristianismo, algunos Papas, Padres de la Iglesia y Obispos, clamaron contra los desórdenes del Carnaval, que parecía arraigado en todos los pueblos. Se le daba un carácter licencioso en contraste con la austeridad de las cuaresmas.
En la Edad Media se acentuó su carácter de fiesta popular según parece, actuando como organizador y propulsor el gremio de carniceros, por motivos comerciales fáciles de imaginar.
En España, aprobaron y promovieron su celebración más los árabes que los cristianos, por lo que, al dar cima los Reyes Católicos a la Reconquista, se vio que gozaba de mayor estimación y simpatía, así como de difusión, entre los sarracenos. En tiempos más cercanos a nosotros, los Reyes Españoles adoptaron diversas actitudes. Algunos ejemplos:
-Felipe IV (Siglo XVII) protegió los Carnavales. -Carlos III (Siglo XVIII) permitió los bailes de máscaras. -Fernando VII (Siglo XIX) permitió celebrarlo sólo en los hogares. -María Cristina, regente y Reina (finales del XIX) permitió bailes y máscaras.
En lo que va de siglo, las celebraciones carnavalescas han sido más o menos toleradas o permitidas, según el régimen absolutista, conservador o liberal del Rey o del Gobierno de turno.
En la época actual han surgido con empuje, sobre todo en las grandes ciudades o sitios con tradición carnavalesca, gracias al permiso oficial y al anhelo de resucitar las cabalgatas, mascaradas y bailes, como exhibiciones folklóricas que el turismo propaga y bendice.
- El carnaval en Báscones
El Carnaval "Basconero" duraba sólo una jornada: el domingo de Quincuagésima, también llamado "gordo", que era el pórtico de la cuaresma que empezaba el miércoles de ceniza.
Un pueblo pequeño, pobre y laborioso, no podía permanecer ocioso durante tres días -como en las ciudades- cuando los "linares" reclamaban atención, brazos y azadones. La del domingo era una fiesta popular y universal, con ámplio eco en todos los hogares del pueblo.
Ya de vísperas bullían las mujeres, manejando con aire y destreza las agujas, la colada y la plancha. Las féminas aspiraban a lucir sus mejores trapitos, rabiósamente limpios y sugerentes: las enaguas, el refajo, el corpiño y la chambra, sin descuidar la alisadura y la doma de sus guedejas. Los niños y niñas endosaban sus ropitas domingueras, no sin antes enjabonarse a fondo, repasar yas sinuosidades de las orejas, eliminar el luto de las uñas, dar lustre al calzado...etc., para salir a la calle sin lámparas en la ropa y "hocicos" en el rostro.
Así y todo, las galas de los hombres constituían la preocupación más acuciante de las amas de casa. El marido, el abuelo y el mozo lucían su mejor terno de pana, la camisola almidonada, las botas relucientes, la capa acampanada e hirsuta de paño de Astudillo, el sombrero Castellano o la boina, todo con gran empaque de señorío y de alcurnia. Quedaban al descubierto las novedades del año, como es el desfile de modelos a la salida de la misa Mayor, en la obligada tertulia a la puerta de la parroquia, antes de la partida de bolos o de cartas.
- Tipismo del carnaval en la cocina y en la mesa
Las orejuelas , término local, equivalente al universal castellano "Hojuelas", fruto de sartén muy extendido y delgado. Sus ingredientes: flor de harina de trigo, huevos, unas gotas de orujo o anís y aceite. Al estar la masa en punto o sazón, se extiende sobre una superficie dura, lisa y plana con la ayuda de un rodillo, se corta en porciones ténues y se pasa por la sartén a fuego vivo, se espolvorea con azúcar y resulta un postre grato al paladar y que sigue apareciendo en la mesa aún después del carnaval.
Las torrijas, son rebanadas de pan casero empepadas en leche, rebozadas en huevo batido, fritas en manteca o aceite y endulzadas con miel o azúcar.
- El carnaval en la calle.-
- Los zamarrones enmascarados
Sus prendas peculiares eran: una zamarra o casaca de piel curtida de oveja y muy lanuda, que les cubría del cuello a las rodillas. Se ceñia al cuerpo por medio de un cinturón del que colgaban varias cencerras[5]. Ocultaban el rostro con una máscara o careta de cartón que les daba un aspecto grotesco para los mayores, y temible para los pequeños. Sus manos libres blandían un verdajo[6]. Las pieles ovinas iban profusamente embadurnadas al alma-zarrón o almagre[7], pintura muy usada como marca o señal que denotaba la propiedad de las ovejas. Estos zamarrones protegían el bajo vientre y las pioernas con los llamados "zajones", variante verbal del castellano "·zahones": calzones de cuero o paño con perniles abiertos que llegan a media pierna y se atan a los muslos.
- Desarrollo del Carnaval vespertino y callejero
Entre carreras y sustos, vencida ya la tarde, se llegaba a una especie de armisticio y se verificaba una espontánea concentración en la plaza del pueblo para bailar con soltura y regocijo.
En el abigarrado conjunto del mundo danzante, al compás del almirez cabía descubrir alguna figura femenina de peculiar catadura: eran algunos mozos vestidos con blusas de hembras y pulcras enaguas que provocaban admiración e hilaridad. Todo inocente, respetuoso y divertido, hasta que la noche, aún sin luz eléctrica, ponía broche negro a una jornada blanca y jacarandosa, apagando la vida del carnaval.-
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[1].- Fiesta orgiástica en honor de BACO. [2].- Fiesta orgiástica en honor de Saturno. [3].- Fiesta orgiástica en honor del Dios Pan. [4].- Palabra derivada del euskera: prenda de vestir rústica, hecha de piel con su lana o pelo. [5].- Fem.de cencerro: campana pequeña y tosca, hecha de chapa de hierro o cobre que solía atarse al pescuezo de las reses. [6].- Verga de toro, que, después de cortada, seca y retorcida, se usaba como látigo. [7].- Tierra roja con óxido. ENSAYO
©Revista literaria "Pernía", Núm. 5 | Febrero de 1985, Edita y Dirige: Froilán de Lózar.