Hoy, Joaquín Torres recomienda el cementerio judío de Jerusalén, situado en el emblemático Monte de los Olivos. En el Libro de Zacarías, el monte de los Olivos aparece identificado como el lugar desde el que Dios comenzará a redimir a los muertos al final de los tiempos. Por esta razón, los judíos siempre han intentado ser enterrados en la montaña, y desde los tiempos bíblicos hasta hoy el monte se ha usado como cementerio para los judíos de Jerusalén. Se calcula que existen aproximadamente 150.000 tumbas, entre ellas la del profeta Zacarías e ilustres rabinos.
El monte sufrió graves daños cuando fue ocupado por Jordania entre la guerra árabe-israelí de 1948 y 1967, cuando cerca de 50.000 lápidas del antiguo cementerio judío del Monte de los Olivos fueron removidas y utilizadas para la construcción así como también para levantar letrinas, incluyendo lápidas de más de mil años de antigüedad. En algunos sectores del camposanto se instalaron estacionamientos y estaciones de servicio.
Fue sólo a partir de la reunificación de la ciudad, después de la Guerra de los Seis Días en 1967, que los israelíes repatriaron laboriosamente tantas lápidas como les fue posible, garantizando la libertad de culto y el respeto a los lugares sagrados de todas las religiones. El moderno vecindario de A-Tur se encuentra en la cumbre de la montaña, desde donde pueden disfrutarse las mejores vistas de toda la ciudad. De entre todas las personalidades y nombres famosos que aquí se encuentran enterradas hay que destacar al ya citado Zacarías (que profetizó allí), Yad Avshalom y muchos rabinos desde el siglo XV al XX, incluyendo a Abraham Isaac Kook, el primer Rabino Jefe Ashkenazi de Israel.