Antonio Escohotado es quizás el autor al que peor ha entendido la izquierda en este país, especialmente los más jóvenes. Dada su apasionada cruzada contra el prohibicionismo muchos le confundieron con un anarquista, cosa que él mismo se consideró en algún momento de su vida. Pero nada más lejos de la realidad: Escohotado cree ferviertemente en el Estado, casi tanto como en la libertad económica. Ni anarquismo, ni comunismo, como demuestra la reciente conclusión de su trilogía Los enemigos del comercio. A mí sinceramente no me importa, porque las obras de Escohotado que más me han llegado no versaban sobre politología, sino sobre libertad: con grato recuerdo guardo las lecturas de Retrato de un libertino, Caos y orden o su magnum opus Historia general de las drogas.
Y sí, me dan igual sus invectivas contra el comunismo o su defensa de la economía liberal, porque no soy comunista y creo en la libertad económica (que no en el capitalismo). Pero me preocupa que el paso de los años o el consumo continuado de todo tipo de drogas hayan dejado mella en el acervo intelectual de Escohotado, que otra cosa no, pero mayor está ya el hombre. En el vídeo de más abajo podéis comprobar a qué me refiero.
¡Eh, un momento, que no voy por ahí! A mí que tenga una opinión política contraria a Podemos me parece respetable, lo mismo que opine así del comunismo, ya que ni soy comunista, como he dicho, y el partido único me parece algo aterrador.
Pero lo peor de todo, sin duda, es que Antonio Escohotado, filósofo donde los haya, se quede tan ancho haciendo una crítica tan profunda al comunismo como decir que Marx era un vago y Lenin un señorito, o que el 30% de los votantes de Podemos son aquellos que quisieron vivir por encima de sus posibilidades. A esto, en lógica formal, se le llama falacia, en concreto falacia ad hominem. Escohotado huye del debate puramente intelectual y realiza un ataque personal para desprestigiar. Es como si yo quisiera cuestionar sus críticas al comunismo bajo la base de que su padre votó a un socialista como Julián Besteiro o que sus postulados sobre las drogas y la libertad son falsos señalando que él es hijo de un falangista. Ambas cosas sucedieron, pero se escapan al debate. ¿Marx o Lenin contaban con menos razón en lo que decían porque fueran vago o señorito? ¿Se puede decir que Mariano Rajoy es un mal presidente por su problema de dicción? Obviamente no. Y si no que se aplique el cuento: su admirado Thomas Jefferson por su lucha por la libertad era todo un esclavista sureño.
Aún con toda esta escabechina de la lógica a la que le conduce el goteo de su tacatá racional (¿enseñará que las falacias ad hominem son válidas en un debate intelectual?), Antonio Escohotado me parece el único español digno de merecerse la definición de intelectual. Pero chochea, vaya si chochea, tanto que abraza el cuñadismo.