Recuperando la magia de la época gloriosa del cine mudo
Sinopsis y ficha técnica
Cine y música en directo
Dirección
- Charles Chaplin
- Música original de Charles Chaplin (1968)
- Guión de Charles Chaplin
- Fotografía de Roland Totheroh
- Estrenada el 6 de enero de 1928
- Reestrenada en 1969 en versión sonora con un nuevo acompañamiento musical del propio Chaplin
Música restaurada para actuaciones en directo por Timothy Brock (2003)
REPARTO
Charles Chaplin, Merna Kennedy, Allan García, Harry Crocker y Henry Bergman, entre otros
«El circo fue para Charles Chaplin su primer Premio de la Academía -aún no le llamaban Óscar-, el cual recibió en la primera ceremonia de presentaciones, en 1929. En la mención del premio especial se decía: “Por su versatilidad y genio como escritor, intérprete, director y productor”». La película sin duda merecía ese honor. Contiene algunas de sus mejores invenciones cómicas, sutilmente equilibradas con un sentimiento sobre el cual ejerce un estricto control.
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Comentario previo
Aunque ya ha pasado todo lo que había de “Chaplin en la Zarzuela” por esta temporada, espero que esta crítica sirva como referencia para el futuro de lo que supone esta gran experiencia y como recuerdo de ello.
La temporada pasada, en una fecha, en mi opinión no muy buena (cerca del día de Reyes), el Teatro de la Zarzuela programó por casi primera vez (pues podemos ver un precedente claro en su programación de cine mudo con orquesta en el estreno en ese mismo teatro de la sublime película española de “Blancanieves”), una película de cine mudo con orquesta en directo.
La iniciativa es muy digna de halago y con sinceridad, espero que prospere (haber si hay suerte, pues desgraciadamente, otras grandes iniciativas como las conferencias previas a la zarzuela llevadas a cabo por un pianista y que tan buenas e interesantes eran, no se mantuvieron para gran desgracia del público), pues es una magnífica forma de ver el cine mudo tal cual fue concebido.
Tampoco se puede dejar de destacar su increíble originalidad y el hecho de que sea una actividad tan única y especial (aunque es muy cierto que ahora también en el cine Doré han tenido la también muy buena iniciativa de incorporar a un pianista en directo a algunas sesiones de cine mudo -como las de Segundo de Chomón-, pero mucho me temo que no es la regla, y aunque también es una iniciativa muy digna de alabar, ¡no se puede comparar con tener toda una orquesta!).
En cualquier caso, teniendo en cuenta que esta actividad ha estado la temporada pasada, y que esta se ha repetido una vez más y con dos sesiones, parece que tendremos la gran suerte de que la iniciativa prospere.
De momento sólo es soñar despiertos, pero ojalá aumenten los títulos que se proyecten (no sólo Chaplin y más películas durante la temporada), y sobre todo que aumenten los días y sesiones (más de un día por película).
Quizás como otro apunte de mejora, no estaría de más bajar los precios de las entradas que son un poco altos.
Y antes de pasar a la crítica en sí, no sobra hablar de como eran originalmente las proyecciones del cine mudo, para que los lectores del blog puedan hacerse una idea de porque este evento es tan especial.
No faltan historiadores del cine que señalen que la aplaudida llegada del cine sonoro fuera un paso atrás para el arte del cinematógrafo, que había alcanzado auténticas cotas de virtuosismo en mudo (y de hecho, Chaplin siempre defendería que la esencia del cine era el cine mudo -algo ciertamente lógico, si pensamos que sus gags siempre fueron humor físico-), y que de repente se vio constreñido por la necesidad de adaptarse a servir a un nuevo elemento: los micrófonos, que tenían una serie de exigencias que durante cierto tiempo limitaron considerablemente a la industria.
Pero ese virtuosismo no estaba sólo en los rodajes (sin mencionar la esplendorosa y deslumbrante vida de las primeras estrellas y todos sus tremendos escándalos que acabarían desembocando en la autocensura de Hollywood) sino incluso en las proyecciones. No en todas, evidentemente, pero sí que existieron los llamados “palacios del cine” (en Madrid aún quedan algunos -menos de los que debería de haber, algunos de los más destacables han desaparecido en los últimos años, tema al que dediqué en su momento un sentido artículo-, que ojalá subsistan, como son el Callao, el Capitol o el Palacio de la Prensa; y tampoco faltan los re-reconvertidos -pues atravesaron por múltiples fases- como los teatros Coliseum y Lope de Vega) y los “cines de estreno” (en los cines de barrio o los cines de segunda categoría, evidentemente no se hacía lo que se va a comentar) donde se hacían espectaculares proyecciones que incluían una orquesta en directo y otras muchas cosas que hacían que la sesión cinematográfica fuera un auténtico espectaculo tan digno, y de tanto prestigio como ir al teatro (no en vano, la primera vez que se hizo una proyección en Madrid, fue ante la Reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena; y el propio Palacio Real tuvo su “sala de cine” -en el salón neoplateresco- durante el reinado de Alfonso XIII).
