En 2008, durante unas obras de rehabilitación en la masía conocida como La Torrassa, y que da su nombre al barrio hospitalense homónimo ( ver Collblanc - Torrassa, historia del barrio más revolucionario de L'Hospitalet), se encontró un lienzo de muralla con seis aspilleras defensivas que databan de los siglos XII-XIII. Estudiados los hallazgos, se llegó a la conclusión de que aquellos restos de época románica correspondían al conocido como Castell de Bellvís, edificio fortificado que sólo se conocía por referencias documentales que lo remontaban al siglo X.
La importancia del Castell de Bellvís radica en su posición estratégica, justo encima del acantilado que separa el Samontà de la Marina, desde donde se controlaba el paso por el camino real (antigua Vía Augusta) que es la actual Carretera de Santa Eulalia ( El invisible y superviviente mojón histórico de la calle Enric Prat de la Riba ) . El castillo, que se especula tuviese su origen en una edificación de época romana, fue adaptándose a los tiempos añadiendo nuevos espacios y usos hasta convertirse en la masía de La Torrassa. Masía que, a raíz de la urbanización del barrio a principios del siglo XX, quedó absorbido dentro de la trama urbana, descontextualizando el entorno que propició la existencia de esa fortificación.
Desde su descubrimiento el castillo está pendiente de una restauración intensiva y extensiva debido a su galopante degradación. Una necesaria rehabilitación para consolidar las ruinas medievales, que ha sido pospuesta continuamente por el ayuntamiento de la ciudad pese a la presión vecinal, y que amenaza con hacer desaparecer uno de los edificios más antiguos de L'Hospitalet de Llobregat ( El Castillo de Bellvís o la indignante precariedad de un patrimonio románico ) .