Las malas lenguas dicen que el espíritu de la búsqueda de la Felicidad (superado el nivel de subsistencia mínimo) es intrínseco a la vida humana. También, las malas lenguas o lenguas biperinas, afirman que la diferencia entre tener una vida extraordinaria o tener una vida sin sentido, está marcada por la educación de la mente. Yo, dudo de todo eso. El cerebro (y todo lo relacionado con sus posibilidades cognitivas) está de moda, y pronto será un negocio tan lucrativo como el porno o los videojuegos. Ambos, de seguro, sacarán un gran provecho comercial de ello. Y muchos más. Aquél gracioso"orgasmatrón" que Woody Allen nos adelantaba en la película "El Dormilón" está a la vuelta de la esquina, al igual que la viagra para hombres y mujeres sin efectos secundarios. Un químico me decía: "todo el ser humano es química". Pero, claro, era químico. ¿Cuántos "neurotransmisores del bienestar" hay en el cerebro? Una "hartá" o "pechá", es decir, más que tres. Sin embargo, educar la mente, si bien no tiene por qué llevarte de una vida extraordinaria, sí te llevará a pasar ésta de una forma más digerible. La carrera por las descodificación de los arcanos del cerebro se ha puesto en marcha en EE.UU., en Europa, Rusia, y ahora, se suma Israel; y promete ser una carrera de tanto desgaste al menos como la de lograr la primera Bomba Atómica o llegar primero a la Luna. El que llega primero se autoproclama dueño de los descubrimientos, o la Historia la cuentan los ganadores, o el que pega primero pega dos veces. ¿Habrá guerra fría también? ¿Quiénes serán los "malos"? ¿O vendrán antes los alienígenas y nos comerán como corderos? No piensen mucho en el futuro, tan sólo háganse a la idea de que no van a cobrar pensiones. Ni yo tampoco. Los pensionistas van a ser una raza a extinguir. Y me temo que uno, como otros tantos, ya estamos extinguido. Para qué tanto revuelo por unas investigaciones cerebrales de las que muchos jamás podremos disfrutar de sus resultados.