El caso de la mano perdida, Fernado Roye
Datos del libro:
- Temática: Policiaca
- Autor: Fernado Roye
- ISBN: 9788415521136 ePub 9788415521143 mobi 9788415521150 IBD
- Colección: sinrastro
- Publicación: 11/2014
- Idioma: ES
Sinopsis
El sargento Carmelo Domínguez, jefe de puesto en una pequeña localidad serrana en los tiempos de la posguerra española, pone a prueba sus peculiares capacidades deductivas al encargarse del extraño caso de una mano seccionada encontrada en la demarcación, enfrentándose a los poderes locales más interesados en la próxima visita de Franco.
El estilo
Roye no se anda con florituras. Para escribir la novela ha utilizado un lenguaje sencillo. Precisamente el apropiado para describir un mundo y unas gentes que también lo son. Pero no es éste el único uso que el autor da a la lengua. Con un manejo extraordinario de ésta, consigue dibujar las personalidades y naturalezas de cada uno de los personajes que encontramos en la historia. Cada uno a su manera nos cuenta sus problemas, sus defectos, sus vicios, pero también sus bondades. Y es que El caso de la mano perdida es más que una simple novela de detectives. Entremezclada entre sus páginas, encontramos la narración de una historia policíaca, pero también la narración de una historia costumbrista y la de una búsqueda en lo más profundo del corazón del ser humano, donde, a pesar de todo y por muy hondo que haya que cavar, en todo hombre y mujer siempre existe una brizna de bondad.
Por lo demás, Fernando Roye utiliza una prosa limpia, sabe mantener el ritmo adecuado para cada circunstancia y, además, lo adereza todo con un delicioso sentido del humor. Todo ello ayuda a aunar trama y ambientación de tal manera que una y otra se complementan y proporcionan a El caso de la mano perdida una riqueza, tanto estructural, como en cuanto a forma y contenido, que hacía mucho que no encontraba en una novela.
La trama
A partir del hallazgo de una mano amputada, la novela comienza a desarrollar una típica trama detectivesca que, sin embargo, pronto se mezclará con una subtrama que le va a servir de contrapunto y elemento distorsionador: las fuerzas vivas del pueblo están empeñadas en que el sargento, Carmelo Domínguez, abandone la investigación del posible asesinato (el cuerpo al que pertenece la mano no ha sido encontrado), para dedicar todas sus energías a preparar el dispositivo de seguridad que habrá de blindar Santa Honorata durante una próxima visita de Franco, que llega para cazar.
Fernando Roye hace un gran trabajo al enlazar ambas tramas de forma que una se pierde en la otra y viceversa. El resultado es la narración de una historia rica en detalles específicos que sumergen al lector en la novela y lo introducen sin ningún tipo de esfuerzo en lo que Gardner llamó el sueño de la ficción.
El escenario
La construcción del escenario es otro de los grandes aciertos de Roye en la novela. En este sentido, ya se ha mencionado antes, El caso de la mano perdida es mucho más que una historia detectivesca, es también un retrato costumbrista de la España rural de los años 50, la llamada España profunda, magníficamente reproducida por la hábil mano de Roye.
En Santa Honorata, un pueblo inventado para la ocasión, asistimos a la España del momento, vivimos en directo las rencillas entre vecinos, la pobreza, las enemistades ancestrales, pero también las lealtades; y dentro de San Honorata, como en un espacio cerrado donde cuesta respirar, el ambiente agobiante, a veces incluso angustioso y cruel, de un cuartel en el que tanto la fidelidad como el rencor andan a sus anchas y nos ofrecen una imagen vívida de las distintas naturalezas humanas.
Los personajes
En El caso de la mano perdida, Fernando Roye construye un mundo riquísimo en personajes, la mayoría incultos y brutales, pero que llevan con ellos el conocimiento de la especie, adquirido generación tras generación. Entre manías, sentimientos y supersticiones, Fernando Roye nos muestra un exuberante abanico de personalidades.
Carmelo Domínguez
Sargento y comandante del puesto, Carmelo Domínguez es el protagonista de la novela y lleva como seña identificativa superespecialísima la de tener un ojo de cada color. Se trata de un hombre extremadamente observador, cuyas deducciones, aunque razonables en ocasiones, están cargadas de superstición en otras. Lo de darle a elegir a Benito entre unos papelitos y llegar a donde llegan…, en fin…
No obstante, precisamente ahí se encuentra parte del encanto de la investigación que lleva a cabo este sargento, un poco vaguete, pero concienzudo, que se pasa, además, a las fuerzas vivas por el arco del triunfo.
Inasequible al desaliento, no ceja hasta encontrar el cuerpo al que pertenece la mano perdida. Un miembro, por cierto, que tiene su propio recorrido en la novela. Da risa imaginar cómo la mano va pasando de mano en mano, unas veces por mor de la investigación; otras, como simple juego de niños.
Benito Viedma
Es el doctor Watson del sargento. Joven, inocente y recién llegado al cuartel, Benito Viedma es un apasionado de las novelas policíacas, género del que le gustaría ser escritor, y el único, entre los guardias civiles, que atesora un patrimonio cultural que lo hace distinto. Aunque no es ésta su única característica diferenciadora: Benito es joven, bisoño e ingenuo, pero también es un hombre ávido de aprender su oficio.
De hecho, es él a quien el sargento lo toma como aprendiz, y en sus correrías juntos veremos cómo el guardia civil novel se asombra ante los aciertos de su superior, ya sea a través de la superstición, ya a través de la inteligencia. Benito es, también, un soplo de aire fresco para el cuartel. Él y su esposa ponen el contrapunto a unos matrimonios acostumbrados a una vida cuartelaria que poco tiene que ver tanto con las aspiraciones de la esposa como con las ensoñaciones del propio Viedma.
El cabo
Malvado entre los malvados, le corroe la envidia y el rencor, además de ser un extraordinario representante de maltratador, mal marido y pésimo padre. Se la tiene jurada al Sargento Carmelo, que le apeó del puesto cuando llegó, y no se detendrá ante nada para acabar con él. Un personaje repugnante que Roye construye con gran maestría.
Otros personajes
El resto de personajes lo componen, por un lado, las fuerzas vivas y, por otro, los vecinos de una una Santa Honorata en la que están representados los más curiosos empleos: como los de piconero, calador o caminero; tipos de trabajo que sirven para dar vida al escenario en el que transcurre El caso de la mano perdida, pero también para arrancar una sonrisa nostálgica en el recuerdo de lectores que, como yo, se han calentado las piernas con braseros de picón y han conocido las casas en las que vivían los peones camineros.
Luego, además, tenemos la vida en el cuartel, donde las esposas de los guardias civiles luchan con sus propios problemas, ya sea entre ellas mismas ya con sus propios maridos.
Todo un repaso a la sociedad de los años 50, a la naturaleza humana y a la Justicia que, como siempre y en toda buena novela policíaca, acaba por triunfar.
La novela es fresca, distinta y, desde luego, una absoluta delicia. Recomendadísima.
¿Y tú, la has leído? ¿Qué nos cuentas de ella?
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