¡Hola, amig@s!
Vamos ya con esta quinta y penúltima reseña de la 4ª Semana de Novela Negra. Esta vez nos trasladamos a la Maremma toscana. Estamos en el caluroso junio de 1895, un año en el que el mundo empieza a moverse: en ese año Marconi envió la primera señal de radio, los hermanos Lumière deslumbraron al mundo con su invento, Pellegrino Artusi publicó su famoso libro de cocina, La ciencia en la cocina y el arte de comer bien,... Pero en el castillo de los Roccapendente está al margen de esos cambio, el viejo orden sigue imponiéndose y el ritmo se ralentiza.
Los Roccapendente son una familia aristocrática ociosa, aficionada a nada y básicamente aburrida de su rutina diaria. Los huéspedes que a menudo son invitados al castillo son los que traen un poco de aire fresco a sus vidas de letargo sin fin. La familia la componen la señora baronesa- de difícil carácter y que desde su silla de ruedas sigue imponiendo su voluntad- su hijo, el séptimo barón de Roccapendente, Alinaro Bonaiuti- que intenta mantener el estilo de vida sin mancharse las manos claro, nobleza obliga-, los tres hijos de este, Gaddo- que tiene una alta consideración de sí mismo como poeta (desgraciadamente es el único)-, Lapo- mujeriego y holgazán que no da palo al agua- y Cecilia- con ganas de ser útil pero que se ve limitada a actividades femeninas, y la única hacia la que el autor muestra simpatía. Los dos miembros que nos falta por mencionar son las dos primas solteronas del barón, un tándem indisoluble al que se denomina las señoritas.
"Si alguien tuviera que describir a las dos mujeres sentadas a la mesita de hierro forjado, debería empezar necesariamente por los botones.
El vestido de algodón blanco de la primera se cierra en la espalda con una apretada hilera de botones, el último de los cuales se abrocha exactamente un milímetro por debajo de la tercera cervical, como un garrote de madreperla; (...) Por lo que habla y por cómo va vestida, es probable que, para esta mujer respirar no sea tan necesario."
Junto a los distintos miembros de familia nos encontraremos en el castillo con los criados, el capataz y los jornaleros, gente inteligente y con carácter y que serán parte activa de la trama.
Pellegrino Artusi y su blanco bigote de diez centímetros llegan el viernes al castillo para lo que el empresario-escritor considera que será un agradable fin de semana de relax y tranquilidad. Su fama le precede por la publicación de su libro y se entiende que, además de para la batida de caza, viene a asesorar en su arte de la cocina. Otro huésped, Fabrizio Ciceri, "daguerrotipista-fotógrafo de ambiente", ha llegado también al castillo.
Pero esa paz y quietud que Artusi viene buscando se ve dramáticamente truncada cuando la mañana del sábado se halla en la bodega el cadáver del joven mayordomo Teodoro- en esta ocasión el mayordomo no es el asesino sino la víctima. Y nos encontramos con el conocido misterio- Poe tiene buena parte de culpa de este recurrido recurso- de que la bodega está cerrada con llave por dentro. Además de avisar al médico de la familia, Artusi advierte de la necesidad de notificar el caso a la policía. El inspector Artistico llega al castillo, a pesar de la reticencias de la familia que se ve de algún modo ultrajada, y se hace cargo de la investigación. Artusi también colaborará de forma decisiva y en un fin de semana y doscientas seis páginas queda resuelto el crimen.
"Una de las maldiciones más comunes para los hombres poderosos es la de tener un hijo tonto. Hay ejemplos para dar y regalar, con particular evidencia en la política, desde Cromwell en adelante: será porque cuando eres poderoso, no tienes tiempo que perder detrás de tu chiquillo; será porque, si eres influyente, tu párvulo crece malcriado; pero no ocurre raras veces que, a un padre autoritario, suceda en la línea hereditaria un hijo idiota."
Marco Malvaldi (Pisa, 1974)
La novela tiene un lenguaje irónico, brillante, viene cargada de crítica social y, aunque la trama policial es bastante sencilla, sin las complejidades de la gran novela negra, su lectura es muy entretenida y arranca más de una carcajada. Para mí ha resultado todo un descubrimiento. Este estilo ligero, socarrón y con frecuentes guiños al lector, me ha ganado sin lugar a dudas. Utilizando un lenguaje culinario- en una novela con receta incluida- diría que El caso del mayordomo asesinado es un plato muy bien condimentado y que deja un regusto a buena literatura en el paladar. Marco Malvaldi, recordad el nombre. A partir de ahora lo veréis con frecuencia por el blog."Una vez que terminó de hablar con Agatina, el comisario Artistico convocó de inmediato al agente Bacci y lo expidió a ver al barón de Cesaroni con una pregunta concreta; para asegurarse, incluso se la escribió en un folio, no fuera que Bacci cogiera el torno por las pelotas (sí, sería el toro por los cuernos, pero disculpad el desahogo, ya no puedo más con este lenguaje de fin del siglo XIX y al cabo de un rato necesito cambiar de aires)."
¡Gracias por estar ahí y por vuestros comentarios! Nos leemos...