Palacio de Toki-Eder Castro Urdiales
De vez en cuando escucho en boca de algunas personas ¡Qué bonito era Castro y como lo han destrozado! Y aunque en parte tienen razón, pues en mi ciudad se ha construido a lo bestia y sin control, quiero matizar algunos detalles
¿De qué Castro se habla cuando se hacen esas afirmaciones?
Todos los que hemos tenido la suerte de vivir aquí desde que nacimos tenemos diferentes percepciones de la historia de nuestra ciudad.
Es evidente que Castro Urdiales fue un lugar privilegiado para la burguesía y aristocracia en el siglo XX. De ese pasado esplendoroso, para algunos, quedaron palacios, edificios, jardines y teatros espectaculares; escenarios de ensueño para muchas fortunas que se dejaban querer por estas tierras agraciadas con un clima saludable.
Pero esos tiempos pasaron y en los años 70, cuando nací, la ciudad estaba en decadencia absoluta.
Cuando tuve uso de razón y libertad para salir del cuidado protector de mis padres empecé a explorar mi entorno descubriendo un mundo maravilloso donde los grandes palacios y jardines permanecían en abandono y accesibles para un niño de 10 años.
Y ese fue el Castro que conocí y que fue desapareciendo entre derribos y construcciones de hormigón.
De ese pasado quedan muchas huellas que a partir de ahora os iré contando sin orden pero con el recuerdo de un niño que tenía mucha imaginación y que aquel Castro en crisis era el escenario perfecto para vivir.