Revista Libros

El cementerio de la alegría - José Antonio Castro Cebrián

Publicado el 04 marzo 2012 por Esperanza Redondo Morales @esperedondo
El cementerio de la alegría - José Antonio Castro CebriánPublicación: Madrid: Martínez Roca, 2012
Edición: 1ª ed.
Descripción física: 384 p.; 19 cm.
ISBN: 978-84-270-3888-2 
CDU: 821.134.2"19"
Signatura: N CAS cem
Precio: 19,95 euros en la Casa del Libro


NADA ES LO QUE PARECE
He tenido ocasión de leer este libro gracias a un sorteo que organizó LAKY hace algunas semanas; uno de los requisitos, si resultabas afortunado con un ejemplar, como fue mi caso, era comprometerse a escribir después una reseña para la lectura conjunta que también organizaba LAKY; así que aquí estoy. Y por cierto, aprovecho para pedir disculpas públicamente a la organizadora, porque tenía que haber escrito esta entrada el martes, pero andaba un poco mal de tiempo y fue ella la que me propuso cambiar la fecha de publicación de mi reseña.
Como ya me había ocurrido otras veces, en esta ocasión el autor también era hasta ahora totalmente desconocido para mí; José Antonio Cebrián nació en Cádiz en 1974, aunque desde hace tiempo vive en Alicante. Desde muy joven le llamó "eso" de las letras y la literatura, y su vida literaria comenzó no con las novelas sino con la poesía y los guiones radiofónicos; por fin en 2009 publicó su primera novela, La última confesión. Y recientemente la que ahora nos ocupa, El cementerio de la alegría.
Argumento y personajes
El protagonista de nuestra historia es Adiel, un adolescente huérfano de diecisiete años, que durante prácticamente toda su vida ha estado tutelado por Tito Donabella, el propietario de una joyería en un pueblo cercano a La Capital (siempre se referirán a la gran ciudad con este nombre, aunque nunca llegaremos a saber de qué ciudad se trata). Adiel siempre ha tenido una existencia de lo más tranquila, repartida entre su amistad con Nano, el amor que siente por Dulce y su relación casi de padre-hijo con Donabella; pero esta existencia se verá totalmente alterada cuando un día aparece en la joyería un hombre que le propone a Tito un negocio un poco extraño: le dejará en la joyería una caja, que él deberá guardar y sobre todo no abrir bajo ningún concepto; el desconocido volverá a la tienda cada viernes y le dará a Tito quinientas pesetas, y así todos los viernes hasta que llegue el momento en el que le pedirá que le devuelva la caja, a cambio de mil pesetas.
Por supuesto, como suele pasar siempre en los libros y en las películas, Tito Donabella no puede resistir la curiosidad y decide abrir la caja; y tanto él como Adiel se quedarán estupefactos al descubrir que lo único que se oculta en ella es una llave. Sin embargo, justo el día en el que han abierto la caja, llegan al pueblo dos hombres y "casualmente" Donabella tiene que hacer un viaje imprevisto a La Capital... Adiel se queda solo y además intuye que se encuentra en peligro. Y por si fuera poco, hay otro hombre más, un tal Pierre que se hace llamar Francés, que parece que sabe cosas sobre su padre...
Mis impresiones
Prácticamente desde el principio de la novela te sumirás en los misterios que encierra: quién fue el padre de Adiel y a qué se dedicaba mientras vivió, por qué de repente hay noticias sobre él, qué es el cementerio de la alegría, quiénes son esos hombres misteriosos que aparecen inesperadamente y parecen de lo más interesados en Adiel... Y sobre todo quién es quién y de quién se puede fiar nuestro protagonista. Me ha recordado en varias ocasiones a una película que vi hace mucho tiempo, titulada Nadie conoce a nadie, porque esa ha sido precisamente la sensación que he tenido durante gran parte de la lectura. Sin embargo, como ya comentaba LAKY en su reseña, a mí también me parece que es una novela de misterio a secas; aunque la hayan incluido en la categoría de thriller. Al autor se le nota, o al menos esa ha sido mi percepción, que es poeta; y en un thriller todo ocurre mucho más deprisa, todo tiene un ritmo que casi marea cuando lo lees, y en este caso es todo lo contrario porque la novela está escrita de una forma muy poética, recreándose en cada frase, en cada descripción, en prácticamente cada momento de la historia...
Ya desde el mismo principio nos sentiremos intrigados por lo que será de Adiel, y poco a poco iremos viendo cómo transcurre su vida a partir del momento en el que aparecen esos misteriosos hombres; y al mismo tiempo iremos conociendo detalles del pasado, un pasado que ahora ha vuelto en forma de un tesoro misterioso que sabemos que no son dinero ni joyas. Está claro que la novela tiene todos los ingredientes para atraparnos sin remedio; sin embargo, ha habido algo que me ha pasado con ella y que comentaba el otro día con Kayena, y es que en algunos momentos me ha costado concentrarme en la lectura. Y no ha sido precisamente porque la novela esté mal escrita, sino todo lo contrario: a mí me parece que es perfecta. Pero con ella he podido confirmar que hay novelas que no son para leer en el transporte público, como suelo hacer normalmente, sino que son para disfrutarlas con tranquilidad, sin nada ni nadie que nos distraiga.
Aun así, he disfrutado muchísimo de su lectura aunque creo que será de las novelas que no me importaría volver a leer, a pesar de saber ya todo lo que pasa y cómo termina la historia. El autor ha sabido perfectamente mantenernos todo el tiempo con la intriga, dejándonos con ganas de querer saber más, y además lo ha dosificado perfectamente porque el libro está dividido en treinta y cinco capítulos más o menos cortos que con su título nos dan una pequeña idea (muy pequeña) de lo que nos vamos a ir encontrando en cada uno de ellos.
En cuanto al final de la historia, es totalmente inesperado y a mí me dejó sorprendidísima, pero una vez que lo conocemos es cuando encajan ya perfectamente todas las piezas del rompecabezas que habíamos estado desgranando durante toda la novela. Sabremos por fin quién es quién, quién es de fiar y quién no, qué es el cementerio de la alegría, quién fue el poeta, el padre de Adiel, cuál es ese tesoro que todos parecen buscar y que no sabíamos qué contenía... Se resolverán todas nuestras dudas y nos quedaremos (o al menos yo me quedé así) maravillados de la habilidad que ha tenido el autor para cerrar la novela con un broche perfecto.
Conclusión
Ni que decir tiene, después de todo esto, que la novela me ha gustado muchísimo. A pesar de esos momentos en los que me costó algo más de trabajo meterme en la historia, ya os comentaba por qué, me ha encantado y ya os decía que posiblemente vuelva a leerla en otra ocasión; aunque la lista de espera es larga, y siempre hay muchas cosas nuevas esperando a ser leídas, a veces suelo repetir novelas y puede que esta sea una de ellas.
Me ha gustado mucho el estilo literario de José Antonio Castro, al que repito que se le nota que es poeta. El libro está lleno de frases tan bien escritas que en el fondo me ha dado pena que terminara la historia, porque es de las que te hacen disfrutar mientras la lees. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que como decía al principio, no es un thriller de los que no te dejan ni un momento de respiro, sino todo lo contrario: es mejor leerlo paladeando cada momento y cada frase.
¿Qué opina de esta novela...

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