El Caso Bosman marcó para siempre la historia del fútbol mundial y significó un antes y un después en este deporte.
Poco se imaginaba Jean-Marc Bosman que el litigio con su club provocaría un terremoto tan importante que cambiaría no solo el orden del fútbol europeo, sino que del fútbol a nivel mundial.
Si el fútbol es tan popular como hoy en día, se lo debe en gran parte a la internacionalización del mercado de fichajes que volvió al deporte un fenómeno global al punto que hoy en día cualquier fanático es capaz de realizar pronósticos de diversas competiciones en el mundo por el interés que suscitan los jugadores de distintas nacionalidades.
A continuación, analizaremos los motivos de este evento histórico.
Primero que nada, debemos situarnos en el contexto de la época de esta historia. Hablamos del año 1990, cuando la Guerra Fría llegaba a su fin; en la radio sonaba el éxito “Ice Ice Baby” de Vanilla Ice y Los Simpson estrenaban su primera temporada.
1990 fue también el año en el que el jugador belga Jean-Marc Bosman del Standard de Lieja pretendía fichar por el Dunkerque de Francia. El problema es que en estas épocas el club de destino tenía que pagar una suma económica al club de origen por cualquier jugador, incluso aquellos que, como Bosman, ya no tenían ningún contrato laboral con el club de origen.
El Dunkerque no podía pagar por los servicios de Bosman y el Standard se negaba a dejar ir a su exjugador (sin contrato en el momento de las negociaciones). Por este motivo, Bosman decide denunciar a su antiguo empleador y después de varias audiencias, en 1995, la justicia belga determina que cualquier jugador que esté finalizando su contrato puede irse al club que desee.
Este fue un primer cambio radical en el mundo del fútbol, pero fue solo el inicio de una bola de nieve que se iba acrecentando.
Antes de 1995, los clubes europeos no podían contar con más de 3 jugadores extranjeros en el campo de juego. Eran tiempos en los que equipos históricos como el FC Barcelona tenían a Romario, Hristo Stoichkov y Ronald Koeman en su plantilla. Otros como el Milán contaban con el famoso trío de holandeses de Frank Rijkaard, Marco Van Baasten y Ruud Gullit.
El caso Bosman hizo que la Corte de Justicia Europea se interesara en el fútbol y se pusiera a analizar el tema de las cuotas máximas de jugadores extranjeros por equipo: Se determinó que esta medida iba en contra de los principios de libre circulación de un trabajador en Europa. Gracias a la marea que arrastró el litigio de Bosman contra su exequipo, la Corte anuló esta medida que significaría un antes y un después en la historia del fútbol.
A partir de 1995, los equipos podían contar con cuantas nacionalidades diferentes de la Unión Europea quisieran y, normalmente, hasta 3 jugadores extracomunitarios. Algo que a día de hoy es normal como podemos apreciar equipos como el Arsenal o el Inter de Milán, que alguna vez alinearon 11 jugadores extranjeros.
Se pueden tirar 3 principales lecciones de este cambio:
En primer lugar, el boom del mercado de fichajes. Los clubes empezaron un festival de compras de los mejores jugadores y se disputaban estrellas a base de ver quién ponía el cheque más grande. Esto provocó que los precios de los jugadores se dispararan.
Hasta 1995, el récord una transferencia por un jugador era de 19 millones de euros pagados por el AC Milán para adquirir a Gianluigi Lentini en 1992.
Este récord fue rápidamente superado en 1996 por el FC Barcelona que pagó 20 millones de euros por Ronaldo Nazario. Luego sería Alan Shearer transferido por 25 millones al Newcastle, otra vez Ronaldo por 30 millones al Inter y en 1999, apenas 4 años después del caso Bosman, el Inter llegaría a los 50 millones de euros gastados por el italiano Vieri.
El resto ya es historia, los famosos galácticos del Madrid, con Zidane y Figo. Una vez más el Real Madrid con las compras de Cristiano Ronaldo y Gareth Bale por 100 millones de euros, y el PSG que rompió el mercado con los 180 millones por Mbappé y 220 millones por Neymar.
En segundo lugar, las desigualdades entre equipos europeos se ampliaron como nunca. Equipos como el Bayern Múnich o Real Madrid pueden darse el lujo de comprar a los mejores jugadores porque tienen el músculo financiero para hacerlo. Y otros históricos como el Olympique de Marsella o el Ajax de Amsterdam (que tiene 4 Ligas de Campeones) se tienen que conformar viendo a sus jugadores marchar a potencias europeas.
Finales de Champions entre el Nottingham Forest y el Hamburgo, el PSV Eindhoven y el Benfica o el Estrella Roja de Belgrado frente a Marsella no se verían nunca más. Era imposible para estos equipos seguir compitiendo al más alto nivel con jugadores locales casi en su totalidad.
Y la última consecuencia tiene que ver con la formación de jugadores. Antes del Caso Bosman, los mejores equipos están obligados a tener excelentes centros de formación para que los jugadores juveniles sostuvieran al primer equipo. Existía una simbiosis y nexo importante entre las categorías inferiores de clubes y el primer equipo.
Hoy en día, son los clubes pequeños que dependen de la formación de jóvenes jugadores para realizar ventas que les cubran las inversiones anuales para seguir compitiendo. Las jóvenes estrellas empezaron a marchar cada vez más temprano de sus clubes de origen, cuando antes lograban tener carreras más largas en clubes que hoy son vendedores, como el Benfica, el Borussia Dortmund o el Olympique de Lyon.
El caso Bosman dio inicio al fútbol moderno. FOTO: Image.unsplashA priori estos resultados se presentan como negativos al nuevo orden mundial del fútbol, ya que afectan igualmente a ligas de menor poder económico como las africanas y sudamericanas que apenas pueden disfrutar de sus promesas.
Pero al final el espectáculo que ofrece hoy en día el fútbol fue en gran parte gracias a estos cambios, y el deporte en sí no se hubiera desarrollado económicamente de haber permanecido con las cuotas de jugadores extranjeros.
Al final, se trata de una cuestión de gustos y de adaptarse al famoso fútbol moderno. Cada quien elige su bando.