El Athletic no tiene mercado, y ha vuelto a quedar de manifiesto con las cifras que están barajando en el más que posible fichaje de Ander Herrera. Entre 8 y 11 millones de euros, dependiendo si la información la da un diario bilbaíno o la hace uno aragonés. En cualquier caso es un precio mucho más alto que el valor real del jugador.
Herrera es un jugador con presente y quizá con mucho futuro. Pero sólo quizá. Es una nueva apuesta arriesgada de un joven valor que puede tener una carrera meteórica o, por contra, quedarse en la mediocridad de la mayoría de mediocentros de la Liga. Entiéndaso por mediocridad jugadores que no destacan especialmente y que se dedican a cumplir con la camiseta de su equipo.
Ocho millones es una cifra insultante tal y como está el mercado actual. El Athletic tiene que bucear en 2ªB, robar en Navarra, intentar pescar en Guipúzcoa y aprovecharse de la coyuntura del fútbol alavés. Y si no, a tirar de talonario.
Hay que tener en cuenta que el Zaragoza es un equipo en crisis, ávido de cash y de enderezar su situación deportiva tras sus últimos inesperados fracasos. Y luego está el caso Llorente. Si el jugador quiere, se va a ir. No hay más. Ahora puede salir Caparrós, el capitán, el presidente o el alcalde de Bilbao a decir lo que quieran, pero si Llorente tiene una buena oferta para él sobre la mesa, colgará la camiseta de los cachorros, abandonará la catedral y tomará nuevos aires. Ni más, ni menos.
Es un equipo que quizá debiera replantearse su política si quiere aspirar a grandes cotas con cierta asiduidad y no esperar buenas hornadas que lleguen desde la cantera, una situación cíclica que dificilmente se puede controlar.
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