Revista Comunicación
El cielo rojo -literatura romántica
Publicado el 27 septiembre 2024 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertranLeon (Thomas Schubert) es un joven escritor que, para matar el tiempo, lanza una pelota de tenis contra la fachada de la casa rural que le sirve de retiro para escribir: nada que ver -¿O sí?- con Jack Torrance (Jack Nicholson), que en El resplandor (1980) aliviaba la tensión del bloqueo del escritor de idéntica manera. El protagonista de El cielo rojo (2024) de Christian Petzold es un joven tímido que establece complicadas relaciones con los que lo rodean: su mejor amigo, Felix (Langston Uibel); el misterioso Devid (Enno Trebs); su editor Helmut (Matthias Brandt) y la más importante, Nadja -una fantástica Paula Beer, actriz fetiche del director alemán, que enamora la cámara-. Petzold ha creado un protagonista con el que resulta difícil simpatizar por su personalidad: es un tipo cerrado, tan tímido e inseguro que resulta huraño y hasta borde. Quizás por esto, Petzold nos obliga a pasar mucho tiempo con Leon en esta película. Poco a poco, Leon nos irá resultando más simpático, más humano, según vamos compartiendo sus inseguridades como autor literario y, sobre todo, según se va enamorando -era inevitable- de Nadja. En un escenario ideal para la creación artística -aunque también para la indolencia-, una zona costera frente al mar Báltico -también apta para el romanticismo- este ligero relato de espíritu veraniego se desarrolla pausadamente, con una (media) sonrisa en el rostro. Cuando parece claro que Petzold ha hecho una película menor, un giro dramático nos lleva a ideas y emociones mucho más profundas sobre el amor, la vida y la muerte. La película se vertebra desde la mirada de un protagonista especialmente pasivo y observador ante cuya mirada los otros personajes se van revelando con más de una -humillante- sorpresa. El pobre Leon descubre que es mejor encontrar el amor en la vida real que tener éxito como autor -literario- pero también que el arte verdadero se nutre, sobre todo, de la vida misma. Petzold nos entrega imágenes de gran belleza cuando ese paraíso que nos presenta al principio de la historia se ve amenazado por el cielo rojo que da título a su película.