Revista América Latina

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

Publicado el 31 mayo 2020 por Apgrafic
El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente"Definitivamente, esta no es la misma película que se estrenó hace 25 años."

"El cine es profético, que predice y anuncia las cosas", sentenciaba Jean-Luc Godard. Y si hay alguna película tan bizarra y espantosamente similiar a la realidad actual, esa es 12 Monos.     

Hace un par de días se viralizó una noticia proveniente de la India: un grupo de monos robó varios lotes de sangre de al menos tres posibles pacientes infectados por coronavirus. Aunque los responsables del laboratorio de Nueva Delhi afirman que la situación está controlada y no hay riesgo de contagio, no deja de ser una noticia de antología. En el presente artículo, Hans Herrera Núñez nos cuenta por qué el filme de ciencia ficción, protagonizado por Bruce Willis y Brad Pitt, es una película totalmente contemporánea y emblema del periodo COVID-19. 

Este artículo fue publicado originalmente el 4/4/2020.

EL OLOR DE LAS FLORES

Comenzó en China, siguió en Corea del Sur, Japón, Irán, resto de Asia. Después afectó Italia, España, Francia, EE.UU. y se extendió por el resto del mundo. No fueron los 12 Monos. Repito, no fueron los 12 Monos. Si alguien del futuro está leyendo este mensaje hay que volver a Wuhan, a noviembre de 2019.
Miguel Levkovich
Comentario del 24/03/2020 en YouTube

Los humanos, desde hace unas semanas, nos vamos acostumbrando a vivir confinados en casa mientras afuera el cielo esta cada día más despejado y los animales comienzan a pasear libremente por las ciudades. Primero los canales de Venecia visitados por cisnes; luego, pavos salvajes vagando por Madrid, y ahora bandas de aves guaneras llenan no la playa de Paracas sino de Aguadulce. También, la semana pasada se reportó la invasión de un enjambre de abejas a un departamento de Magdalena. Solo llevamos unas semanas y los animales amenazan con volver a gobernar el mundo como pasa en la película de Terry Gilliam, 12 Monos (1995), una película que, mirándola ahora, parece más la profecía de un documental en el que estamos todos dentro.

Seguro que cuando la viste por primera vez, hace muchos años por tv, en Cine Millonario no te llamó mucho la atención. O quizá cuando la repitieron en Función Estelar te pareció muy enredado el argumento. Pero seguro que si la vez ahora se te escarapela el pellejo. Esta no es otra película de viaje en el tiempo con efectos especiales a lo Volver al futuro (1985), ni es otra película distópica más. Todo lo contrario: es una historia sólida, rara y lo peor de todo, muy actual, demasiado actual que ya no parece coincidencia.

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

Con el fotograma de arriba comienza 12 Monos. Una película de culto que mezcla viajes en el tiempo, medioambientalismo, bioterrorismo, distorsión de la realidad y un homenaje al cine. La película nos presenta a James Cole (Bruce Willis), un convicto del año 2035 que se ofrece de voluntario para un experimento: viajar en el tiempo y descubrir la causa de un extraño virus que arrojó a los humanos a vivir debajo de la tierra mientras en la superficie, precisamente en las ciudades, han vuelto a reinar los animales, y lo que es curioso: abundan en las ruinas unos extraños grafitis con doce monos. En su aventura, el protagonista llegará al año equivocado, 1990, en lugar del año en que comienza la pandemia, 2020... perdón: 1996. En su primer viaje, Bruce Willis acaba confinado en un manicomio donde conoce a un Brad Pitt demente, anticonsumista y paranoico, quien unos años más adelante creará el ejército de los '12 Monos': un grupo animalista que parece tener algo que ver con el futuro que le tocó a Bruce Willis tener que remediar. Paralelamente, Bruce también conoce a la Dra. Katryn Railly, quien trata de convencerlo que la cosa no es tan grave: solo que está loco. 

En adelante, Bruce Willis ira yendo y viniendo del futuro al pasado mientras en el futuro y en el pasado no dejan de doparlo a la fuerza de forma que va perdiendo la conciencia de la realidad. Entre tanto, tiene unos perturbadores flashbacks de un sueño recurrente inspirado en un episodio traumático que tuvo de niño, y que resulta clave para la comprensión total del filme.

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

LA PELÍCULA QUE HIZO DE BRAD PITT, BRAD PITT
Sin lugar a dudas el que se roba la película es Brad Pitt. Al punto que se lleva el Globo de oro como Mejor actor de reparto de ese año con sus muecas, un discurso anticonsumista coherente y conspiranoico lleno de contorsiones y gesticulaciones como las de un mono. Por esa época, Brad consolidaba su carrera con Seven (1995), y poco después vendría su estelar como Tyler en el Club de la pelea (1999). 

