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El cazador implacable. Blade Runner 2049

Publicado el 20 octubre 2017 por Alvaromoral

El cazador implacable. Blade Runner 2049
El mundo se ha ido al garete dos veces. Una tras un desastre medioambiental y una segunda tras un apagón digital. (Para simplificar las cosas). Y yo me pregunto si no hubiera sido mejor una película sobre cualquiera de esos dos eventos. Pero si el título de tu película incluye las dos palabras de Blade Runner (también titulada El cazador implacable, ojito con el marketing de los 80), el único resultado aceptable pasa por un remake encubierto y la sacralización del mito. Una pena, puesto que ambos temas arrasarían en audiencia.

(con spoilers)

En el 2010 Denis Villeneuve llevó al cine la historia de una madre que en su testamento indicaba a sus dos hijos gemelos que buscaran a su hermano y a su padre. Los dos hermanos no conocían de la existencia de su hermano y creían que su padre había muerto tiempo ha. La historia narra esa búsqueda. Y ya no cuento más del argumento de Blade Runner 2049.

El cazador implacable. Blade Runner 2049

Pero vayamos al grano. BR2049 es una película asombrosa tanto por los ambientes que crea como por la parsimonía con la que se mueve. La película habla sobre el deseo de ser humanos. Fancher y Green (guionistas) focalizan muy bien este tema en personajes secundarios dejando a K el papelón de ser un detective de su pasado. Sapper Morton (Dave Bautista), Joi (Ana de Armas) y Niander Wallace (Jaret Leto) representan este anhelo a su manera. El simple detalle de caracterización de Morton que cultiva ajos y tiene una granja de gusanos reales siendo un blade runner tiene más de maestría narrativa que cualquiera de los magníficos planos de Roger Deakins. De Joi hablaremos más adelante pero tiene una de las mejores escenas cuando experimenta la lluvia cayendo sobre sus holográficas manos. Y Wallace piensa que el culmen de la humanización es la capacidad reproductiva pues en ese momento un ser creado podría crear; la maternidad es el rasgo más humano para Villeneuve.

Ryan Gosling tenía el peligro de convertirse en un trasunto de Christian Bale como un Batman perdido y muchas de las directrices de dirección y guion le han llevado irremediablemente a ello. ‘K’ se comporta como una criatura sin alma, domesticado y ejecutor de los mandatos de su jefa. Hay algo contradictorio en su comportamiento. Por un lado su condición de subordinado le convierte en un perro fiel y a la vez está su relación con su amante holográfica que está programada en guion como una voz en of de sus pensamientos que le animan a ser más. Joi le lleva a querer experimentar su lado más humano ya sea enamorándose o aceptando el hecho de que puede que sea humano al fin y al cabo. Tras ser destruida Joi, son los “rebeldes” quienes le dicen qué hacer. Cuando finalmente lleva a Dekard a ver a su hija, él se queda fuera moribundo habiendo ayudado a la resistencia como único objetivo de su existencia. Ahí, en ese preciso momento, Villeneuve y su equipo nos deja claro su no condición de ser humano puesto que no es más que un instrumento. Para más inri hay un momento en que su jefa le pregunta irónicamente si no le ha ido bien la vida sin tener alma. K es un personaje sin propósito vital. Personalmente creo que donde acaba la película debería haber empezado el segundo tercio de la película. Es entonces cuando hay algo verdaderamente importante que contarse.

La película tiene tantas cosas buenas que quejarse de una película así sería una estupidez. La historia tiene tono, es un gozo verla en pantalla gigante, Harrison Ford no lo hace excesivamente mal y podemos revisitar un universo que parecía que ya estaba terminado.

PD. A la película se le ha acusado de representar un mundo machista y que no representa todas las condiciones sexuales. Y yo me pregunto, ¿no saben que estamos en una distopía y no en el mundo políticamente correcto?


El cazador implacable. Blade Runner 2049

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