En las altas instancias del régimen castrista se debate secretamente sobre qué hacer en Venezuela, si continuar con el diseño clásico del chavismo, consistente en mantener la apariencia de democracia corrompiéndola y controlándola desde dentro, o si es mejor acabar con el disimulo y con las elecciones burguesas, controlando de manera mas férrea el poder. ---
Tras la desaparición de Hugo Chávez, verdadero amigo y admirador de Cuba, los hermanos Castro no se fían de la lealtad venezolana y han decidido controlarla con mano de hierro. Con la complicidad del presidente Maduro, un pelele sin preparación ni carisma que está debilitando el chavismo con su escaso liderazgo, los cubanos están intensificando sus controles, sobre todo en la inteligencia y el Ejército venezolano, verdaderos santuarios del poder en la república bolivariana.
La publicación de una grabación secreta entre un oficial cubano y un dirigente del chavismo (el comandante Aramis Palacios, de la inteligencia cubana, y el periodista chavista Mario Silva) revela el alto grado de corrupción interna del sistema, la división entre las fuerzas chavistas, las luchas internas y la creciente presencia cubana en Venezuela, a cambio del que recibe 100.000 barriles diarios de petróleo a cambio de la presencia pagada de miles de cubanos, sobre todo especialistas militares, médicos y técnicos en ingeniería, comunicaciones y otros sectores vitales de la economía, desplazados a Venezuela, en teoría para ayudar, pero en realidad para con la misión de mantener firme una alianza que es vital para el régimen cubano.
La clave del poder cubano en Caracas es la "cubanización" del Ejército, pero también constituyen bazas nada despreciables los servicios de inteligencia, la ingeniería, las comunicaciones y el aparato de propaganda, todos fieles seguidores de modelos y planes trazados por los cubanos.
En Caracas, hasta la muerte de Chávez, se estuvo desplegando, de manera fiel y ortodoxa, el diseño estratégico del "Socialismo del Siglo XXI", ideado en la Habana, consistente en la toma y mantenimiento del poder a través de las urnas y en el control del sistema desde dentro, cambiando las leyes que limitan el poder presidencial, infiltrando el Ejército, la inteligencia y el partido en el poder y controlando los grandes poderes del Estado, sobre todo el poder Legislativo y el Judicial.
Pero la subida al poder del débil Maduro ha abierto un debate en la Habana, en el que participan los hermanos Castro y sus más íntimos colaboradores, sobre la mejor manera de seguir controlando Venezuela. El propio Fidel parece defender el abandono de la vieja estrategia de control de la democracia desde el interior y propone cambiarlo por un poder dictatorial que controle el país con mano de hierro, como ocurre en la misma Cuba. La rezón que esgrimen los que defienden una toma del poder directa y la supresión de las llamadas en Cuba "elecciones burguesas" es que el liderazgo de Maduro y las divisiones internas en el chavismo no garantizan suficientemente un efectivo y seguro control del poder.
Dentro del Ejercito venezolano hay un grupo fuerte, aunque por ahora sin poder suficiente, que rechaza la injerencia creciente de los cubanos en los asuntos internos de Venezuela. Hay quien afirma que el propio Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, estaría en buenas relaciones con ese grupo y cada día mas alejado de Maduro y de su "guardia de corps" cubana.
Los cubanos están muy nerviosos porque saben que su Revolución no aguantaría la pérdida de la ayuda venezolana en petróleo porque la población de la isla no seria capaz de soportar un nuevo periodo de hambrunas y escasez extrema.
Venezuela es hoy un hervidero de espías y agentes adscritos a los tres bando en lucha: el bando de Maduro, el bando de Diosdado y el de Capriles y la oposición, cuyo enorme apoyo electoral ha sorprendido a todos, a los cubanos, a los pro norteamericanos y a la misma oposición, que cree firmemente que ganó las elecciones y que el oficialismo chavista tuvo que hacer trampas para mantenerse en el poder, algo con lo que nadie contaba, sobre todo Fidel y Raúl, a los que los servicios de inteligencia de Washington ven mas nerviosos que nunca, desde que cayó la URSS.
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