Revista Comunicación
La corrupción es como el chapapote que emerge en la superficie del mar y se deposita sobrelas playas cuando hay un vertido de petróleo. El contaminante se hace bien visible y la pasta de alquitrán se puede recoger con esfuerzo, pero el océano se traga buena parte del líquido oleaginoso y devasta el bioma marino sin que tengamos conocimiento preciso de ello, simplemente porque no está a la vista. Estos días ha emergido el chapapote del máster de Cristina Cifuentes. Eldiario.es descubrió el vertido contaminante de las graves irregularidades que se dieron para que obtuviera un título en condiciones tan limpias como cualquier alumno de a pié. Los periodistas tienen la obligación de denunciar los tratos de favor a los políticos, los amaños que éstos pergeñan con las instituciones prevaliéndose de su poder y, por supuesto, los fraudes y engaños que cometen conlos ciudadanos. Eso es lo que han hecho los periodistas de eldiario.es. Mostrarnos el chapapotecon el que Cifuentes ha pretendido llenar de porquería a toda la Universidad Rey Juan Carlos, a buena parte de la Asamblea de Madrid y a toda la sociedad. Si por un títuloes capaz de contaminarlo todo, ¿de qué puede ser capaz esta política que, según ella, no asistir a clases en un máster presencial, no examinarse de las asignaturas y presentar “un sencillo trabajo” en diez minutos, que no aparece, le resulta de lo más natural en su condición? Pero eso es solo el chapapote que hoy se ha podido recoger en parte, la contaminación sigue ahí en medio del océano corrompiendo el bioma marino.Su matriculación fuera de plazo, las actas con las notas cambiadas irregularmente, el documento de titulación con firmas falsificadas de las docentes, la connivencia con ciertos profesores… todo eso está emergiendo a la superficie y cada día habrá que recoger más porquería de la playa. Es tremendo que por contarlo los periodistas Raquel Ejerique e Ignacio Escolar se vean amenazados por la contaminadora Cifuentes con una querella “criminal” y que pretenda silenciarlos para que ella siga intoxicando a su placer. Le atribuyen a Orwell la frase de que periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques y qué mejor que intentar impedirlo con una petición de prisión para los periodistas que cuentan lo que a Cifuentes no le interesa que se cuente. Pero en este caso la presidenta de la Comunidad ha dado en hueso y eso no va a pasar. Todavía queda mucho chapapote por recoger y los periodistas, me consta, van a remover hasta el fondo del océano para que el agua sea más clara y esté libre de porquería. En ese contexto es preocupante que algunos medios de comunicación, no todos pero quiero destacar el lamentable papel de la televisión pública española, hayan tardado en reconocer que había una gran mancha de chapapote vertida por Cifuentes cuando llevaban días mostrándololos periodistas de eldiario.es. Otro medio, El Mundo, ha decidido apostar por indagar en las fuentes de los periodistas en vez de investigar el fraudulento máster. Apuntar al dedo en lugar de a la luna. No sé si lo ha hecho para promover una nueva teoría de la conspiración o para disculpar a la contaminante Cifuentes; el caso es que ella y el PP en seguida se han apuntado a la hipótesis del contubernio. Pero qué más da si el vertido de petróleo sigue fluyendo como los hilillos del Prestige y no nos aprestamos a taponarlo. Nos vamos a llenar todos de porquería, también alguna prensa. Si no nos ensuciamos las manos recogiendo el chapapote y cerramos la fugapronto, la fauna marina morirá contaminada.