Revista Cine
No había visto la legendaria Killer of Sheep (EU, 1977) hasta hace muy poco. Pero, bueno, prácticamente nadie había visto la tesis fílmica de Charles Burnett en la UCLA desde hace 30 años. Realizada durante varios fines de semana a lo largo de un año, con un reparto de actores no profesionales, en escenarios laborales reales de Los Ángeles de fines de los años setenta y con un presupuesto de 5 mil dólares, la película fue presentada como tesis de graduación de Burnett, se exhibió limitadamente en cineclubes y universidades americanas, fue elegida para ser conservada por el National Film Regitry estadounidense como documento fílmico fundamental del siglo XX... y luego desapareció del mapa.
En su momento, el problema central fue que la banda sonora que usó Burnett en su opera prima resultaba demasiado cara para poder usarla -música de clásicos americanos como Dinah Washington, Scott Joplin, Louis Armstrong, George Gershwin- así que la explotación comercial estaba prohibida si no había pago de derechos de por medio. Pasaron tres décadas para que la cinta fuera restaurada, se pagaran los derechos respectivos y se estrenara comercialmente, en el más amplio sentido del término. El estatus de leyenda fílmica pesó tanto entre la crítica de cine del país del norte que Killer of Sheep apareció en más de una lista de lo mejor de 2007.
Aquí, en México, el filme fue exhibido en uno de los FICCOs -no recuerdo en cuál, la verdad-, aunque yo la vi hace unos meses, en un espléndido DVD que me llegó de obsequio con la renovación de mi suscripción anual de Sight and Sound. El DVD británico de Killer of Sheep presume como extras el comentario en audio del propio Burnett, una entrevista de 21 minutos con el cineasta, los trailers de rigor y dos cortos estudiantiles del mismo director: Several Friends (1969, duración: 21 minutos) y The Horse (1973, 13 minutos). El primero de estos ejercicios es, de hecho, una especie de preludio de lo que haría Burnett en Killer of Sheep varios años después.
Realizado en bellísimo blanco y negro -la cámara es del propio Burnett- en los barrios obreros de Watt, Los Ángeles, Killer of Sheep sigue la vida del trabajador afroamericano Stan (Henry G. Sanders, el único actor profesional en toda la película), quien labora precisamente en un matadero de ovejas. La cinta no tiene una trama propiamente dicha: más bien se trata de la crónica impresionista, fragmentada, de un estado de ánimo, de una precaria forma de vida, de la perpetua crisis existencial del personaje central Stan, quien ni siquiera teniendo a su lado a su bella esposa (Kayce Moore) parece feliz.
Con Killer of Sheep se menciona continuamente al neorrealismo como su influencia más clara, más evidente. No lo veo así. Es cierto que las condiciones de filmación de la cinta son, en efecto, neorrealistas -escenarios reales, actores no profesionales, retrato de vida cotidiana-, pero además de que estas características no fueron creadas por el neorrealismo italiano (pero esa es otra discusión), la realidad es que el tema central de la película dirigida por Burnett tiene que ver mucho más con el cine de la alienación burguesa de, digamos, un Antonioni.
De hecho, Stan tiene todos los problemas del hombre moderno, alejado, desplazado de Antonioni: la única diferencia es que se trata de un obrero negro angelino y que, además de su depresión y su crisis existencial, también tiene que lidiar con la falta de dinero para que su familia viva mejor. ¿O será que, de eso precisamente surge su crisis existencial, su depresión?