El próximo miércoles se estrena en Netflix la última película dirigida y protagonizada por George Clooney: El cielo de medianoche. Se trata de la adaptación de una novela de Lily Brooks-Dalton recién editada por Blackie Books. Y bueno, si Clooney dice “ven”, yo lo dejo todo. Empecemos hablando del libro.
La historia se desarrolla a través de dos hilos argumentales que transcurren de forma paralela. Por un lado conocemos a Augustine, un astrónomo huraño y egoísta ya en el ocaso de la vida que se encuentra realizando en el Ártico trabajos de investigación. El resto del equipo allí destinado ha sido evacuado. Algo ha ocurrido en el mundo tal como lo conocemos, pero Augie se niega a abandonar el lugar. No le parece mal final para su vida, hasta que aparece una niña que al parecer no ha formado parte del rescate. La indiferencia de Augie dará paso a la preocupación por salvar a la niña y sacarla de allí.
Por otro lado, conocemos a Sully; nuestra protagonista femenina es una astronauta que forma parte, junto con sus compañeros, de una misión espacial que ya llega a su fin. Esperan instrucciones para el regreso a la Tierra, pero estas no llegan. La comunicación se ha visto interrumpida.
Y hasta aquí puedo contar. No llegamos a saber qué sucede exactamente para que los personajes se encuentren en la situación en la que se encuentran; saberlo no es lo realmente importante, es solo el punto de partida para mostrar los mecanismos del ser humano para sobrevivir en las condiciones en las que se hallan. Esta es, al parecer, la segunda novela de la autora, y en este sentido me ha parecido sorprendente por el despliegue de talento que he encontrado a lo largo de los capítulos. La belleza descriptiva es deslumbrante tanto en los escenarios (el Ártico, la naturaleza en estado puro, el espacio…) como en los estadios por los que pasan los personajes: miedo, silencio, soledad, desesperación o esperanza, según los casos. En este sentido me parece una novela impecable.
Sin embargo, no es una novela redonda, no para mí. El final no solo es abierto, sino que prácticamente es inexistente. La historia se para sin más, dejando al lector que saque sus conclusiones, y ya sabéis lo que me parecen a mí las novelas que llegan a término así. Espero sinceramente que no ocurra lo mismo con la adaptación. Aun así, el viaje ha merecido la pena.
Y con este post desconecto hasta el próximo año. Que paséis unos días, dentro de lo que cabe, muy especiales. Gracias por estar. Feliz Navidad.