Estamos hablando de un yacimiento de la época ibérica fechado en los siglos V-II aC, con una primera ocupación documentada en la Edad del Bronce y otras posteriores en época romana y medieval, posiblemente con pervivencia hasta el siglo XIII-XIV. A la importancia histórica se une la espectacularidad del enclave, en lo alto de un elevado cerro cuya vertiente este está cortada a pico. Desde sus 1.058 metros de altitud sobre el nivel del mar, el emplazamiento permite contemplar una vasta panorámica de la región.
Julián Zuazo, autor de una publicación dedicada a Meca, editada en 1916, ya escribía: "Seguramente que esas compañías de turistas que a grandes gastos y con duras fatigas van a países muy lejanos a buscar paisajes nuevos e impresiones vivas de la naturaleza, no han contemplado jamás un cuadro mas grandioso ni gustado el deleite grave de estas ruinas potentes y pintorescas olvidadas en una comarca desconocida, ahogadas, en una luz deslumbrante en la cima de rocas vertiginosas".
Pero no es la verticalidad de los paredones orientales el único obstáculo que dificulta el acceso al Castellar de Meca. Pese a contar con la declaración de Monumento Histórico Artístico Nacional desde 1931, sus vetustas piedras están ubicadas en una finca privada cuyos dueños administran el acceso a su antojo.
Es un auténtico oprobio que un vestigio histórico de la importancia del Castellar de Meca no sea de titularidad pública. Y es sencillamente impresentable que el acceso al mismo esté sometido a la arbitrariedad de intereses privados, como se desprende del texto literal de la "web oficial' del Castellar: "La Ley de Patrimonio Histórico Artístico de 1985 vigente indica que se deje el acceso libre a los visitantes cuatro días al mes. Por tanto los propietarios hemos establecido el siguiente horario de visitas: Todos los domingos del año".
La situación de privacidad de Meca contrasta con la cuidadosa excavación y conservación de otro asentamiento ibero: la Bastida de les Alcusses, ubicada 60 km más al este, en el término de Moixent, cuyo municipio muestra con orgullo una reproducción a gran escala de la pequeña figura encontrada en el lugar: Guerrero de Moixent. Este poblado está plenamente accesible al público, y cuenta incluso con servicio de visita guiada gratuita.
Asimismo, en la cercana localidad de Alpera existen varias cuevas que albergan pinturas rupestres. En concreto, la cueva de la Vieja es una de las estaciones con arte rupestre más relevantes del sector oriental peninsular que, desde 1998, ha sido declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO. Accesible al público a través de visita concertada con el servicio de cultura municipal.
Reconstrucción de las pinturas de la Cueva de la Vieja
El Castellar de Meca
El lugar ya es citado en el documento de "Amojonamiento entre la villa castellana de Chinchilla y la aragonesa de Ayora", de 1411. También es objeto de la visita por Cabanilles, Conde de Lumiares y eruditos del XVIII y XIX, y por Pierre París y A Schulten.
Tallada en roca, la ciudad-fortaleza sorprende por sus amplias dimensiones (ocupa más de diez hectáreas de superficie), por su compleja red de recogida de aguas (basada en canalillos y grandes y numerosos –superior al centenar- aljibes tallados en roca viva) y, sobre todo, por el camino de acceso de carros al recinto, de cerca de un kilómetro de longitud. Además se conservan restos de las murallas ciclópeas, torres defensivas, casas semiexcavadas en la roca, escaleras, pesebres y abrevaderos...
Con una acusada pendiente, el denominado Camino Hondo constituye una asombrosa obra de ingeniería prerromana, sin paralelo en la península ibérica. El último tramo discurre por una trinchera excavada en roca de unos cinco metros de profundidad. Para superar la pendiente se alargó el recorrido y obligó a realizar una cerrada curva para cambiar el sentido del camino hacia el centro de la ciudad.
El suelo, sobre roca viva, presenta profundas marcas como consecuencia del paso de las ruedas de carro durante 1500 años. En los laterales se aprecian unas hendiduras en la piedra que, presumiblemente, servirían para introducir trancas de madera y sujetar así las ruedas evitando el deslizamiento por la pendiente.
Una vez llegados a la meseta se pueden observar habitaciones excavadas en la roca, escaleras, y numerosos depósitos (más de un centenar). No todos los depósitos serían aljibes, ya que algunos pudieron ser utilizados como graneros o almacenes. Las características del poblado sugieren que éste sería un gran almacén de productos agropecuarios que explicaría el camino de acceso para facilitar su transporte desde el llano. La construcción del camino y de los sistemas de almacenaje requiere de una clase dirigente con capacidad de organizar recursos y gestionarlos de forma eficaz. En épocas de depresión por malas cosechas o crisis, la defensa del lugar y sus recursos excedentarios almacenados en periodos de bonanza sería fundamental.
Vertiente oriental del Mugrón, con paredes cortadas a pico
Profundas rodadas producidas por el paso de carros en la piedra del Camino Hondo
Aljibes excavados en la piedra caliza del Castellar de Meca