Desde 1964 a 1990 se llevó la petrolera Texaco, ahora propiedad de Chevron, vertiendo miles de millones de litros de residuos tóxicos provenientes de sus operaciones petrolíferas en la selva amazónica ecuatoriana. Luego, como suele ser habitual con estas multinacionales, se largó del país sin preocuparse de limpiar lo que había contaminado. Reparar el daño nunca ha resultado rentable. Los desperdicios tóxicos se contabilizaron en más de 18 billones de galones arrojados directamente en la selva tropical y han ocasionado infinidad de problemas de salud a la población autóctona, incluyendo cáncer y abortos espontáneos. La explotación de la petrolera fue la responsable directa de la deforestación de dos millones de hectáreas y el vertido de más de 650.000 barriles de crudo directamente en bosques, ríos y esteros. Las sustancias tóxicas producto de la explotación petrolera, como los metales pesados provenientes de las aguas de formación contaminaron las fuentes de agua de la región, afectando a varias etnias indígenas como los Cofanes, Sionas y Secoyas, hasta convertirse en minorías en peligro de desaparición. Los indígenas y campesinos de la Amazonía ecuatoriana formaron una plataforma en defensa de su tierra y demandaron a la petrolera exigiéndole una indemnización de 27.000 millones de dólares para reparar el daño causado. Varias organizaciones no gubernamentales se sumaron a las exigencias y organizaron una campaña por la defensa de la Amazonía. Incluso Joe Berlinger realizó un aclamado documental titulado "CRUDE: El Verdadero Precio del Petróleo" en el que narra la épica batalla para lograr que la petrolera Chevron rinda cuentas por la masiva contaminación de la Amazonía ecuatoriana. El juicio, que se ha prolongado por espacio de dieciséis años, está a punto de concluir y se espera una inminente sentencia, demandada con insistencia por las comunidades indígenas. Ahora, amenazada por una derrota judicial, Chevron está recurriendo a maniobras jurídicas y a influyentes empresas de relaciones públicas y grupos de presión para silenciar las voces críticas y evitar las responsabilidades por el desastre ambiental y humano que ha provocado. La multinacional se ha permitido incluso el lujo de declarar que no pagará por la limpieza, ni siquiera en el caso de que así se ordene judicialmente. Es el primer efecto de la globalización, poner a estos gigantes por encima de la ley y de los Derechos Humanos. Por si fuera poco, además se está dedicando a efectuar la correspondiente presión de lobby al gobierno de Estados Unidos para que intimide a Ecuador y consiga que el caso sea archivado. Ante esta situación, AVAAZ.org está realizando una recogida de firmas para presionar a Chevron y que acepte sus responsabilidades limpiando todo lo que ha contaminado y reparando el daño causado. Ya somos cerca de ciento treinta mil.