Revista Cine
Le Week-End (GB-Francia, 2013) tuvo un buen paso festivalero a fines del 2013 -estuvo, entre otros, en Toronto, Vancouver, Nueva York, Río de Janeiro y San Sebastián, donde obtuvo el premio a Mejor Actor para Jim Broadbent-, fue nominada a cinco premios del Cine Independiente Británico -ganó el de Mejor Actriz para Lindsay Duncan-, inició su corrida comercial en octubre del año pasado en la Gran Bretaña y se estrenó en Estados Unidos en marzo pasado con una muy buena recepción crítica -no tuvo una sola reseña negativa, de hecho. De todas formas, estamos a fines de julio y la cinta no tiene para cuando estrenarse en México. Pero despreocúpese usted: nunca llegará.El décimo-primer largometraje del sudafricano vuelto inglés Roger Michell no tiene las suficientes características para merecer distribución nacional: no es dirigida por un autor reconocido, no tiene estrellas en su reparto, no hay explosiones de ninguna especie y, ¡horror!, no hay ningún super-héroe a la vista. No, pues así como pretenden que la gente vaya al cine. Nick Burrows (Broadbent) y su esposa Meg (Duncan) han llegado a París desde Birmingham a celebrar su trigésimo aniversario de bodas. Él es un profesor universitario de filosofía, ella es maestra de biología en alguna preparatoria. Desde que los vemos sentados, en un vagón del Eurostar, podemos reconocer (y reconocernos en ellos, si tenemos la edad suficiente) los estragos de un matrimonio con sus altas y sus bajas. Y en este momento, por cierto, los Burrows tienen más bajas que altas: ella sigue resentida por un affaire que él tuvo con una alumna hace 15 años, él no le ha dicho que ha sido obligado a jubilarse anticipadamente, tienen un hijo mantenido que él quiere seguir ayudando pero ella no y, además, hace tiempo que no cogen, como queda claro en cierto brutal y vulgarsísimo diálogo.A propósito de los diálogos: la cinta es la cuarta colaboración de Michel con el escritor y guionista Hanif Kureishi después de la teleserie inglesa The Buddha of Suburbia (1993) -no vista por mí- y las buenas películas medio cochinotas La Madre (2003) y Venus (2006), que comparten con Le Week-End el mismo tono anti-sentimental. Kureishi es un creador de personajes complejos y diálogos brillantes -fue el guionista del primer Stephen Frears en Mi Bella Lavandería (1985) y Sam and Rosie Get Laid (1987)-, por lo que las interminables invectivas que se lanzan Nick y Meg a lo largo del filme tienen la gracia de ser no solo genuinamente hilarantes sino que, además, provocan que a través de ellas conozcamos a los dos personajes y entendamos por qué, a pesar de todo, siguen juntos.Por el hecho de que los protagonistas son una pareja emproblemada, que el guión está centrado en el peso que tienen sus diálogos bien ejecutados por dos espléndidos actores y que la cinta está ubicada en una ciudad de la Europa continental, hay momentos que Le Week-End parece la secuela adelantada y no oficial de Antes de la Medianoche (Linklater, 2013). En efecto, es como si Nick y Meg fueran versiones más avejentadas, más escépticas y, al mismo tiempo, menos fúricas que Jesse y Celine. Después de todo ya tienen 30 años juntos: saben cómo dañarse profundamente pero también conservan la capacidad de entenderse y amarse, como queda claro en cierta cena ofrecida por el pesado excompañero universitario de Nick, Morgan (un perfecto Jeff Goldblum en sy gustado papel de Jeff Goldblum), quien se ha convertido en todo aquello que Nick nunca pudo ser.Al final de cuentas, como dijera el clásico, siempre les quedará París, con sus buenos recuerdos anclados en el pasado y un vigoroso presente que los empuja a echarse cierto gozoso y famoso bailecito los tres juntos -Nick, Meg y Morgan- porque, que caray, hay que festejar que uno sigue vivo y de pie.