Este post no va de buenos y malos, de héroes y villanos, ni tan siquiera expresa mi opinión emocional o con quien simpatizo en esta pugna de poder, o mi empatía emocional o solidaridad hacia Fabián Mohedano. Intento analizar una decisión y la forma de ejecutarla de la dirección nacional del PSC y el porqué creo que en la forma cometen un error profundo.
Fabián Mohedano es miembro de la ejecutiva nacional del PSC y se le ocurrió pasar por un acto de ERC a favor del derecho a decidir y de que este se ejerciera con un sí a la independencia.
El PSC permite que los militantes mantengamos nuestras posturas públicas defendiendo las tesis que mejor queramos, y lo único que estamos obligados es que en el ejercicio de nuestras responsabilidades institucionales respetemos los programas y acuerdos por los que nos hemos presentado y la mal llamada disciplina de partido. También nos piden que no hagamos campaña a favor de otras organizaciones políticas.
Perfecto, asistir a actos de otros partidos es algo que muchos militantes del PSC y de otros partidos hacen. Se les invita a congresos, simpósios, jornadas de debate, etc.. Hay además una diferencia entre un acto electoral, donde se promueve una candidatura determinada y un acto para defender una causa determinada.
Técnicamente el artículo 4.2 al que al parecer la ejecutiva nacional quiere abrazarse ha de demostrar que la asistencia al acto de ERC realmente está potenciando a ERC, y creo que sólo se ha utilizado para casos en los que militantes han pedido explícitamente el voto por otras formaciones o han hecho activamente campaña por otra formación política. No sé que decisión va a tomar la comisión de garantías, pero al parecer en la dirección nacional del PSC olvidan que por encima de la comisión de garantías existen los tribunales que en el caso de las libertades individuales son muy garantistas y al PSC le costaría mucho demostrar que el artículo 4.2 es aplicable. Si Fabián decidiera tirar por la vía judicial a la dirección del PSC se le avecina una nueva dimensión de ridículo.
Y es que seguramente la dirección del PSC tenía mecanismos más directos y sencillos para expulsar a Fabián de la ejecutiva. Fabián ha hecho críticas directas, claras, diáfanas y sin tapujos a la dirección nacional, críticas que por cierto, comparto. La ejecutiva nacional podría haber expuesto el caso de que un miembro de la ejecutiva nacional no puede estar criticando sistemáticamente las decisiones de la ejecutiva nacional, exponerlo a debate dentro de la ejecutiva y luego llevarlo al Consell Nacional.
Esa vía, hubiera sido dolorosa para Fabián pero más aún para la dirección nacional que se hubiera expuesto a un debate sobre quién y cómo toman las decisiones, se hubiera destapado la red clientelar que sostiene una dirección en la que nadie, ni tan siquiera sus más fervientes defensores, creen. Se hubieran visto las debilidades. Pero seguramente Fabián hubiera sido expulsado de la dirección nacional del PSC, ningún tribunal podría meter mano, y además seguramente hasta la dirección nacional tendría razón.
Pero deciden optar por la vía cobarde (e idiota) de utilizar el artículo 4.2, que se coge con pinzas, creyendo que les va a evitar el debate público y mediático sobre cómo se toman las decisiones en el PSC y la debilidad de su dirección. Peor, el debate está ocurriendo, mucha más gente sabe quién es Fabián Mohedano y además le están victimizando. Por no decir que la imagen que proyectan del PSC es la de un partido estalinista, algo que no es su talante ni de lejos, y por tanto más bien es una imagen que están proyectando sobre la propia dirección. Consiguen hacer de un casi anónimo miembro de la dirección del PSC en una especie de héroe de la libertad de expresión.
La dirección mantenía a Fabián (y algunos otros) en la dirección para dar una imagen de pluralidad, pero en el fondo el control y la toma de decisiones pasa por pocas manos (algo muy común en todos los partidos, por otro lado), cuando esta pluralidad ya no da réditos o no es creíble, los costes de la pluralidad no están dispuestos a pagarla. Dentro de la lógica de teoría de juegos y del más frío cálculo de costes y oportunidades la dirección del PSC toma la decisión más fría y racional, una vez asumen que el PSC ha de dar respuesta sólo a una de las almas y que lo importante es mantener a toda costa la hoja de ruta de Granada, lo demás es secundario. El problema no es la decisión, sino la forma en que deciden ejecutarla.
Esta película no va de buenos y malos, de héroes y villanos. Que a Fabián le iban a expulsar de la ejecutiva del PSC era algo que algunos pensábamos que era cuestión de tiempo. Que la postura que defiende la dirección del PSC es legítima, también, igual que la que defiende Fabián. Fabián no hizo nada que otros no hayamos hecho, pero la diferencia seguramente es que yo me he marchado antes del órgano que iba a criticar antes de hacerlo y he dado un tiempo prudencial. Pero no quiero criticar su postura, en situaciones donde la dirección política ha degenerado tanto como la que está ocurriendo en el PSC, los mecanismos habituales de reacción son insuficientes.
No quita que quien estando en un órgano de dirección lo critique de forma sistemática se exponga a que le expulsen del órgano por no respetar las decisiones que se toman. Supongo que Fabián asumía ese riesgo en el momento que hacía estas críticas. Ahora bien, la dirección del PSC ha tomado el peor de los caminos. La que les deja como unos estalinistas, la que se expone a que un tribunal externo les deje con el culo en el aire, la que victimiza a Fabián y le hace un pequeño héroe, la que evidencia aún más el ridículo en el que profundiza esta dirección.
Y es que al parecer, ni sancionar saben.