Revista Sociedad

El carnicero de Srebenica

Publicado el 28 noviembre 2017 por Salva Colecha @salcofa

Cuentan que era el 13 de mayo de 1990 cuando Zvonimir Boban le dió un patadón a un policía en unos altercados antes del partido que debía disputarse entre el Dínamo de Zagreb y el Estrella roja se abrió la caja de los truenos. La imagen de ese “chut” se USSR_stamp_I.B.Tito_1982_6kconvirtió en el símbolo de la desintegración de un estado “inventado” con cinco nacionalidades enfrentadas, cuatro idiomas distintos, tres religiones, dos alfabetos…. Un galimatías que había estado sujeto, mano de hierro, por Josip Broz “Tito” y que acabaría sucumbiendo en una cruenta guerra en plena Europa. Dicen que la debacle empezó esa tarde aunque la verdad es que todo venía de atrás, muy atrás y esto no fue más que una gota en el vaso que ya andaba desbordado. A partir de esos días se desencadenaría la tormenta y empezarían a sucederse las imágenes y las noticias de una de las guerras más violentas que se recuerdan, fotos que nos llegaban todavía en los papeles y que sólo se diferenciaban del holocausto en que estas eran en color. Después ya vendrían los primeros bombardeos de la OTAN a las ordenes de Solana. No se porqué, puede que por juventud o por asuntos que no vienen al caso pero esas imágenes me marcaron, sentía algo que me obligaba a no estarme calladito, publiqué mi primer “trasto” y en eso andamos.
¿Que porqué cuento yo ahora esta parrafada? Pues resulta que la semana pasada, con todo el lio este que llevamos casi se nos pasa por alto que el Tribunal Penal Internacional El carnicero de Srebenicapara la antigua Yugoslavia, 24 años después, acabó su trabajo condenando a cadena perpetua al comandante de las fuerzas militares de la República serbia en Bosnia, Ratko Mladic por una retahila de crímenes contra la humanidad que dejaban a VladTepes como un verdadero aficionado. Verdaderas atrocidades como el genocidio de Srebrenica en el que mandó a la muerte a unos ocho mil musulmanes, hombres, mujeres y niños en una de las acciones más horrendas y más vergonzantes de la historia reciente de Europa. Pero ese sólo es un ejemplo de los horrores desencadenados por el “Carnicero de Srebrenica”.
Pero Mladic también fue condenado por otro tipo de crimen no menos asqueroso (y mira El carnicero de Srebenicaque la colección es larga porque los humanos tenemos una querencia curiosa a masacrarnos entre nosotros). Un crimen que sorprendentemente no se incluyó como crimen contra la humanidad hasta 1993. Me refiero a las violaciones sistemáticas, masivas y organizadas como arma de guerra. Hasta entonces indeseables como Mladic no hubieran sido condenados por los miles de mujeres y niñas musulmanas que fueron violadas por los militares o paramilitares en Bosnia Herzegovina . Los salvajes que no entienden que hasta en la guerra hay normas y límites se creían impunes o con algún tipo de derecho sobre estas mujeres para abusar de ellas, para hacer de la guerra algo más atroz todavía si cabe.
El Derecho Internacional ha tardado mucho, muchísimo en reconocer la gravedad de la El carnicero de Srebenicamaldad que existe detrás de una política de agresiones sexuales asociadas a la guerra, una de las armas más antiguas de la humanidad, de las más dolorosas. La violación como acto de guerra es ofender al derrotado, es humillar a la víctima, es intentar acabar con la estirpe del contrario. Es un crimen tan execrable que no puede prescribir, un crimen que ha de perseguir al que lo comete hasta el fin de sus días y más allá porque no debemos olvidar lo que han hecho las bestias, por todas las generaciones, no vaya a ser que no nos acordemos un día.
Es viendo lo enorme cuando aprendemos, y ahora, gracias a las miles de valientes que nos han dado su testimonio cuando fueron violadas por el ejército serbio se ha conseguido que la violencia sexual en tiempos de guerra adquiriera el nivel de crimen de lesa El carnicero de Srebenicahumanidad. Gracias a ellas podemos llegar a comprender con cierto consuelo, que aunque las imágenes del horror no se borren nunca de nuestras conciencias, el criminal no quedará impune. Con esa lección aprendida nos queda interiorizarla en nuestro día a día, nos queda darnos cuenta de que los crímenes como  las agresiónes sexuales no pueden ni deben quedar impunes, ni en lo grande ni en lo cotidiano porque la agredida sufre lo mismo en sus carnes. Y ahora ya sabes que no va a quedar sin castigo, ya nos encargaremos todos de ello o por lo menos eso espero.


El carnicero de Srebenica

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