Carmen Victoria Montes
La decisión del primer Ministro de Grecia Alexis Tsipras, de aceptar el acuerdo impuesto por la Troika, a cambio de un Tercer Rescate, sorprendió no sólo al pueblo heleno, sino también al mundo entero, que esperaban un cambio de postura de los acreedores internacionales frente a la victoria del NO obtenida en el referéndum, el cual tuvo un respaldo del 61, 21 por ciento. Esta consulta fue convocado por Tsipras, para que el pueblo decidiera de manera soberana si respaldaba o no el plan de austeridad con recortes sociales impuesto por la Troika, para acceder al rescate.
El Parlamento Griego aprobó el día miércoles 15 de julio del presente año, por mayoría el acuerdo con el Eurogrupo, el cual consiste en la creación de un fondo de 50.000 millones de euros a partir de las privatizaciones, subir el IVA para alimentos y otros bienes, congelar pensiones y aumentarlas a los 67 años, reforma del mercado laboral y seguir reduciendo la administración pública. En la votación 229 diputados estuvieron a favor y 64 en contra del acuerdo. En el caso de los 149 diputados que integran el partido Syriza, 49 votaron a favor, 31 rechazaron el pacto, seis se abstuvieron y 1 no asistió al parlamento.
Posterior a alcanzarse este acuerdo, le fue aprobado a Grecia, un crédito puente de 7 mil millones de euros, proveniente del Fondo de Estabilización Europea, por un plazo de tres meses, a fin de que la nación helena pueda afrontar el pago de los vencimientos más urgentes hasta que comience a recibir asistencia del Mecanismo de Estabilización Financiera.
Pese a las críticas que pudiera recibir Tsipras, por aceptar el acuerdo con la Troika, la difícil situación financiera de su país no le deja otra salida. La deuda pública de Grecia supera los 350 mil millones de euros, lo que abarca 174 por ciento de su Producto Interior Bruto (PIB), de ese monto 246 mil millones se lo adeuda a sus acreedores, (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea). Tsipras intentó una reducción de la deuda de parte del Eurogrupo, pero la postura de esta instancia fue proporcionarle a este país un alivio del pago (el aumento de los plazos de vencimiento), más no la reducción.
Sobre el acuerdo alcanzado con la Troika, el Primer Ministro Tsipras expresó que fue sometido a un chantaje. Todas las opciones planteadas eran complejas: 1) Aceptar el acuerdo que él no quería. 2) Aceptar una quiebra total del Estado. 3) La salida del euro y la imposición de una moneda paralela, que sería un desastre para las clases medias y bajas. A pesar de no estar de acuerdo con ese programa, Tsipras manifestó que esa financiación (50.000 millones de euros) va a cubrir todas las necesidades financieras de Grecia para los próximos tres años.
La aceptación del acuerdo con la Troika, generó una crisis institucional en el gobierno de Tsipras, que condujo a la renuncia de la Viceministra de Finanzas, quien expresó su rechazo al acuerdo alcanzado, asimismo la restructuración de altos cargos en su gabinete, entre ellos: Ministro de Energía, Ministro del Trabajo, el portavoz del Ejecutivo, Ministros adjuntos de Defensa, Seguridad Social y Exteriores. Se crearon además nuevos cargos: en el Ministerio de Exteriores, fue implementado el de viceministro, en la cartera de Interior también se creó la misma figura, igualmente hubo cambios en los portavoces de Syriza en el Parlamento.
Por otro lado miles de manifestantes salieron a las calles de Atenas y se concentraron en la plaza Syntagma, para mostrar su rechazo a los recortes sociales impuestos por la Troika en el acuerdo alcanzado. Algunas de las consignas de los manifestantes indicaban: “Merkel fuera de Grecia” y “No queremos la Troika”.
El día viernes 17 de julio, las actividades bancarias retomaron su normalidad, las puertas de estas instituciones habían permanecidos cerradas desde el 28 de junio de 2015, como medida para proteger el sistema financiero y la economía de los griegos, también se había establecido un monto máximo diario a retirar por cada persona por cajero automático de 60 euros.
Es lamentable como el capitalismo continúa colocando por delante lo económico; y los planes de rescates de las instituciones financieras estén dirigidos a salvar a la banca y no a los pueblos. Lo sucedido en Grecia es un claro ejemplo de lo negativo de este modelo, para el crecimiento económico con inclusión social de los países. Es esta la razón por la cual, América Latina y el Caribe, tienen que luchar por alcanzar su independencia financiera y concretar de manera definitiva una institución que trabaje por el desarrollo equitativo de la región y no a conveniencia de los poderes económicos. Los países que conforman los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), dieron un paso importante y acordaron durante la VI Cumbre, celebrada en Fortaleza-Brasil, los días 08 al 10 de julio, los detalles para el funcionamiento del Banco de Desarrollo conjunto de Fomento y del Fondo de Reservas, acordado en marzo de 2013, en una cumbre del Grupo. Dicha instancia estará orientada a financiar proyectos de infraestructura de los países fundadores, pero también podrá ofrecer capital a otros países en vías de desarrollo como mecanismo financiero alternativo.
Es hora que los países del Sur, sigamos este mismo ejemplo y pongamos en marcha de manera definitiva, el Banco del Sur. Lo sucedido en Grecia, nos debe impulsar a darle mayor celeridad a esta iniciativa, es por ello que en la XLVIII Reunión Ordinaria del Consejo del Mercado Común (CMC) celebrada el 16 de julio en Brasilia, fue abordada la necesaria activación definitiva de esta instancia.
*Internacionalista
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