He hecho un abrigo. Y vale para ver. Hasta puede que incluso si me lo llegase a poner la gente de mi alrededor no huiría despavorida. Sólo puede eh. Pero es una posibilidad digna de mención.
Cada día estoy más enamorada de Carlos Sadness y muero por ir a verlo, secuestrarlo y tenerlo en una habitación con un ukelele cantándome a todas horas.
Quiero tatuarme.
Y sé que últimamente mis entradas son de pensamientos sueltos, quejas, llanto y crujir de dientes, y me queda todavía una semana más así, pero después mi retorno como persona afable y dicharachera devolverá la alegría a la humanidad, y puede que retome el objetivo de este nuestro blog, dominar el mundo. O puede que en realidad todo esto, en vez de estrés sea una maniobra para que mis archienemigos bajen la guardia. Seehh.