El cabello necesita lavados frecuentes pero a veces aún cuando está limpio se ve erizado, difícil de peinar, sin forma ni estilo. Un champú apropiado te puede ayudar para recuperarlo y que no tengas que pasar horas frente al espejo con el secador, la planchita o las cremas de peinar.
El precio o la fragancia no son factores que determinen que ese shampoo es el adecuado para tí; lo mejor es leer bien las etiquetas y especificaciones donde se describen los ingredientes y sus propiedades para buscar el que más se ajuste a tus necesidades.
¿Por qué limpia el champú?
El cabello sano permite que en su superficie se adhieran los lípidos segregados por los folículos pilosos para lubricarlo. Estos no son arrastrados por el agua y por eso para lavar el cabello es necesario un producto como el shampoo que permite emulsionar la grasa para eliminarla del cabello y ser arrastrada con el agua del enjuague. La gran mayoría de los champúes que encontrarás en el supermercado o comercios contienen sulfatos, especialmente el lauril sulfato de sodio. Son sustancias muy eficaces para disolver la suciedad y los aceites del cuerpo y hacen espuma rápidamente, lo que se asocia inmediatamente con la limpieza. Son muy hidrosolubles, se enjuagan fácilmente, resisten las durezas del agua o las bajas temperaturas y como no dañan la piel se incluyen en la mayoría de los productos para el cuidado e higiene capilar y corporal. Cada
marca comercial de champú tiene una distinta proporción de sustancias, por eso es que hay tanta variedad, calidad y eficacia según su contenido de sales, la concentración de materia detergente, los aditivos adicionales, etc. El problema con los sulfatos es que, sin ser tóxicos o peligrosos, tienen una acción limpiadora muy fuerte que reseca el cabello y el cuero cabelludo porque junto con la suciedad, también remueve sus aceites naturales.
Un champú para cada tipo de cabello
Cabello seco: el producto ideal es el que tiene baja o nula concentración de sulfatos, pero no es muy común encontrarlos en el supermercado sino en comercios más específicos y en las tiendas orgánicas o naturistas. Tiene un detergente natural más delicado y si bien hace menos espuma, es igualmente efectivo. El champú para bebés es una buena alternativa ya que su ingrediente de limpieza es más suave y por ende, sus agentes detergentes son más delicados. Siempre es preferible optar por los productos cremosos que contengan aceites naturales como la jojoba, semillas de lino o vitamina E que es antioxidante y protege al cabello. Otros ingredientes reparadores son las ceramidas, un tipo de lípidos que cuidan el cabello para evitar la aparición de puntas florecidas y le devuelven su brillo natural.
Cabello debilitado: muchas veces el cabello se ve frágil por el uso excesivo de secadores, planchitas o tijeras de enrular. Para estos casos, un champú reparador limpia delicadamente el cabello y lo fortalece para prevenir que se quiebre o se cortajee. Utilizan fórmulas enriquecidas con proteínas de soja y vitaminas, aloe vera o extracto de aceite de almendras. La queratina es el producto vedette de estos tiempos; es una proteína natural que favorece la reconstrucción estructural del cabello, penetra en sus fibras y ayuda a reestablecer los lípidos naturales hasta recuperar la suavidad.
Cabello graso: lo adecuado es utilizar a diario un champú liviano, no cremoso y dejarlo actuar 5 minutos mientras se masajea el cuero cabelludo. Es mucho más efectivo si se evita el uso posterior de acondicionadores, aunque si es necesario lo ideal es aplicarlo desde el medio hacia las puntas y nunca en el cuero cabelludo. Los ingredientes más habituales en este shampoo son el pantenol, vitamina que agrega cuerpo y engrosa el cabello, los ácidos de frutas cítricas que “cortan” la grasitud, el aceite de tea tree que tiene propiedades astringentes y también el extracto de romero, manzanilla o salvia que ayudan a combatir la grasitud.
Cabello con caspa: el champú más eficaz en estos casos es el medicado, que reducirá la picazón y el descamado del cuero cabelludo. Los ingredientes más comunes son el sulfuro de selenio, la piritiona de zinc, el ketoconazol y el ácido salicílico. Se debe usa a diario dejando actuar de uno a tres minutos antes de enjuagar.
Cabello teñido: el champú adecuado contiene ingredientes como el ginseng o la queratina que reparan el cabello; también incluye antioxidantes que permiten que la coloración perdure por más tiempo y el cabello no se vea “lavado”. Otra alternativa es optar por un shampoo color, que no modifica la coloración de base pero contiene pigmentos lavables sin oxidantes que permiten reforzar un tono, oscurecer ligeramente el color o neutralizar o reducir algún reflejo que no nos agrade. El efecto es acumulativo con cada lavado y se utiliza como un shampoo normal, se deja actuar unos minutos y luego se enjuaga bien.
Cabello sometido a climas extremos: se recomienda un champú con sustancias que regulan la absorción de la humedad, lo hacen más resistente al agua de mar o al cloro de las piletas de natación y lo protegen de la estática y el viento. Suele tener aceite de oliva o queratina y también protege del sol ya que posee filtro UV.
Cabello claro: el champú con agregado de extracto de
manzanilla es un buen aliado para aclarar o mantener los cabellos rubios.
Cabello que se cae: lo ideal es un champú fortificado con calcio para acelerar el crecimiento o con retinol, un nutriente que favorece el crecimiento. Actúa estimulando la reproducción del tejido epitelial, lo que fortalece la fibra capilar.
Cabello lacio: el uso de un champú con proteínas y siliconas perite acondicionar el cabello y eliminar el frizz para lograr un lacio perfecto.
Cabello enrulado: lo mejor es el uso de productos con humectantes y aditivos como la elastina, una proteína que da elasticidad a los tejidos; ayuda a reducir el frizz y a la vez mantiene el volumen de rulos.
Tipos especiales de champú
Dúo: son dos en uno, champú y acondicionador en un solo paso, ya que contiene agentes limpiadores e ingredientes acondicionadores y desenredantes.
Hipoalergénico: se utiliza para un cuero cabelludo sensible que se enrojece e irrita con los productos normales. Cuando la piel se siente agredida pierde el equilibrio y deja de producir lípidos y proteínas que necesita para estar saludable.