(Dirigido por Jean-Pierre Dardene y Luc Dardenne –
Francia 2011)
“El niño inventa la vida, se golpea, pero desarrolla al mismo tiempo
todas las facultades de resistencia. La infancia es el mundo que mejor conozco.
Me siento mejor con un niño que con un adulto. Las personas están demasiado
impresionadas por un papel social para ser verdaderamente sinceras. No puedo
tener una conversación con ellas más que cuando hablamos de cine. Con los
niños, por el contrario, puedo hablar de todo”
Francois Truffaut
Cyril Catoul (Thomas Doret) es un niño muy curioso, avispado e inteligente
y dinámico. En esta vida tan dura para algunos, el destino ha querido que sólo
tenga a su padre como su único familiar cercano. Lo que le da pena a Cyril es
que su padre lleva un mes sin contestar el teléfono ni visitarlo, no entiende
que puede haberle pasado. Los coordinadores del Internado Estatal donde vive el
chiquillo le dicen que de seguro el papá se ha mudado a otro lugar. Cyril no
acepta esa idea ya que de ser así, su padre le habría llevado la bicicleta que
a él tanto le gusta, y eso no ha ocurrido.
El chiquillo es terco y persiste hasta el cansancio en buscar a su
padre, quiere saber realmente que ha pasado. Es en esa búsqueda que conoce
circunstancialmente a la joven Samantha (Cécile De France). Ella de inmediato
establece empatía con Cyril, con sus ansias por saber que pasó con su bicicleta
y con su padre. Cuando por fin encuentra a su padre, se da con una terrible
realidad: Su padre no lo quiere tener consigo bajo el pretexto de que quiere
iniciar de cero su vida y Cyril es un estorbo. El pobre muchacho quiere tirarse
a la pista del auto de Samantha. Se abrazan y lloran juntos por como un ser humano
es capaz de no amar a su propio hijo y pensar sólo en su maldito egoísmo.
Samantha se convierte en una mamá sustituta para Cyril, todo parece
marchar bien hasta el día en que el chico tiene una pelea callejera y vence a
un rival mayor. El líder de una banda juvenil ve talento e ingenuidad en ese
rubiecito que gusta de los polos rojos, así que decide hacerlo parte de sus maquiavélicos
planes. Eso si calladito y no contarle nada a Samantha. ¿Y ahora que sucederá
con Cyril?
“El chico de la bicicleta” se encuentra entre las mejores películas del
2011. Es una cinta realista que conmueve hasta más no poder, sobre todo en los
últimos 10 minutos donde nos brinda uno de los mejores finales de películas de
todos los tiempos. El director de cine francés Francois Truffaut decía: “Las
desgracias de los adultos me dejan insensible. Me parece estúpido que corran
los riesgos que corren. Los adultos viven en una jungla, pero es culpa suya ya
que ellos han creado esta jungla; por tanto, peor para ellos. Yo, como la
mayoría de las mujeres, soy sensible a las desdichas de los niños”. El cine de
Truffaut, al igual que el de los hermanos Dardenne, muestra una preocupación
por los niños y el mundo en el que viven y en el cual descubren a cada instante
cosas nuevas, entre esas cosas la bondad y la maldad. Por un lado Samantha
encarna a aquella mujer que brinda por sobre todo amor al prójimo (la mujer es
clave en la sociedad para el progreso de la misma) y por otro lado el líder de
la banda juvenil refleja la maldad de algunos seres humanos que se aprovechan
de mentes sanas. En el caso del padre de Cyril, él es el reflejo de la
confusión actual (fruto del egoísmo) de muchos adultos que han olvidado que un
día fueron niños y que algún día serán ancianos.”El chico de la bicicleta” es
una película que merece verse, que alienta a luchar por nuestros ideales y
sueños, que si caemos hay que levantarnos y nuevamente intentar ser mejores
personas.