Revista Expatriados

El cascanueces

Por Spanierin

Recuerdo haber ido una vez a ver ballet. Fue en Madrid. Hace ya una eternidad. Recuerdo que las entradas que recibí, que fueron un regalo, eran tan horribles que nos tocó sentarnos casi atrás del todo y prácticamente detrás de una columna. Eso, sumado al hecho de que llevaba varios días descansando poco por el trabajo y la universidad, hicieron que casi a la mitad de la pieza empezara a notar un sueñecillo. ¡Qué vergüenza!

Nunca logré resarcirme de aquel sentimiento de malestar. Sin embargo, hace poco recibí una nueva propuesta: entradas para ir a ver de nuevo el ballet, esta vez en Salzburgo. ¿Quién puede rechazar una oferta así?

Además, por suerte para mí, se trataba exactamente de la misma obra: El cascanueces, en alemán Der Nussknacker. Y, lo mejor de todo es que, como el ballet consiste precisamente en eso, en bailar, no es necesario conocer un idioma en particular para entender la obra.

Las entradas en esta ocasión eran mucho mejores que aquella otra vez: en la parte alta de la sala, más o menos centradas. Sin muchas cabezas por delante que entorpecieran la visión. Y en un lugar maravilloso, que si ya desde fuera llama la atención, por dentro no resulta menos imponente: la Großes Festspielhaus (= gran teatro para festivales) de Salzburgo.

El tema de la obra en sí procede de una adaptación de Alejandro Dumas de una obra de 1816 titulada El cascanueces y el rey de los ratones, que fue escrita por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann. La historia original era bastante más larga, por lo que fue preciso acortarla y adaptarla para su representación, surgiendo así la obra maestra que conocemos hoy en día compuesta por Tchaikovsky.

El argumento de la obra de Tchaikovsky es el siguiente: la noche previa a la Navidad, la familia de Clara y Fritz decora el árbol antes de recibir a sus invitados. Cuando éstos llegan, se celebra una fiesta a la que también acude Drosselmeyer, un fabricante de juguetes que lleva regalos para todos los niños. Clara recibe de él un cascanueces que, por desgracia, acaba roto dado que su hermano siente envidia de ella. No obstante, Drosselmeyer consigue arreglarlo y Clara, que se preocupa por su juguete, decide ir a verlo a medianoche, cuando la fiesta ya ha acabado.

Según las versiones, o bien Clara se queda dormida junto al árbol de navidad o bien observa que a través de su ventana, que ha quedado abierta, comienzan a entrar ratones. En cualquiera de los dos casos, se sucede una batalla entre los ratones y el cascanueces, a quienes se unen soldados de jengibre, soldados de plomo y muñecas, y en ella quedan derrotados los ratones.

A continuación, Clara, el cascanueces y Drosselmeyer viajan al reino de los dulces, en el que se suceden una danza española (que a veces se identifica con el chocolate), una danza china (té), una danza árabe (café) y una danza rusa (bastones de caramelo).

En algunas versiones, después de esta trama se ve a Clara despertándose y revelando que todo se ha tratado simplemente de un sueño. En otras, sin embargo, y de acuerdo con el cuento original de Hoffmann, el sueño no era tal, y ella se queda con el cascanueces tras las danzas.

El cascanueces

Se trata, como podréis ver, de una obra muy tierna (desde mi punto de vista) y que además resulta muy fácil de entender. Tanto si se conoce el argumento como si no, cuando se observa esta pieza de ballet se puede comprender perfectamente lo que está ocurriendo.

Si alguien tuviera interés en ver la obra, parte de ella o, simplemente, en tratar de reconocer la música (que es factible), aquí os dejo un enlace de una grabación de 1987, que no por ello significa que esté pasada de moda ni mucho menos; es simplemente la más bonita representación de las que he encontrado en internet.

Aunque, evidentemente, es mucho mejor tener la oportunidad de verlo en directo.

Una bonita manera de prepararse para la Navidad.

PD. Me gustaría dedicarle esta entrada a una bailarina que conozco, ya que yo pensaba que iba a ir al teatro en el que ella trabaja y al final resultó ser otro. En cualquier caso, me habría gustado mucho verla en acción. ¡Espero tener otra oportunidad para ello!


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