El cazoleto

El padre de una de nosotras era, como la mayoría de los hombres de su época, una persona acostumbrada a no hacer nada en casa... Pero lo que se dice nada de nada. A su mujer esa actitud no le molestaba en absoluto. Estaba acostumbrada a cuidar de su marido en los más mínimos detalles de la vida hogareña cotidiana. Y no es que fuera una mujer abnegada, no. Lo hacía con el cariño que profesan las personas que se han amado durante años, con esa forma de querer que, desgraciadamente, hoy día cuesta tanto encontrar. Pero a lo que vamos... El padre de una de nosotras, ya sentado en "su" sillón a punto de empezar a comer junto a sus hijas, espera impaciente a que su santa se siente... Pero ella siempre tarda.... ¡Estoy terminado de calentar la sopa, Julián, no seas impaciente!. ¡Trae el "cazoleto", Maripepa! ¡Ya va! El cazoleto...., así le llamaba él, con la sorna que le caracterizaba, al cucharón para servir. Y, desde entonces, sus féminas descendientes siguen utilizando el término, siempre recordando con una sonrisa a su querido progenitor.

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Hasta ahora tocaba usar el cazoleto para la sopa... ¡Pero ya llega el gazpacho a raudales!
Por cierto, sabéis que estamos en plena Feria de Abril... Nos tomamos el viernes de descanso, con vuestro permiso.¡Brindaremos con Manzanilla por tod@s vosotr@s y bailaremos sevillanas como peonzas, que es lo que toca!