Por Neri Calvillo Ruiz
En una tarde lluviosa, el hombre llamado Augusto llegó a casa como cualquier otro día, de pronto recostado en su cama, el hombre empezó a sentir un dolor extraño en todo su cuerpo, él no sabía la razón de esto. Fueron varias tardes que sucedía lo mismo, cuando un sábado por la mañana el hombre despertó y al verse en el espejo notó que partes de su cuerpo estaban cambiando, él muy asustado llamó al doctor, no tenía ni la mínima idea de lo que le ocurría. Ese mismo día por la tarde, al llegar el doctor a casa de Augusto notó que aquel hombre normal que él conocía ya no era él, pensaba que todo esto era parte de una broma, éste al no tener los remedios para curarlo tuvo que dar la mala noticia al hombre y partió de su casa.
Pasaron los días y el hombre ya no era tan hombre común todo su cuerpo había sufrido cambios muy drásticos, él no tenía planeado como iba a vivir después de este suceso, temía que todas las personas que lo vieran se iban a llevar un gran susto, dado su aspecto físico con piel tan áspera que parecía de cocodrilo, sus enormes pies como de elefante y ni se diga de su rostro era algo parecido a un caballo pero a pesar de todo él mismo hombre sabía que seguía siendo Augusto y que nada cambiaría solo por su apariencia.