Cada vez que se publica un artículo sobre el TDAH en Facebook o en cualquier red social la gente comenta con excesiva pasión que este trastorno no existe, que es un invento de las farmacéuticas para lucrar a costas de los padres que no quieren educar bien a sus hijos y que los psicólogos y psiquiatras somos responsables de ese incremento, como si ganáramos una comisión por cada TDAH que diagnosticamos.
Muchos de esos comentarios no tienen sentido y están basados en información falsa, sesgada e incompleta sobre el TDAH, que se basan principalmente en algunos artículos de opinión que generalmente responsabilizan a los padres por los problemas de conducta de sus hijos. Por otro lado también hay criticas científicas serias, que cuestionan la evidencia en que se basan los criterios diagnósticos de esta condición, algunos explican que la prevalencia es mucho mejor de lo que se dice y otros se oponen totalmente a la entidad clínica del TDAH. Uno de ellos es el reconocido psicólogo Marino Pérez quien ha criticado abiertamente la inexistencia de biomarcadores cerebrales que justifiquen este trastorno.
Sponsor exclusivo:las personas con TDAH tenían menor volumen que los sujetos sin el diagnóstico
Sin embargo, cada día hay más evidencia que sugiere que las personas con TDAH tienen diferencias en ciertas estructuras de su cerebro. Hace poco se publicó en la conocida revista científica The Lancet una enorme investigación que analizó las imágenes del cerebro por resonancia magnética de 1713 pacientes con TDAH y 1529 personas sin el trastorno, que tenían desde 4 hasta 63 años de edad, y sus hallazgos parecen ser bastante contundentes.
En esta investigación se observó que las personas con TDAH tenían menor volumen que los sujetos sin el diagnóstico en las siguientes áreas: núcleo accumbens, el núcleo caudado, el putamen, el hipocampo, el globo pálido, el tálamo y la amígdala. Así también encontró que las personas con TDAH presentaban un retraso madurativo en comparación con aquellos sin el diagnóstico.
Estudios previos también han encontrado dichas diferencias. Específicamente en la amígdala, la cual se relaciona con la dificultad del reconocimiento de los estímulos emocionales y la respuesta emocional en general. Por otro lado otros estudios han encontrado una reducción del volumen de la amígdala, el cual se relaciona con la hiperactividad característica del trastorno. Otros han reportado que el núcleo accumbens desempeñaría un rol importante en el procesamiento de las recompensas y en la respuesta emocional y motivaciones de las personas con TDAH.
Por el contrario, la evidencia en torno al rol del hipocampo no es tan robusta porque no se han encontrado datos que sustenten problemas de memoria a largo plazo en los sujetos con TDAH. Aun así los autores explican que hay algunos datos que reportan que el hipocampo también podría desempeñar un rol en el procesamiento de la motivación y emoción, las cuales se ven afectadas en el TDAH.
Para los autores, esta investigación ofrece una serie de implicaciones importantes para el área clínica:
- Los datos de la investigación confirman que los pacientes con TDAH tienen un cerebro alterado y que el TDAH es un trastorno del cerebro. Esta explicación es sumamente importante para los autores porque según ellos ayudará a reducir el estigma relacionado con el TDAH en una sociedad que solo etiqueta a los niños como problemáticos y responsabiliza a los padres por estilo de crianza incompetente, cuando en realidad el problema es mucho más complejo que solo darle atención o utilizar estilos de crianza más estrictos.
- Los efectos encontrados en el cerebro de los sujetos con TDAH no se debieron a otro trastorno comorbido, a los efectos de la medicación o la severidad del TDAH y se debieron exclusivamente al TDAH.
- Los efectos más pronunciados demuestran un retraso en la maduración del volumen subcortial en el cerebro de los niños, lo que ofrece un modelo relevante para entender y tratar el TDAH.
¿Estos hallazgos confirman la naturaleza cerebral del TDAH?
Muchos medios han reproducido algunas partes de esta investigación con títulos como “Se confirma que el TDAH es de origen cerebral” o “El TDAH es un trastorno del cerebro”. Pero tenemos que ser cuidadosos con la extensión e interpretación de los hallazgos. Si bien los autores escriben que sus datos confirman que el TDAH es un trastorno del cerebro, hay que recordar que los estudios neurocientíficos (en especial los estudios realizados a través de neuroimágenes) son de tipo correlacional y no pueden demostrar la causalidad de ninguna entidad o variable. Dicho de otra manera, los estudios correlacionales solo nos pueden decir hasta qué punto las variables se relacionan, pero no nos pude decir si una es causa de la otra. Metodológicamente hablando, los estudios de tipo experimental, aquellos que controlan o manipulan las variables directamente, son los únicos que pueden establecer una causalidad.
Ahora bien, también hay que considerar que no siempre se pueden realizar estudios experimentales por causas éticas o de manipulación de las variables. En este caso no podemos inyectarle una dosis de TDAH a las personas y observar qué cambios ocurren en su cerebro y luego hacer una evaluación conductual y clínica para evaluar si coinciden con los síntomas del TDAH. En este momento, los mejores instrumentos de exploración cerebral son de tipo correlacional y las investigaciones han llegado al consenso de que existen diferencias a nivel cerebral. Estas diferencias se relacionan con el diagnóstico del TDAH y no se debeN a otras variables extrañas como la comorbilidad de los trastornos, etc.
lo más sensato y responsable es hablar a partir de la mejor evidencia disponible
Pero hay algunos investigadores que no están de acuerdo. Marino Perez en una entrevista realizada en el 2014 para la web ABC también hace mención a los estudios que han encontrado dichas diferencias cerebrales:
Pudiera haber diferencias en el cerebro, como es distinto el cerebro de un músico al de otro que no lo es. Incluso el de un pianista a un violinista. Pero esa diferencia del cerebro no es la causa. El cerebro es plástico y puede variar su estructura y su funcionamiento dependiendo de las exigencias y condiciones de vida. Un ejemplo muy famoso es del hipocampo cerebral de los taxistas de Londres. Cuantos más años de profesionalidad, más alterada es esa estructura cerebral. ¿Por qué? Porque está relacionada con el recuerdo y la memoria espacial, como es requerido para ser taxista en una ciudad de 25.000 calles como Londres. Lo que se pueda observar diferencial en el cerebro de quien sea, en este caso de niños a los que se diagnostica TDAH, no explica que esa sea la causa del supuesto trastorno, si no que los niños sean más activos e inquietos. Pero algunos padres se agarran o podrían estar interesados en encontrar una diferencia cerebral en los niños que les justifique o exima de responsabilidad en lo que le pasa al niño. Insisto, no hay ningún clínico ni ninguna prueba de neuroimagen que pueda validar un diagnóstico, como no hay evidencia que demuestre que los niveles cerebrales de dopamina o noradrelina sean anormales en niños con este diagnóstico.
Las explicaciones de Marino Perez anteceden por dos años a los nuevos hallazgos presentados en The Lancet y habrá que esperar qué respuesta dará.
Por el momento creo que lo más sensato y responsable es hablar a partir de la mejor evidencia disponible. Podemos decirles a los padres, maestros y cuidadores que algunas de estas diferencias podrían explicar en cierta medida algunas de las conductas de los niños con este diagnóstico, sin embargo todavía no hay tratamientos a nivel cerebral disponibles y las mejores opciones terapéuticas son aquellas que incluyen terapias conductuales y trabajo en habilidades de crianza de los padres combinadas con la terapia psicofarmacológica cuando sea necesario. Explicar detalladamente esto a los padres y cuidadores favorecerá un mejor desarrollo y adaptación de los niños.
Fuente: Neurología
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