Nos encontramos en Brujas (Bélgica), una de las ciudades más bellas de Europa y del mundo, merecida consideración que nace de la originalidad de sus canales, de sus calles empedradas y sus edificios medievales... Resulta curioso pensar que este liderazgo nació precisamente de su anterior decadencia, cuando tras un esplendoroso medievo y por cuestiones meramente estratégicas, pasó a ser primero deshabitada, luego aislada y finalmente olvidada...
El redescubrimiento del burgo desde el romanticismo del siglo XIX volvió a colocar a Brujas en el lugar que le corresponde, hasta ser reconocida -en el año 2.000 y por parte de la Unesco- como ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Y precisamente en ese galardón se encuentra el germen de lo que hoy es el tema que nos ocupa: el primer y único cervezoducto del mundo.
La firma cervecera De Halve Maansiempre tuvo su sede en el centro del casco antiguo de Brujas. Con la finalidad de mantener la fábrica, una cervecería de más de cinco siglos y que con unas 100.000 visitas/año ya constituye un atractivo turístico en sí misma, se pensó en la posibilidad de abandonar el uso de camiones (muy perjudiciales para una ciudad tan histórica) y establecer una red de tuberías subterráneas que llevasen la cerveza desde su fabricación, en el casco antiguo, hasta la moderna planta de envasado, a las afueras de la ciudad.El cervezoducto, de más de 3 kilómetros de extensión y un coste superior a los 4,5 millones de dólares entró en funcionamiento en el verano de 2016. Gracias a él, la empresa Halve Maan consigue expandirse, construyendo unas tan necesarias como modernas instalaciones, aunque manteniendo las raíces de la tradición familiar.
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