En 12 Monos es Brad quien tiene uno de los monólogos mejor armados de toda la película cuando explica a un aturdido Willis el por qué están confinados en un manicomio:

— ¡No estás aquí por esto! Estas aquí por culpa del sistema. Ya no producimos nada, todo es automático ¿Y nosotros qué? Somos consumidores, Jim. Si compras mucho eres un buen ciudadano. Pero si no, si no compras, ¿qué eres?

Este monólogo es una clave de la película en cuanto a la misión de Willis y su paradigma en la historia. Esto resuena en nuestras cabezas de consumidores, consumidores de moda,  música, cine, viajes, y que ahora solo se nos permite ir al supermercado o a la farmacia mientras todos los demás negocios están cerrados y nos sentimos desorientados. En el interín, Bruce intentando escapar recibirá el consejo de otro loco de que es una buena época para viajar a Los Cayos de La Florida. Además, el hecho de que Bruce y Pitt se conozcan produce una paradoja: la creación del ejército de los '12 Monos'. Pues Bruce, inocentemente, en una conversación en el manicomio con Brad, es quien le da la idea de sembrar un virus que acabe con vidas humanas. 

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

EL SÍNDROME DE CASANDRA
Lo peor de saber el futuro es que no se puede cambiar. Y no porque falten ganas, sino porque nadie es profeta en su tierra o en su tiempo como es el caso de Bruce. Una escena de la película nos lleva a una conferencia de la Dra. Katryn, la doctora que trató a Willis en el manicomio, quien presenta un libro de psicología donde habla precisamente de los profetas, videntes y el Síndrome de Casandra.

Casandra era una princesa troyana que en la mitología fue seducida por el dios Apolo pero ella lo rechazó y él, enojado, le escupió en la boca, maldiciendo su lengua al ofrecerle también el don de saber el futuro pero impidiendo que nadie le crea. Sera así que ella sabrá de la caída de su ciudad, Troya, pero nadie le hará caso, y tendrá que ver como su pueblo es aniquilado. Esta es la misma situación del protagonista de 12 monos. Aunque se lo cuenta a algunas personas en el pasado nadie, obviamente, le cree. De todas maneras, él es consciente que no viene a cambiar el futuro arreglando el presente, no. Para Bruce, el futuro es el presente, y no hay nada que pueda cambiar del pasado en el que está. Su objetivo es encontrar al que soltó el virus e informar a los científicos de su presente para que ellos se encarguen de obtener el virus en su estado puro antes que mute y, de esta forma, encontrar un antídoto que de futuro al futuro.

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

Mientras, Bruce es solo un loco que se equivoca de organización, del supuesto culpable del virus, y de tiempo (lo envían por error a la Primera Guerra Mundial); sin embargo su convicción va atrayendo a una creyente, la misma Dra. Katryn, que empieza, a raíz de una serie de evidencias empíricas, a dudar de la psicología, es decir, de la ciencia, para creer en Bruce, es decir, un loco que dice hacer algo tan alucinante como viajar en el tiempo. Siendo una mujer de ciencia Katryne acaba por cuestionar la psiquiatría como religión, al objetar su función en el sistema:

Todo el mundo acepta la verdad que le decimos. La psiquiatría es la nueva religión. Decimos quién está loco y quién sano. Estoy confundida, empiezo a perder la fe.

Y es a partir de ese momento que se da un intercambio de papeles: la psiquiatra empieza a creer en el loco, y el loco, Bruce Willis, empieza a dudar de que sea un viajero del tiempo.

Esto es interesante pues cuestiona el discurso de que los científicos tengan la razón. Lo suyo, más bien, es el poder de decidir quién tiene la razón, quién es cuerdo. En 12 Monos, una sarta de científicos locos, que parecen sacados de la Naranja mecánica (1971), son los que hacen viajar en el tiempo a Bruce y manipulan su cerebro como si de un ratón de laboratorio se tratara. No es casualidad que en el primer viaje Bruce acabe en el año equivocado. Y en un manicomio rodeado de médicos, quizás más serios pero igual de fríos. El mismo Brad Pitt en la película es hijo de un científico renombrado. Resultado: Brad Pitt está loco. Otro científico, un virólogo, cree que es una locura la manera en que la humanidad destruye la naturaleza. Y piensa que lo más razonable es provocar que se extinga.

Bruce, confundido y todo, será apoyado por su nueva aliada, la Dra. Katryn, y durante un viaje en el coche oirá fascinado un anuncio: "Viaje a los Cayos de la Florida". Luego quedará fascinado con la canción más famosa de Louis Armstrong, What A Wonderful World, mientras disfruta de las ventajas de respirar aire fresco.

