Revista Coaching

El círculo de la relatividad

Por Bitacorarh

tras el parón estival toca volver a la rutina diaria. Esta vez he tenido la suerte de estar seis semanas de vacaciones en las que he disfrutado de un viaje cuyas cifras son el mejor resumen de todo lo sucedido durante este mes y medio: 5 idiomas, 8 tipos de moneda, 19 vuelos, 5 cambios de estación, 6 razas, 6.000 km´s de carretera, 70.000 km´s de vuelos, 5 continentes, 22 ciudades, 9 países, 7 visados, 17 aeropuertos,… Una oportunidad única para ver con los mismos ojos y en un mismo momento todo ese mundo, cada vez más pequeño, que nos rodea.

Durante este tiempo lejos de mi círculo de confort he aprendido que el mundo es mucho más relativo de lo que nos parece y de lo que nuestra rutina diaria nos permite comprobar. Nuestros problemas y preocupaciones pierden parte de su sentido cuando se observan desde la distancia que otorga la lejanía de lo cotidiano. He comprobado como los seres humanos no tomamos las decisiones en términos absolutos, siempre necesitamos comparar para tener una referencia sobre la que valorar nuestras opciones. La mayoría de la gente no sabe lo que quiere hasta que no lo ve en un contexto concreto. Esto es muy evidente cuando nos referimos a objetos tales como televisores, teléfonos, coches,… pero sucede lo mismo cuando hablamos de cosas más etéreas como emociones, estados de ánimos o puntos de vista.

Todo es relativo, lo absoluto no existe, es simplemente una ilusión creada por nosotros mismos para tener la seguridad de que nuestra elección es la mejor. 

el círculo de la relatividad

En el dibujo se observan dos círculos centrales de color azul rodeados de círculos de diferentes tamaños de color verde. Estos círculos centrales son idénticos aunque es el tamaño de los círculos que los rodean los que hacen que tengamos la ilusión de que su tamaño es diferente. Cuando los círculos de alrededor son grandes, el central parece menor, y viceversa. Este efecto óptico es un buen símil para explicar cómo nuestra mente modifica la forma de las cosas en función de lo que le rodea. Así funcionamos.

Durante mis vacaciones he podido comprobar este mismo efecto en diferentes lugares, con diferentes razas, con culturas muy distintas pero con un mismo factor común: nuestra necesidad de sentir que lo que hacemos, tenemos y escogemos es la mejor de las opciones a nuestro alcance. Es por ello que nuestro sueldo no es alto o bajo en sí mismo, eso depende del sueldo de nuestro vecino, nuestra casa de 100 m2 puede ser un chiringuito si el vecino tiene una de 500 m2 y así podríamos seguir hasta convertir a una persona afortunada en alguien totalmente miserable simplemente por no saber romper el círculo de la relatividad.

Hay formas para evitar que la comparación nos lleve por mal camino, una de ellas es tratar de alejarnos de esos círculos gigantes que nos rodean y que lo único que consiguen es hacernos sentir que lo que tenemos o somos es menos valiosos de lo que en realidad es, pero bajo mi punto de vista, la mejor manera consiste en cambiar el foco. Abandonar la estrechez de miras que nos aporta nuestro día a día para abrazar la visión global. Eso es lo que he podido comprobar a lo largo de estas seis semanas, he podido tener una visión global del mundo en el que vivo, he podido ver y entender cosas en sus diferentes contextos y comprobar que fuera del mismo pierden todo su sentido. He comprobado que cuando comparamos siempre nos dejamos fuera aquello que no nos resulta tan sencillo de medir y sólo nos fijamos en lo evidente, en lo que echamos de menos.

Estar fuera de ese círculo vicioso de relatividad te hace sentir un poco más libre y seguro de ti mismo, te otorga la capacidad de saber que lo que haces es porque te gusta y no porque es lo que hace que lo de los demás sea un poco más pequeño. Cuando el único objetivo de hacer crecer nuestros círculos es tratar de que el del vecino sea más pequeño, es tan triste y cutre que hace al ser humano menos humano. 

Buscando, buscando, siempre encuentro que viajar es una de las mejores maneras que conozco para convertir a las personas en verdaderos seres humanos, esos que se quieren así mismos tanto como a los demás.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog

Revista