Revista Cultura y Ocio

El chico de la última fila, de Juan Mayorga

Publicado el 14 enero 2021 por Laura Coll Rigo

 Leí este libro por recomendación de G. A él le había gustado (sin volarle la cabeza) y le había parecido curioso. Tenía un montón de marcadores con cosas para comentarme por lo que, viendo que el libro era cortito, le dije que me lo leería. Tampoco me ha parecido nada del otro mundo, pero teniendo en cuenta que es entretenido y lo poco que se tarda en leerlo, no me arrepiento de haberle dado una oportunidad.

El chico de la última fila, de Juan MayorgaTítulo: El chico de la última fila
Autor: Juan Mayorga
Editorial: La uÑa Rota 
Precio: 12,00 €Incluye ensayo de Carlos Thiebaut
Páginas: 132
ISBN: 978-84-95291-71-4
Fecha de publicación: febrero de 2019

Sinopsis:
Claudio es un estudiante de diecisiete años que se sienta en la última fila. No habla, no participa, no es problemático, no destaca ni por arriba ni por abajo, salvo en Matemáticas. Cada clase se le hace más insoportable hasta que Germán, el profesor de Lengua y Literatura, manda escribir una redacción sobre el último fin de semana. A partir de este momento, Claudio empieza a transformarse en alguien que observa, imagina y escribe la vida de otros en un relato por entregas para un solo lector.
Ese relato compartido por el discípulo y el maestro se convierte, poco a poco, en un juego cada vez más peligroso para ellos y para quienes los rodean. Un juego que se disputa en dos tableros: el de la vida y el de la literatura.

Por qué este título...
«Hay algo de lo que todavía no hemos hablado. Hasta ahora hemos evitado hablar de ello, pero no podemos postergarlo más tiempo. El título. El título compromete. el título establece un pacto con el lector. El título le orienta acerca de qué ha de valorar, en qué ha de fijarse: Guerra y paz, Los hermanos Karamázov... ¿Qué tal El chico de la última fila

Opinión:
Impresión: Mejorable

Estamos ante una obra de teatro bastante peculiar. Los protagonistas son Germán, profesor de lengua desmotivado, y Claudio, un alumno que había pasado desapercibido hasta el momento en que empieza una novela por entregas en la que va desgranando la vida de la familia de su amigo Rafa. Lo curioso de esta obra es que no tiene escenas. No penséis en una escena de Germán y Claudio hablando después de clase, que pasa a una escena de Germán y su mujer leyendo en voz alta la redacción, que deriva a la escena de la casa de Rafa. Pero sí, es complicado. Sí que hay esas escenas, pero se salta de una a otra sin previo aviso, sin acotaciones que lo indiquen, y se puede volver a la escena anterior en cualquier momento. Es decir, Juana (la mujer de Germán) puede sugerirle a Germán que le diga algo a Claudio, las tres siguientes intervenciones pueden ser la conversación de estos dos, que puede ser interrumpida a la mitad por una pregunta de Juana, para luego regresar a la conversación. Aquí os dejo un ejemplo.

El chico de la última fila, de Juan Mayorga

Para mí este es un de los puntos fuertes de la novela, pues ofrece algo distinto. El hecho de eliminar las escenas hace que estas sean mucho más dinámicas y naturales, además de que la novela se lea de forma más amena, pues todo aquello que no es importante se corta. Eso requiere mucha atención por parte del lector, que no tiene que perderse. Eso me gusta, pues no trata al lector de tonto. Por otra parte, hace que la obra sea muy difícil de representar. Supongo que estarán todos los actores en el escenario, con un foco enfocando la escena en movimiento mientras la otra se queda inmóvil. En conjunto me parece una apuesta arriesgada, pero que funciona.

Sobre el contenido, me gustan las reflexiones que contiene la obra sobre literatura y escritura, aunque esperaba que hubiera muchas más. El problema es que a medida que avanzaba, me daba cuenta de que la trama no iba a ninguna parte. Claudio no es un autor de primera (pero escribe muy bien para su edad) y sus escritos no son brillantes, cosa que me parece realista. No solo tiene algunos errores ortográficos sino que las técnicas narrativas que usa a veces no son las adecuadas. Eso se lo indica varias veces Germán, pero eso no hace que esos fallos no sigan ahí. Ojo, que me parece realista, convertirse en escritor no es algo que se logre de la noche a la mañana sino que requiere mucha práctica, y Claudio evoluciona poco a poco, pero por otra parte hace que la mitad de la obra me resulte indiferente.