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

TRES PELÍCULAS EN UNA
En el tercer acto, mientras escapan de la policía, la Dra. Katryn y Bruce se esconden en un cinema donde están pasando una función de 24 horas de Hitchcock. Aprovechan que está vacío para disfrazarse, y así escapar de la ciudad. Ya no para salvar el mundo porque eso ya ocurrió, y nada pueden hacer sino para intentar alcanzar disfrutar lo que queda de la vida. En el cine están proyectando Vértigo (1958). Justo la escena en que James Stewart pasea con Kim Novak por un bosque de secoyas. Ellos se quedan contemplando los anillos de un tronco talado, muy gueso, con muchos años de antigüedad. En los anillos están señalados grandes eventos de la historia, como el descubrimiento de América o la independencia de EE.UU. Entonces, Kim en la pantalla dice mientras señala con un dedo el anillo del árbol:

— Aquí el año en que nací...  y aquí muero. Solo fue un momento para ti y tú no lo sabes.

Entonces, Bruce empieza a recordar que ya vio esa película por la televisión cuando era niño, mientras Kim intenta recordar que ya había estado en ese lugar junto a los árboles mientras Stewart pregunta cuándo nació. Entonces, Bruce dice viendo la escena:

— Es como lo que está sucediendo con el pasado. La película jamás cambia pero cada vez que la ves es diferente porque tú has cambiado y te fijas en otras cosas.

Entonces, la doctora le dice para tranquilizarlo algo que es mucho más que un decir:

— Si no podemos cambiar algo porque ya paso, solo nos queda oler las flores.

Y entonces Willis vuelve a dudar de su misión — "'¿Y si estoy loco?"—. A lo que Katryne le responde que en unos días todo habrá comenzado y si no, todavía "Habrá futbol, embotellamientos, televisión y asaltos, y estaremos muy contentos". Y en ese momento la película vuelve a enfocarse en Vértigo y podemos escuchar a James Stewart convencer a Kim Novak al decirle: "Ahora soy responsable de ti. Los chinos dicen que si le salvas la vida a alguien se vuelve tu responsabilidad para siempre". Y es aquí donde yace el genio de Terry William.

El cine profético de '12 Monos' y la lucidez de un Brad Pitt demente

En una sola escena ha acoplado no a dos, sino tes películas que se suceden abierta y soterradamente. Por un lado, es 12 Monos y sus personajes viendo a los personajes de Vértigo. Ambas son parejas, y en Vértigo al ver la escena de los anillos del árbol, en que cada anillo es un año, y el tronco cortado tiene miles de anillos, miles de años, inmediatamente se está haciendo referencia a El muelle (1962) de Chris Marker(fotograma de arriba), a una misma escena en que otra pareja va a ver los anillos de otro tronco de árbol cortado y tener la misma reflexión que Kim Novak. Esta película fue, precisamente, la que inspiró la realización de 12 monos, y que a su vez se inspiró en esta escena de Vértigo; de modo que tenemos un círculo cerrado perfecto de películas que se hacen referencia unas a otras. Como si la escena misma fuese un loop de tiempo que va y viene repitiéndose ad infinitum, y donde Bruce Willis es el héroe perfecto de los viajes del tiempo. Porque en Bruce su condición de héroe está amarrada a su condición de eterno prisionero. Primero, confinado en una prisión subterránea del cual busca escapar haciéndose voluntario. De fondo está confinado en un futuro en que todos viven bajo tierra en pequeños espacios. Luego, al viajar en el tiempo, aparece confinado en el manicomio para terminar, finalmente, confinado a un destino del que no puede escapar: el no poder cambiar las cosas y ser a su vez instrumento del cambio.

El momento más humano de Willis es cuando saca la cabeza por la ventana del coche para sentir el viento. Este es su sentido como personaje e historia, y es cuando la Doctora Katryne se dice "ya que mierda", y en lugar de tratar de evitar el comienzo de la pandemia propone a un Bruce Willis que jamás ha visto el mar, viajar a Los Cayos de Florida, y así "oler las flores".

Lamentablemente, esta es una película apocalíptica en la que nada sale como se desea, y comienza a desencadenarse, como si un reloj se tratara, todo el mecanismo de profecía autocumplida. Vemos el sueño del recuerdo de Willis ocurrir. Y todo empieza por terminar de empezar.

Definitivamente esta no es la misma película que se estrenó hace 25 años. No la recordaba así. A ratos parece una profecía de lo que en estos momentos nos pasa. Momentos de guerras comerciales, conspiraciones, cuarentenas, miles de millones confinados en sus casas de Dios sepa si acaso por un virus creado y esparcido por científicos locos como en 12 monos mientras la ciencia busca una vacuna antes que no sea demasiado tarde, y en que los científicos, igual que en la película son a su vez enfermedad y cura de un mismo mal: el poder de decidir quién vive, quién muere quién dice la verdad y quién está loco.

Ahora las calles están otro día más vacías mientras en la Herradura los delfines campean a su ancha, y lo único que quiero es volver a salir, y solo queda soñar con el día en que volveremos a congestionar la Javier Prado y ser asaltados y tener la sabiduría, de camino a Los Cayos de La Florida, para detenernos a oler las flores de nuestra mortandad.

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