Revista Maternidad

El circo del sol

Por Lamadretigre

El circo del solLa mayoría de ustedes son unos privilegiados. Aunque no lo sepan. Estadísticamente la mayoría de ustedes tienen bastante menos de cuatro hijos. Además, según WordPress, la mayoría de ustedes son Españoles o, en su defecto, latinos por lo que probablemente luzcan ojos marrones, pelo moreno y tez cetrina. Es más, la gran mayoría de ustedes no se han casado contra un Alemán añadiendo al mix genético otro sinfín de sensibilidades dermatológicas congénitas. Y seguro que muy pocos de ustedes sufren de hipocondría en estado terminal de esa que convierte cada lunar en un melanoma de estadio cuatro.

Por eso la inmensa mayoría de ustedes no puede hacerse una idea del infierno terrenal que puede ser un verano en casa tigre. Imagínense el disgusto que me llevé el día que cayeron en mis manos los últimos hallazgos sobre la deficiencia de Vitamina D y los estragos que esto puede causar en la salud de cualquiera. Y súmenle que la crema de protección solar inhibe la síntesis de dicha vitamina en la piel. Me faltó tiempo para apuntarme a un estudio de la universidad de San Diego para evaluar los beneficios de aumentar los niveles de Vitamina D en sangre. Los primeros análisis fueron demoledores: está usted con un pie en la tumba señora.

Y aquí me tienen entregada en cuerpo y alma al cuidado de la dermis familiar. Porque claro, adivinarán ustedes que como buen alemán El Marido es un temerario de esos que hasta que no tienen la azotea la rojo vivo parece que no están de vacaciones. Para compensar mi rutina solar cada vez se parece más a una sesión de entrenamiento de los Geos. A La Cuarta todavía le doy la crema en casa porque no he conseguido quitarme de encima el ideario popular de que a los bebés no debe darles el sol directamente hasta el año.

Los demás salimos de casa vírgenes de crema. Aterrizamos en la piscina o la playa, según toque, e ipso facto nos despojamos de toda vestimenta que no sea de baño. Cuanta más superficie cutánea expuesta mejor. En este momento La Madre Tigre pone la alarma del móvil para cronometrar el intervalo de tiempo para la óptima síntesis de Vitamina D en nuestras pieles. Este intervalo comenzó siendo quince minutos y ya vamos por veintitrés ahora que estamos más curtidos.

Durante estos minutos eternos cada una de las niñas me pregunta unas quinientas veces cuanto falta para poder bañarse. El resto del tiempo se lo pasan peleándose para ver cual va ser la primera o la última en recibir el unte pertinente de protección tras la tregua solar. Las familias circundantes nos miran perplejas sin acertar a comprender porqué a nuestras niñas sólo les está permitido mirar el agua de reojo. Yo aprovecho para ir quitando los tapones de los botes de crema de distinto factor y los coloco en formación para que no me pille la alarma compuesta y sin crema.

Cuando por fin suena me entrego con pasión al arte de dar crema. Primero espaldas, luego hombros y brazos seguidos de tripitas y caras. Después hago mis hombros que empiezan a enrojecer y sigo con las seis piernas infantiles. Finiquitadas las niñas sigo a lo mío, mi escote, mi cara, mi tripa, mis piernas con un factor más bajo y luego a ver a quién convenzo para que me haga la espalda. Por último El Marido empezando por la calva que ya empieza a brillar y siguiendo por los hombros, el torso y los brazos. Las piernas no se deja. Ni muerto.

Y ya por fin, cuarentaicinco minutos después de haber plantado la sombrilla, doy por concluida la operación protección solar. Me quito la gorra de masajista, me pongo la de vigilante de playa y a patrullar la orilla. Después del primer baño toca repasar los hombros y los mofletes de La Tercera. Por la tarde repetimos la coreografía. Sin saltarnos ni un paso.

Si esto es ocio que venga Dios y lo vea. Un bote de crema cada dos días. Como lo leen.


Archivado en: Hipocondría de vivir y otras obsesiones Tagged: Alemania, El Marido, Hijos, La Cuarta, Madres, Marbella, Protección solar, Vacaciones, Veraneo, Viajar con niños, Viajes, Vitamina D
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