(VII.5). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA FANTÁSTICA.
Os presento en la imagen de portada una representación del tema casi inédita en el románico español, pues la propiedad privada del templo segoviano de San Pedro de La Losa la hace inaccesible excepto a los "arriesgados kamikazes".
En la Cena de los Siete Sabios, refiere Plutarco que un pastor de Periantes, déspota de Corintio, trajo en una bolsa de cuero una criatura recién parida por una yegua que tenía rostro, pescuezo y brazos humanos y lo demás equino. El sabio Tales se rió y recriminó a Periandro por la conducta sexual de sus pastores, mientras Lucrecio (De rerum natura) afirmó su imposibilidad, pues la especie equina logra su madurez antes que la humana y, mientras a los tres años el caballo sería adulto, el niño sería balbuciente. Sin embargo, Plinio dijo haberlo visto en Egipto.
El descubrimiento de este arquetipo fue producto de siglos. Ixión, rey de Tesalia y la nube de Zeus con forma de Hera, engendraron a los Centauros, aunque su nombre parece derivar de gandharva, divinidad menor védica que rige los caballos del sol. Como los griegos homéricos desconocían la equitación, se presume que al primer nómada que apareció cabalgando un caballo se le confundió como elemento y ser completo, como ocurrió a los indios en la conquista americana con los soldados de Pizarro o Hernán Cortés, pues " viendo que uno de ellos cayó del caballo abajo, vieron dividirse aquel animal en dos partes". De ahí que también Ovidio en sus Metamorfosis les llame "Biforme" por su índole heterogénea, aprovechando la versión de Homero en su mitología clásica en donde este ser fabuloso nació de la unión con las yeguas de Magnesia.
Su simbología de barbarie e ira procede de la fábula clásica del convite a la boda de sus primos lapitas, en donde el vino, que era cosa nueva para los centauros, fue consumido en exceso y uno de ellos, completamente borracho, raptó y ultrajó a la novia generando la cruel batalla reproducida en la Centauromaquia que Fidias inmortalizaría al esculpirla en el Partenón griego.
En su connotación negativa, se caracterizaran, pues, por su sensualidad intempestiva, violencia y brutalidad, siendo representados atacando a otros animales de signo positivo o al hombre, significando la Tentación a las almas inocentes. Para Beda el Venerable en “In Genesim” es imagen de los Infieles, hijos de la Carne. Se le relaciona con la Lujuria, las bajas pasiones, la naturaleza más inferior del hombre y con el Pecado.
Pero como "biforme", también tiene una lectura positiva, pues al ser aniquilados, a flechazos por Hércules, surge la ambivalente figura del Centauro-Sagitario que, por el contrario, es símbolo de Cristo como “divino cazador de almas”. Mediante el bautismo “Cristo lanza sus dardos de amor al corazón de aquellos a quien ama y sus flechas se dirigen siempre a un fin de gozo celestial" (Charbonneau-Lassay). Asimismo, el sagitario es un emblema de Apolo, el sol, cuyo valor simbólico, desde los primeros tiempos del cristianismo, fue en gran medida transferido a Cristo como fuente de la luz, de la vida y del conocimiento; igualmente, en el aspecto astrológico, el sagitario apoya el simbolismo crístico, y su relación con el significado del bautismo, ya que “ según los astrólogos antiguos, la influencia astral del sagitario era conducir los espíritus desde el plano material inferior hasta las regiones superiores donde reina el eterno”, lo que revela el aspecto psicagogo del Cristo-centauro como conductor de almas. Por otra parte, el Sagitario también es “símbolo de la inteligencia humana que se separa con esfuerzo de la materia y se evade de ella”. Tienen atribuido el papel de iniciadores, disparadores del rayo espiritual (flechas y lanzas) capaz de transformar toda una vida (Iglesia de SAN CLAUDIO DE OLIVARES, ZAMORA). Es, tradicionalmente, el símbolo de la persuasión del alma, del iniciado; la flecha, el rayo espiritual, y la tensión del arco, la fuerza de la influencia espiritual (IGLESIA DE SAN PEDRO DE LA RÚA, ESTELLA, Navarra), pues no en vano, Quirón, el centauro inmortal es la bondad en defensa de las buenas acciones, maestro sagrado de Esculapio, Dionisos y Aquiles ( Ilíada, Libro XI, 832).
Y ahora, siendo políticamente correcto, habré de preguntarme por la cuota feminista en esta representación iconológica románica. ¿Y dónde están "las centauras"?.
Para saber más: Salud y Románico
Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".