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El Cerebro Positrónico

Publicado el 04 octubre 2014 por Nhando J. Kwak @El_Trulas

THE-POSITRONIC-MAN

Un positrón es una partícula de antimateria predicha en 1928 por Paul Dirac. A pesar de lo rimbombante de su nombre el positrón no es más que la antipartícula del electrón. ¿Es un electrón puesto del revés con las tripas fueras? No, un electrón tiene carga negativa, si lo invertimos su carga se vuelve positiva de modo que es fácil averiguar de donde surge su nombre anglosajón:

Positive Electrón –> Posi-tron

Por tanto el cerebro positrónico es –aceptando la diferencias técnicas y materiales entre el cerebro de una persona y el de un robot– un cerebro normal y corriente, con la salvedad de que los electrones que circulan por el poseen carga positiva. ¿Quieres esto decir que funcionan de igual forma? No, eso es evidente, es una analogía. Cuando hablamos del cerebro positronico tenemos que acudir al creador literario del mismo, Isaac Asimov (1920-1992) quien acuñó el termino en sus propias palabras porque era un concepto nuevo, y los conceptos nuevos gustan al lector. ¿Tiene esto algo que ver con su funcionamiento? Por desgracia tiene que verlo todo, pues el cerebro positrónico –tal y como fue concebido en su día– no funciona.

¿Como es eso posible? ¿No es el pilar fundamental en el que se sustenta la I.A de toda novela de congetura cientifico-social? Sin duda la I.A. de cualquier tipo debe sustentarse sobre un cerebro, pero que este fuese positrónico no le sentaría nada bien, pues en su concepción original Asimov afirmó que esta extraña senda de circuitos descansaba sobre una delicada malla de platino e iridio donde los impulsos cerebrales, que son equivalente a las comunicaciones neuronales, se realizarían mediante un flujo de positrones. Esto en la teoría de hace cincuenta años son un conjunto de frases bien enlazadas y agradables al oido, y en la práctica, es una Bomba.

El Cerebro Positrónico
El Cerebro Positrónico
El Cerebro Positrónico

¿Por qué? No es culpa de los positrones, los pobres solo están hay y hacen lo que se les pide. La culpa proviene de su propia concepción, sus cualidades como no-materia. En teoría concebir un cerebro –cualquiera que sea el modelo a seguir– de materia o anti-materia es “factible”, y cabe la posibilidad de que un cerebro que aúne ambos conceptos sea “teóricamente posible”, pero no lo será este siglo. Esto se debe a la carga, si un elemento de anti-materia como el positrón descansa sobre una partícula de materia como es el caso de la supuesta malla de platino e iridio con carga negativa de inmediato ambas cargas se anulan (¡ah! ¡Y entonces no funciona!) No, entonces libera una cantidad de energía por kilo equivalente a 9×10 elevado a 16 Julios por kilogramo. Unas diez mil millones de veces mas que la generada por reacciones químicas y diez mil veces mayor que la energía nuclear de fisión.

cerebro-positronico
¿No lo sabía Asimov? Si lo sabía, incluso indagando en su obra puedes hallar fragmentos en los que comenta la ”inestable y delicada estructura” sobre la que descansa su creación. Más aún, no es algo que escondiese o de lo que se sintiese avergonzado, el sentó unas bases en 1950, e incluso llegó a sopesar el llamar al cerebro positrónico simplemente computador. Pero el termino había calado de tal manera entre el público que decidió que era preferible no tocarlo, pues el mismo fue acuñado por diversos autores en diversas obras de ficción, y si se destapaba el entuerto podríamos acudir algún día a la habitación de Data a bordo de la Enterprise y descubrir que sus sesos positrónicos descansan fundidos por las paredes.

¿Y hoy en día? Estamos en el mismo sitio y el mismo lugar de hace 50 años. No es un problema de material, incluso de haber nacido en esta época es posible que Asimov hubiera echado mano del grafreno como conductor del flujo neuronal, pero el grafeno es de manera literal una estructura de electrones, por lo que no solo tendría el mismo problema sino que seguramente se le sumaría algún agravante. Los robots con cerebro positrónico siguen siendo una meta que la imaginación cree capaz de solventar con la antigravedad, pero hasta entonces y durante los próximos cientos de años tendremos que contentarnos con procesadores cuánticos que trabajen sobre una base de superconductores.


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