Mi principal problema es la trama de la novela de Claudio, que no ha logrado engancharme ni que me importaran sus personajes. Cuenta la vida de forma costumbrista de la familia de Rafa: que si a Rafa no le van bien las mates y va a jugar a fútbol con su padre, que si este tiene problemas de trabajo porque quería emprender pero no el va bien, que si la madre es una ama de casa a quien solo le interesa la decoración, ... Vamos, unas vidas de clase media corrientes y molientes. Esperaba que en algún momento se profundizara en esos personajes y que se vieran desde otro prisma, pero no es así. Germán critica varias veces que la trama se ha estancado y que resulta aburrida, pero no por ello deja de ser así.

Mi problema con esta trama metaliteraria es que daba mucho juego y para mí se ha quedado en nada. No es solo que podría narrarse con más arte la vida de esta familia y que Claudio se diera cuenta de que tienen mucha más profundidad de lo que parece, sino que esperaba más giros. Esto no es Parásitos. Aunque Claudio esté un poco obsesionado con la familia de Rafa y poco a poco vaya ocupando un espacio en su casa, todos sabemos que no cogerá un cuchillo y los matará por la noche. Es lo que a mí me hubiera gustado, pero no pasa. Sí que es algo inquietante su obsesión, pero no pasa de ahí. Esperaba algún giro inesperado con la trama de la familia de Rafa o con las redacciones: solo conocemos lo que pasa en esa casa por lo que escribe Claudio, pero este podría estar mintiendo. En realidad esperaba que Claudio nos hubiera estado engañando de alguna forma o ocultando la chicha de la historia pero por desgracia, no es así. 

En general esperaba mucho más de los personajes, especialmente de los principales. Aunque Claudio es el protagonista, conocemos muy poco de él. Tiene problemas en casa de algún tipo (me parece que su padre está enfermo y tiene que cuidarlo) y esperaba que en algún momento se profundizara en ello, pero no, vamos a seguir hablando de la familia de Rafa. Lo mismo con Germán el profesor, que está ahí para hacer una crítica al sistema educativo y para mostrarnos a un profesor deprimido, pero esto se trata de forma superficial. Por otra parte, su relación con Juana no me la he creído ni por un momento. Esta lleva una galería de arte que está apunto de cerrar pese a todos sus esfuerzos, y cada vez que habla sobre ello con Germán, se encuentra con un muro imposible de romper: constantemente Germán habla de la inutilidad del arte, cómo lo que su mujer vende es basura sin valor y sin animarla ni apoyarla en ningún momento.

A esto hay que añadirle que la animosidad que siente Juana por Claudio desde el principio me parece exagerada. Considera a Claudio un monstruo, un obseso, un voyeur, una mala persona que no quiere más que causar problemas a la familia de Rafa. Puede que al final sí esté un poco obsesionado y que haga cosas un poco inquietantes, pero es un adolescente, tampoco hay para tanto y menos para condenarlo moralmente de esta manera desde su primera redacción. Lo único que hace es poner por escrito sus pensamientos sobre cómo es la familia de Rafa. ¿Qué mal hay en eso? Lo comparte con su profesor de lengua, sí, y le expone las intimidades de esa familia, pero tampoco es algo que en algún momento pueda llegar a manos de todo el colegio, y aunque así fuera, tampoco es que la familia de Rafa guarde ningún secreto que le cueste la vida a nadie.

La obra es muy corta, una noventa páginas, aunque incluye un ensayo de Carlos Thiebaut entorno a posibles interpretaciones. Este anexo a mí no me ha terminado de convencer. Esperaba alguna revelación, algo en lo que no me hubiera fijado, el por qué este libro ha sido tan aclamado, pero en su lugar me he encontrado un texto demasiado academicista hablando de la obra en general y de cosas que ya sabía, por lo que resulta un análisis poco trascendental. 

En conclusión, El chico de la primera fila es una obra de teatro curiosa a nivel técnico, pues carece de escenas, cosa que obliga al lector a dar más de sí, y que contiene interesantes pero escasas reflexiones sobre el sistema educativo, la literatura y la escritura. Para mí decae por la superficialidad de los personajes y porque la trama metaliteraria, aunque realista, no resulta interesante para el lector. Daba pie a más complejidad y a que se engañara al lector, pero los giros nunca llegan, por lo que resulta algo insatisfactorio. De todas formas es muy corta, por lo que como curiosidad no es una mala elección.

Cosas que he aprendido:

  • He descubierto al pintor Klee.
  • Obra teatral sin acotaciones de escena.

Y para terminar, os dejo con mi avance en Goodreads:

El chico de la última fila, de Juan Mayorga

PUNTUACIÓN...2'5/5!

El chico de la última fila, de Juan Mayorga
El chico de la última fila, de Juan Mayorga
El chico de la última fila, de Juan Mayorga

Primeras Líneas...

El chico de la última fila, de Juan Mayorga

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