Hoy, por suerte o por desgracia, el glamour de ir al cine se ha perdido completamente, convirtiéndose en una actividad casi cotidiana y más bien poco especial (el teatro aún conserva algo de ese encanto… aunque depende del teatro, como ya he comentado en varias ocasiones, se está perdiendo muchísima cultura de como ir al teatro), por eso, con la iniciativa “Chaplin en la Zarzuela” en cierto modo conseguimos reevocar (y más, estando curiosamente tan cerca del edificio del Círculo de bellas artes y del comienzo de la Gran Vía) lo que fue… la época gloriosa del cine mudo, todo un viaje a la historia de principios del siglo XX.
Crítica
En primer lugar, decir que esta es más que una crítica cinematográfica (tema que también se contempla) una crítica de este gran evento al completo que supone “Chaplin en la Zarzuela”.
El programa de mano, como de costumbre, espantoso, la información ultrabásica y para.
Lo cierto es que una de las cosas que hacen más emocionantes a la proyección de “El circo” es la múltiple implicación de Chaplin en todo (algo, por otro lado, muy habitual en él; con gran razón se dijo eso de que sólo había habido estos genios en Hollywood: Griffith, Disney, Thalberg y Chaplin), incluso la música, que creo para ser tocada con esta película; así pues, la experiencia es muy enriquecedora.
La pantalla es colgada a lo largo de todo el escenario, pero los subtítulos están en la cartela de arriba (donde siempre para todas las funciones; algo bastante absurdo e incluso incómodo, pues hubiera sido bueno haber cambiado los carteles en inglés por los españoles, lo cual no hubiese perjudicado en absoluto a la proyección de la película, pero hay demasiado gafapasta adorador de la versión original que parece que quiere ser más papista que el Papa) por lo que a la hora de escoger las entradas, no se debe olvidar que debemos elegirlas como si fueramos al cine y no al teatro, según nuestro gusto en ese caso.
Por lo demás, la proyección se desarrolla de forma muy agradable con la orquesta que toca a la vez que se desarrolla el argumento de la misma y creando los efectos necesarios; la simbiosis llega a ser tal, que llegas a olividarte de que escuchas música en directo (algo bueno y malo a la vez, por una parte, porque has pagado por ver música en directo y por otro, eso significa que la coordinación es perfecta; quizás lo mejor sería un punto medio, la orquesta debe destacar y lucirse -siendo más que una simple banda sonora de fondo-, pero sin eclipsar a la película), creando la experiencia única que se ha comentado, y además, estando en el Teatro de la Zarzuela, es más fácil imaginarse la idea de los Palacios del cine de principios de siglo.
En lo que respecta a la película, es divertidísima, personalmente a mi Charlot nunca me ha conquistado del todo puesto que el humor físico no suele entusiasmarme, pero mis carcajadas, junto con las del resto de la sala demostraban la calidad de una cinta que, si bien no tiene un gran y consistente argumento (aunque sí unas cuantas reflexiones interesantes) es pura comedia e ingenio con unos gags simplemente brillantes muy bien hilados en el guión.
Acerca de lo técnico sólo se pueden decir alabanzas, muy buena dirección y una magnífica reproducción del mundo circo (¡que increíblemente oportuno que el teatro se haya convertido precisamente ahora en un circo y se aproveche tan bien la decoración!) a todos los niveles.
La música (tan especialmente importante en esta proyección, lógicamente por ser en directo y además de Chaplin) evoca el mundo del circo (de hecho hay un leit motiv que se repite con referencia a este) pero en general no destaca especialmente, simplemente acompaña a la película (quizás lo de la composición no era lo de Chaplin -no hay nadie perfecto-, o quizás no quería que la música resaltara demasiado y eclipsara lo que se ve en pantalla, ¿quién sabe?)
Y por supuesto, de los actores destaca Chaplin como no podía ser de otro modo, y es que hay quien tiene el no frecuente don de la vis cómica, y él, no sólo lo tenía, además, sabía utilizarlo y reforzarlo.
Valoración final: independientemente de la película, del resultado final o de que haya algunas cosas mejorables… etc, siempre se podrá destacar como una oportunidad única y de vivir la historia y por tanto un imprescindible; esperemos que el cine mudo en el teatro de la Zarzuela se mantenga y tenga un merecido éxito.